KAREL KOSIK (1926 – 2003): UN MARXISMO CON
VUELO
METAFÍSICA DE LA CULTURA
(fragmentos de Dialéctica de lo concreto)
PRIMERA ENTREGA
El factor económico (1)
¿Qué es el factor económico y como se ha originado la fe en él? En la
investigación analítico-metafísica varios aspectos del todo social se
transforman en categorías particulares e independientes, y los distintos
elementos de la actividad social del hombre -el derecho, la moral, la política, la economía- se convierten, en la
cabeza de los hombres, en fuerzas independientes, que determinan la actividad
humana. Los diversos aspectos del todo social llegan de ese modo a aislarse y
transformarse en abstracciones; se investiga su conexión recíproca: por
ejemplo, el condicionamiento del derecho por el “factor económico”. En este
método del pensamiento, los productos de la actividad social del hombre se
convierten en fuerzas independientes que adquieren un dominio sobre el hombre.
La síntesis operada con tales abstracciones metafísicas es, por tanto, exterior
y la conexión mutua de los factores abstractos es sólo formal, o mecánicamente
causal. La teoría de los factores fue relativamente legítima en la época en que
se establecieron por primera vez los postulados de la ciencia de la sociedad. Sin
embargo, fueron precisamente los éxitos de las investigaciones sociales
particulares los que condujeron a la inserción de la teoría de los factores en
un grado superior de investigación científica: el examen sintético.
Hemos seguido casi textualmente los argumentos de Labriola y Plejánov, a quienes corresponde el mérito
de haber estudiado el surgimiento, y el papel histórico de la teoría de los
factores. Por muy profundas que sean sus conclusiones acerca de la diferencia
entre el “factor económico” y la estructura económica (volveremos en seguida
sobre esta distinción), su análisis es inconsecuente en un punto. Según ambos
pensadores, el “factor económico” y la fe en el factor social son fruto de la
opinión, y es una característica que acompaña al desarrollo, todavía poco
avanzado, del pensamiento científico. (1)
Tales conclusiones afectan sólo al reflejo, o las consecuencias, pero no a la
propia problemática del origen de los factores. El hecho originario y decisivo
no consiste en la insuficiencia del pensamiento
científico, o en su aspecto limitado y unilateralmente analítico, sino en
la decadencia de la existencia social,
en la atomización de la sociedad capitalista. Los factores no son
originariamente un producto del pensamiento o de la investigación científica,
sino que son determinadas formas históricas de desarrollo en las que las
creaciones de la actividad social del hombre adquieren una autonomía, y bajo
este aspecto se convierten en factores y se transfieren a la conciencia
acrítica como fuerzas autónomas respecto
del hombre y su actividad. No estamos de acuerdo con la explicación de Plejánov y Labriola sobre el origen de los factores
y del agente económico, porque consideramos que se inclinan hacia una
explicación unilateral en un sentido ilustrado, pero en cambio aceptamos sin
reservas su distinción entre el factor económico y la estructura económica.
“¿Significa esto -se pregunta Plejánov- que la estructura económica y el factor
económico son una y la misma cosa?”. Claro que no. Y resulta muy extraño que no
lo hayan comprendido así el señor Karejev y sus partidarios. (2)
La distinción entre estructura
económica (que es uno de los conceptos fundamentales del materialismo
marxista) y el factor económico (que
es un concepto frecuente en las teorías sociológicas vulgares), proporciona la
clave para comprender el significado central de la economía política en el
sistema de las ciencias sociales y el primado de la economía en la vida social.
