ALFREDO ZITARROSA versus ATAHUALPA YUPANQUI
“¡A LA LUNA LE HAN CANTAO TODOS LOS POETAS… NINGUNO SE LA CULIÓ!”
(fragmentos recuperados de un reportaje realizado por Alfredo Zitarrosa
a Atahualpa Yupanqui / Marcha, 1971)
Hoy por hoy, don Atahualpa
Yupanqui es uno de los más controvertidos creadores populares del Río de la
Plata. Porque vive en París, porque está viejo, porque “uno cree que no cambia
y que cambian los demás”. Lo mismo que sería imposible remover una montaña sin
demolerla, la historia de sus “renuncias”, de su “envidia”, de su “malhumor”,
de su “divismo”, tan larga ya como reiterada y mejorada en cada tramo por sus
detractores de ayer y de hoy, no ha bastado para abrir siquiera una fisura de
su bien ganada fama mundial y permanente. La fama en el caso de don Atahualpa
Yupanqui abarca significados más hondos, sobrevive a innumerables contingencias
a lo largo de cincuenta años de canto y guitarra campesinos, que ocupan en su
voz y por gracia de su sensibilidad casi todo lo que va del siglo (…).
Don Atahualpa es un hombre
cercado, desde hace mucho, principalmente por su notoriedad, que no ha sabido
superar. No nació para lucir smoking y animar la fiesta, firmar autógrafos,
recibir aplausos. No goza con eso, no puede. Nació para crear, con humildad y
obstinación; para elegir con certeza, entre todas las canciones posibles, la
más bella, la más honda para la mayoría, la más antigua, la menos suya (…) Los
que amamos su arte y los que no, los que amamos su integridad de artista y los
que siempre van a encontrar en el payador perseguido un peronista, un mal
poeta, un comunista renegado o cualquier otra cosa que puedan despreciar, odiar
u olvidar sin recato, especialmente los cantores, somos culpables de su
soledad. Hoy, allá en París, lejos de su hijo, de sus caballos de andar, lejos
del piano que supo tener, esa soledad que él no pudo aborrecer y que le
ayudamos a tejer en su torno, lo envuelve como un capullo seco, apenas
traslúcido (…)
El Atahualpa de hoy difícilmente
hablará bien de nadie o de sí mismo. Estará siempre a la defensiva. Incurrirá
en vanidad o será injusto, aun hablando de la justicia o de la vanidad, esa
deformación. Se sentirá burlado, avasallado, herido o halagado y reaccionará
siempre igual, valido de su rara inteligencia, con una frase corta, cuyo
sentido es claro, muchas veces mordaz, siempre sentenciosa, a veces amable pero
impersonal. Y será profundamente antipático para el que lo envidie o para el
adulón; enternecedor o ambiguo, esquivo según el interlocutor. “Divo” siempre,
buscará centrar la atención sobre sí mismo y sobrellevará con tozudez de indio
puro el esplendor del que brille más. Pero va a ser difícil, siempre ganarle a
la carrera (…)
CONDUCTA
-(…) Es muy delicado cantar, paisano. Porque mal se pueden cantar
canciones con sentido social, si en el fondo de su alma o en la conducta diaria
no hace más que hacerse mantener por una vieja rica o tener un Mercedes (…) es
más honorable el ciego que vende lápices en una esquina, que el cantor que anda
diciendo por ahí que la tierra y el hombre, y el obrero, y el minero… y resulta
que cada año cambia el coche… ¡Hay algo falso ahí!
-¿Usted toca la guitarra todos
los días, maestro?
-No, nunca… muy pocas veces (…) Leo todos los días, pero no toco la
guitarra. Porque me di cuenta de que no voy a aprender más de lo que he
aprendido, por los años que tengo, tengo mis manos endurecidas, tengo una
técnica defectuosa, un montón de defectos guitarrísticos… En cambio me hace
mucha falta aprender de la vida, cosas…
-¿Y esos dos mil temas
folklóricos que usted dice?
-Esos los tengo acá (señala la
cabeza)… los publicaré alguna vez. He vivido mucho, he caminado mucho.
¿Yaravíes del Perú? Me animaría a jugarle a un indio del Cuzco, a quién sabe
más sobre yaravíes, si él o yo (…) he vivido con el indio, en Bolivia, he arado
la tierra con él y sé lo que es trabajar, lo que es llorar y lo que es rezar…
He visto muchos rituales que no conoce la gente (…) No es el hecho de aprender
sólo… un disco, cuatro zambas, tres chacareras, once milongas y salir a decir
“fulano de tal, folklorista”… eso da risa… a veces, otras, lástima (…)
LOS ARTISTAS
-(…) ¿Usted decía que su papá
decía que hay artistas que se hacen artistas para levantarse tarde?
-Sí… y está el que “vio la veta” o el que tiene voz ronca… o aquel que
le dice: “Porque yo tengo mis cositas, ¿sabe?” Eso son los piores, los falsos
modestos…
-(…) Así que unos tienen voz
gruesa, otros ven la veta, y otros…
-Y otros van nomás… (N. de R.:
salen a comer).
-(…) ¿Usted vive allá (Francia)
con toda la familia?
