EN LA CAMA CON ONETTI
3 ROUNDS DE CARIÑO EN MADRID
por María Esther Gilio
PRIMERA ENTREGA
I
¿Cómo le va? (Onetti carraspea). Vengo a
hacerle un reportaje.
Cuando termine de escuchar este tema
con mucho gusto. (Paciente y categórico)
No tiene por qué ser formal. Mientras vive, mientras ama...
Está bien (susurra) pero hablemos bajo.
Esto es literatura, esto lo estoy escribiendo. No me desconcentre.
Así alcanza; este grabador es un aparatito muy sensible. No sabía que
había empezado otra novela ¿cómo se llama?
A un dios desconocido o Mentir
de amor. Deliciosas criaturas que mienten de amor.
Mentir de amor.
Sí, como en el foxtrot.
Justamente como Gardel. ¿Reconoce su
influencia?
¡Por favor! ¡Ojalá! Pero, sí, claro: El
intento existe. Y ya lo dije por Faulkner: “Toda mi obra no es más que un largo
e inexplicable plagio. Pero esa es otra de las formas del amor”. Gardel... Si
vino a preguntarme por Gardel. No pregunte. Lea. Está en Juntacadáveres, es el Pibe del que cuenta Junta.
(Sonido de cubitos de hielo al caer en
un vaso.)
No para mí.
También para usted. Quien le dice que
con un poco de alcohol en lugar de esa esclava obstinada, obtengamos un ser
capaz de hablar del tiempo o del amor, pero desinteresadamente.
Bueno, tomo y le pregunto: ¿Por qué le gusta tanto Gardel? Dice Dolly
que usted se ha pasado la vida escuchándolo y cuando le ponían otro cantor,
mandaba apagar la música.
Gardel fue lo más importante que
ocurrió artísticamente en el Río de la Plata.
Ya, pero ¿se identifica con él?
No, no soy. Nunca fui Gardel (sonido de
cristales que se entrechocan) Ni siquiera soy el alcoholista mujeriego de que
habla el segundo acto de la leyenda. Lamento desilusionarla finalmente.
Sin embargo se casó cuatro veces y eso que está tomando es whisky.
Sólo con whisky puedo aguantar los reportajes.
Gracias.
Gardel tomaba champagne.
Y desconfiaba del amor eterno... “Qué gran mentira es esa, al cabo de
unos años de amores supletorios lo que realmente queda es la costumbre, las
promesas incumplidas, todas las estupideces que se dicen en la cama y que sólo
son verdad el tiempo que dura una erección”. ¿Las olvidaba, cada vez, antes
incluso de meterse en la ducha?
Pero eran ciertísimas durante ese rato
como lo son todas las mentiras de amor... (suena El día que me quieras). ¿Sabe usted quién era Gardel? No llegaba a
santo, naturalmente, pero sí llegaba a ser un artista, un hombre que sufría por
su arte. Mire: Esto escribió en la revista Máscaras,
monseñor Francesci, del Arzobispado de Buenos Aires, el día del entierro.
“Gardel empleó toda su inteligencia, que jamás había sido cultivada, que era
perseverante pero corrompida, para mejorar sus medios de expresión. No concebía
cosa más alta que la que hizo. Nadie ha de recriminarle su escala de valores
perennes; pero es insultar a la Argentina el presentarlo como símbolo acabado
de su ideal artístico. Todo ello preparó la serie de espectáculos que tuvieron
lugar con motivo de su sepelio, y que constituyeron una página bochornosa en la
historia porteña. Eran de ver los alrededores del Luna Park, a las diez de la
noche. Gandules de pañuelito al cuello dirigiendo piropos apestosos a las
mujeres; féminas que se habían embadurnado la cara con harina y los labios con
almagre; compadres de cintura quebrada y sonrisa ‘cachadora’; buenas madres,
persuadidas de la grandeza del héroe, que llevaban (pude comprobarlo por
fotografías) a sus hijos a besar el ataúd. Y según se me afirmó, diversas
individuas llenas de compunción pretenden ocupar lugares especiales porque
fueron ‘amigas’, ‘compañeras’ de él, a quien convierten de este modo en Tenorio
de conventillo, en Pachá de arrabal. No se olvide que el amoralismo simbolizado
por Gardel es anarquía en el sentido más estricto de la palabra. Téngase en
cuenta que el desprecio al trabajo normal, al hogar honesto, a la vida pura, el
himno a la mujer perdida, al juego, a la borrachera, a la pereza, a la
puñalada, es destrucción del edificio social entero". Es cierto. Monseñor
Franceschi dijo bien. No concebía cosa más alta que mejorar sus medios de
expresión. Los contratos con la Paramount venían después y entre “las
individuas” que lo velaron “embadurnadas de harina, de labios pintados con
almagre” estaba Giovanna, Jeannette, Giovanna Ritana era su verdadero nombre.
La Ritana llegó a ofrecerle a Gardel vender el telo de Viamonte entre Maipú y
Esmeralda y todas las orquídeas del invernadero de la casa de un punto de
Belgrano, para comprarle los derechos de Tango
Bar, la trama que les pertenecía, la que Lepera escribió para la pareja. En
la inmortalidad, diez años después del accidente, John Houston hizo un remake de Tango Bar con Bogart en el
papel de Gardel e Ingrid Bergman en el de Rosita. El dios Gardel estuvo en el
set junto a Boggie. Pasaron buenos momentos navegando el Satana (el yate de Boggie) por las costas del Pacífico.
¿Se identifica entonces con Gardel?
¿Otra vez? ¿Tampoco le contaron que el
arte es una eterna confesión? Sí. Decididamente, sí.
¿Se considera un solitario como él, aunque usted tuvo dos hijos y él fue
el más cuidadoso de los inmortales?
Como él y como todos. La diferencia
está en que algunos se dan cuenta y otros se distraen.
Entiendo. Ahora... hay algo que me
gustaría saber: ¿Por qué ese tono funeral, ese aire de derrota en su voz, en
sus canciones, esa lágrima en la garganta?
¿Por qué? Porque todos los personajes y
todas las personas nacieron para la derrota. Claro, uno puede detener la
trayectoria del personaje en un instante de triunfo, (canta) Leguisamo al trote, (dice) pero si
continuamos, el final siempre es Waterloo, Martinelli o El Ocaso, (canta) poco a poco todo ha ido de cabeza pal empeño.
(Dice) Y el mundo sigue andando...
¿Y por qué sus canciones están llenas
de historias de mujeres con todos los méritos para la condenación eterna? Hace
muchos años le preguntaron al Canario Luna que opinaba de Gardel y dijo que
detesta la misoginia de muchas de las canciones que elegía, “ese tipo parece
que no tuviera madre” dijo.
Es que no la tuvo. Pero si quiere esa
respuesta, cómprese un sillón de sicoanalista y entrevístelo a él.
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