(3) La cuestión principal, de gran importancia para la comprensión del marxismo
en sus conjuntos y sus diversos problemas es esta: ¿una economía política
premarxista podía convertirse en la base de una concepción científica, es
decir, de la concepción materialista de la historia? Comprender el significado
de la economía como estructura económica
de la sociedad y, al mismo tiempo, como ciencia de estas relaciones
significa esclarecer el carácter de la economía: la economía no es el factor
del desarrollo social y la ciencia económica no es, por tanto, la ciencia de
ese factor. La crítica objeta que la teoría materialista de la historia sólo es
válida para la época capitalista, porque en esta predomina el interés material
y la economía conquista autonomía, mientras que, por el contrario, en la Edad
Media predominaba el catolicismo y en la Antigüedad la política, pero tal
objeción revela una evidente incomprensión de la teoría de Marx. El predominio
de la política en la Antigüedad, del catolicismo en la Edad Media, y de la
economía y los intereses materiales en la época moderna, resulta explicable
precisamente sobre la base de la teoría materialista, mediante la explicación
de la estructura económica de cada
una de las formas sociales antes citadas. Por tanto, si la ideología burguesa
admite que el interés material y el llamado factor económico desempeñan un
papel importante en la sociedad moderna, y reconoce benévolamente al marxismo
el haber desarrollado, “fundada” y “legítimamente”, para este momento
histórico, su propia argumentación, sin haber agotado con su proverbial
unilateralidad toda la verdad, la ideología burguesa misma es víctima, en sus
supuestos, de su propia mistificación y su benevolencia hacia el marxismo
resulta ridícula. La primacía, o el papel del factor económico (4), que ha sido
comprobada por los más diversos pensadores burgueses ya antes que Marx (Harrington, Madison, Thierry, etc.), requiere, en
sí misma, una explicación materialista,
es decir, debe ser explicada sobre la base de la estructura económica del
capitalismo y de sus particularidades. La pretendida autonomía de la economía
en la sociedad capitalista, autonomía que al parecer no se daba en las
sociedades precedentes, es la autonomía de las relaciones sociales cosificadas; por tanto, sólo se refiere
a esta forma histórica específica de la economía. Una concepción distinta
supondría que el marxismo no reconoce -considerada la historia en su conjunto-
el primado necesario de tal o cual sector de la vida social. La primacía de la
economía en el desarrollo social sólo sería factible, no necesaria, y
desaparecería al alcanzar un grado de desarrollo en el que la búsqueda de
bienes materiales, a consecuencia del alto nivel de desenvolvimiento de las
fuerzas productivas, pasara a ser un hecho secundario.
Con otras palabras, de acuerdo con esta concepción la economía sólo desempeña
un papel decisivo en una sociedad relativamente poco desarrollada, donde los
hombres, en virtud del bajo desarrollo de las fuerzas productivas, están
obligados a dedicar la mayor parte de
su propia actividad a la solución de los problemas relacionados con la
producción y distribución de bienes materiales. La economía es concebida
exclusivamente en sentido cuantitativo,
como un tipo de actividad humana que en un cierto período histórico prevalece
en el conjunto de esa actividad. La liberación de los hombres del predominio
cuantitativo de la actividad económica significa, en consecuencia, la liberación
de la sociedad respecto de la primacía de la economía. Pero la reducción de la
jornada de trabajo, que es la expresión práctica de la liberación de los
hombres respecto del predominio del factor
económico, no elimina, en modo alguno, el hecho de que también en una
sociedad de ese género los hombres entran en determinadas relaciones sociales
en la producción, y que también esta última tendrá un carácter social.
Desaparecerá el fetichismo de la
economía y el carácter cosificado del
trabajo; serán eliminados asimismo los trabajos físicos pesados (5), lo que
permitirá a los hombres dedicarse principalmente a las actividades no
productivas, es decir, no económicas, pero la estructura económica como fundamento de las relaciones sociales seguirá
conservando su primacía. O, más exactamente: sólo sobre la base de una determinada estructura económica -en este
caso comunista-, se llevará a cabo la liberación de los hombres del dominio del
factor económico. Podríamos invocar el carácter de las clases sociales
existentes hasta ahora que, ciertamente, se hallan liberadas de la tarea de
procurarse directamente los bienes materiales y que, en este sentido, no se
encuentran bajo el dominio del factor económico. El carácter de estas clases, el contenido y la significación de su
actividad, tratándose incluso de una actividad no productiva, derivan de la
estructura económica de la sociedad, de la cual esas clases forman parte.
Kurt Konrad, quien en los años 30 sometió a crítica la teoría de los
factores, señaló que esta teoría es fruto y residuo de una concepción
fetichista de la sociedad, que concibe las relaciones sociales como relaciones
entre las cosas. La teoría de los factores invierte el movimiento social a los
productos aislados de la praxis humana, objetiva o espiritual, sin tener en
cuenta que el único portador verdadero del movimiento social es el hombre en el
proceso de producción y reproducción de su vida social.