-No, no. Porque yo tengo un chango que está estudiando en la facultad y
hay que ayudarlo a él. Yo me largo solo. Pa’ padecer prefiero padecer solo;
siempre he padecido solo.
-Ha estado siempre separado de
los grandes contratos, esos que se estilan ahora, por grandes sumas.
-Toda la vida.
-Tal vez ahora esté recogiendo el
fruto de esos años.
-Pa’ recogerlos tengo que andar muy lejos (…) Recoger fruto se llama
“consideración popular”, eso, esa es la ganancia, mi ganancia es esa…
-Pero su casa de Agua Escondida,
¿usted la hizo cantando, no es cierto?
-No, esa la hizo mi mamá, una vasca. Ha puesto muchas moneditas ahí,
mucha pobreza… Y yo lo hice prohibido… empecé mi casa cuando empezaron a
prohibirme con la dictadura de Perón… cuando acá no tenía qué hacer, ¿a dónde
me iba a ir? Al medio’ el campo, y una casa que está hecha de piedra, con
piedra del lugar. Y a eso yo he ayudado, he sido pion de mi propia casa y lo he
hecho sin un centavo, prohibido y perseguido.
-Usted, como viejo cantor
rebelde, maestro, ¿cómo ve América Latina desde París?
-Yo no sé como la verán los demás (…) Hay gente que la ve a través de
las patillas y las barbas. En París hay muchísimos muchachos que dicen que son
revolucionarios, generalmente latinoamericanos (…) se dicen revolucionarios y
andan jugando a ver quién tiene la barba más larga, a cuál se viste de más rara
manera… Muchos están en el ambiente artístico, algunos duermen todo el día… Ahí
los veo… Ahora, nunca les he preguntado ni me atrevería a preguntarles qué es
la revolución para ellos, porque no quisiera que me mintieran. Yo creo que la
revolución para ellos es una moda (…) París, como Buenos Aires que usted lo
verá, como Montevideo, está lleno de “blandos” de mucha barba y poco concepto
(…)
FOLKLORE
-Maestro, ¿qué piensa de eso que
llaman el canto folklórico?
-Folklore es general (…) un lazo, un poncho, una empanada, una manera de
hacer la comida, con más o menos picante, según las regiones, lo que se llama
viandas folklóricas; son las maldiciones, las supersticiones, un chiste, una
manera de ser…
-Y adentro de esa cosa plural,
¿sus canciones qué son?
-Y nada, no son ni cerca, no son nada folklóricas… Yo ese asunto lo
conozco porque lo he estudiado y lo he vivido. Yo, además de las cancioncitas
mías, que son un puñao, conozco las cosas anónimas, y muchas, porque así me
enseñaron, de chico, mis tíos, mi padre, las peonadas en las estancias.
-Maestro, cuénteme de su
guitarra.
-Esa ha caminao mucho conmigo por todos lados… Me la hicieron acá en la
casa Núñez… A mí me rompieron una guitarra viniendo de Montevideo. En los
tiempos que yo estaba prohibido acá, me ganaba la vida en el Uruguay. Iba al
Uruguay, cantaba y volvía acá, con unas chirolitas… Y en una de esas, en la
aduana me la hicieron pedazos a patadas… Sí, me la pisaron, le sacaron el
estuche, la hicieron pedazos y la cerraron (…) la Casa Núñez me hizo con el
resto, con algunos restos que quedaron, del mástil, por ejemplo, me hicieron
esta guitarra… Salió bastante simpática de sonido, salió seria, media
gravecita, me gusta y la uso…
-¿Cuántos años piensa que va a
seguir todavía, don Ata?
-Y… muy poco, muy poco… No creo que llegue al año… Por eso el apuro mío
por cumplir algunas diligencias que necesito cumplir en cuanto al trabajo…
-Me gustaría ser su amigo, Don
Atahualpa… y hasta pensaba pedirle consejos (…)
-Lo único que le puedo aconsejar: sea prudente, no se embarque muy
seguido, no se apure (…) usted lea, piense, medite (…) porque usted viene de
una tierra de poetas, de la tierra de Yamandú, de Romildo, de la tierra del
Viejo Pancho, de Morosoli, de Santiago dosetti (…) Si usted olvida eso es
porque está negando a la tierra… usted no puede olvidar que antes que usted hay
cuarenta notabilísimos poetas criollos que han escrito una verdad profunda del
Uruguay (…) Dos estrofas de Yamandú son toda una generación de Zitarrosas que
no han dicho nada (…) ¡A leer! A leer y meditar y cantar trovas hechas por
otros hasta que a usted se le prenda la vela… Pero que la vela que se le prenda
sea su tierra… No un sentimiento de amor por la chica que vino, que salió, que
quién sabe, que volveré mañana, si la luna se asoma… ¡A la mierda con eso! y
que Dios lo ayude… Pero no le cante ni le grabe. No le cante ni le grabe,
porque va a estar cometiendo una traición con la tierra… ¡A la luna le han
cantao todos los poetas… ninguno se la culió! (…) Por ese lado creo yo,
paisano… ¿eh? ¿Vamos diendo a dormir?
-Vamos diendo.
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