La distinción entre estructura económica (marxismo) y factor económico
(sociologismo) constituye la premisa necesaria para demostrar y comprobar
científicamente el primado de la economía en la vida social. Mientras que la
teoría de los factores según la cual un factor privilegiado -la economía-
determina todos los demás (Estado, derecho, arte, política, moral), soslaya el
problema de cómo surge y cobra forma el todo social, o sea, la sociedad como
formación económica, y presupone la existencia de esta formación como un hecho
ya dado, como forma exterior o como la esfera en la que un factor privilegiado
determina todos los demás, la teoría materialista, por el contrario, parte de
el concepto de que el todo social (la
formación económico-social) es formado y constituido por la estructura
económica. La estructura económica crea la unidad y la conexión de todas las
esferas de la vida social. El monismo materialista -a diferencia de las
diversas teorías pluralistas- no concibe la sociedad como una serie o un
conglomerado de factores, uno de los cuales son causa y otros efecto. La
alternativa: causalidad mecánica en la que un factor es causa y otro efecto, o
bien interacción pluralista, mera conexión mutua, que excluye cualquier causalidad, sustituyéndola por
un enfoque funcionalista y computativo, etc.; semejante alternativa es ya la
consecuencia de determinada concepción
de la realidad, que hace surgir de la realidad social abstracciones aisladas, elevándolas
al rango de esencias ontológicas (factores) para emprender en seguida el viaje
de regreso con estas construcciones metafísicas; es decir, las pone en relación
mutua, en interacción, en una dependencia causal, a la vez que toda esa
actividad debe ser puesta necesariamente como punto de partida metafísico (6).
La posición metafísica está ya implícita en el propio planteamiento de la
cuestión.
Notas
1) Las ideas sobre los factores “fueron y son simple
expresión de un pensamiento que no ha llegado plenamente aun a su madurez”. Los
llamados factores “son el producto necesario de un conocimiento que está en
vías de desarrollo y formación”. “Los llamados factores se originan en la mente
por la vía de la abstracción y la generalización de los aspectos inmediatos del
movimiento aparente”, (Labriola, Sobre el
materialismo histórico, 1896, cap. VI y comienzos del VIII. También
Plejánov, Sobre la concepción
materialista de la historia, en “Obras filosóficas escogidas”, tomo II,
Moscú, 1956, págs.. 236-266 (en ruso).
2) Plejánov. Obras, II, 268. El señor Karejev ¿ha
tenido también discípulos en Bohemia?
3) La concepción materialista de la estructura
económica se halla indisolublemente ligada a la problemática del trabajo y de
la práctica, como demostramos en los capítulos siguientes (en particular en los
apartados: “El arte y su equivalencia social”, “Filosofía del trabajo”). Por
ello, también el concepto de estructura económica” puede degenerar en el de “factor
económico”, si falta la conexión citada.
4) En relación con este problema ofrece un rico
material el debate sobre la Constitución americana de 1787, en el curso del
cual los representantes de las diversas tendencias defendieron sus propios
intereses con una sinceridad que la sociedad burguesa ya no conocería más
tarde: “… esta desigualdad en la propiedad ha constituido la gran y fundamental
división de la sociedad”. Ese mismo año, escribía Madison en el Federalista: “… la fuente más común y
duradera de división ha sido la distribución diversa y desigual de la
propiedad. Los que poseían una propiedad y los que carecían de ella han tenido
siempre intereses distintos en la sociedad”. John Adams, en una carta a
Sullivan, fechada el año 1776, escribía: “Harrington ha demostrado que el poder
sigue siempre de cerca a la propiedad. Y yo sostengo que esta es una máxima
infalible en la política, pues la acción y la reacción son iguales, como en la
mecánica. Por tanto, creo que podemos dar una paso hacia adelante y afirmar que
el equilibrio del poder en una sociedad va acompañada del equilibrio de la
propiedad de la tierra”. Véase “Democracy, liberty and prosperty”, Readings in the American Political Tradition,
ed. By F. W.
Coker, Nueva York, 1947, págs. 73, 82, 120.
5) Este punto de vista permite comprender la unidad de
la sociedad moderna y la interdependencia estructural de todas sus esferas,
como son la economía (producción por la producción, dinero -mercancía- más
dinero), la ciencia (la ciencia como proceso absoluto, ilimitado y en constante
superación de metódica búsqueda y comprobación del conocimiento objetivo, como
premisa de un más perfecto dominio de la naturaleza), la vida cotidiana
(aceleración del ritmo de vida, absoluta insatisfacción de los deseos, etc.).
6) Las vulgares tesis pluralistas se expresan con
meridiana claridad en estas palabras de John Dewey: “La cuestión estriba en
determinar si alguno de los factores prepondera hasta el punto de constituir la
fuerza determinante, mientras que los otros factores son una consecuencia
secundaria y derivada”. ¿”Existe un factor o fase de la cultura que sea
predominante, o que cree y coordine los demás factores; o bien, la economía, la
moral, el arte, la ciencia, etc., sólo son aspectos de la interacción de
determinado número de factores, cada uno de los cuales actúa sobre otro y es
influido por los demás”? (Dewey, Liberté
et culture, París, 1955, págs.. 18, 21).
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