20/5/14

ENCUENTRO CON LA SOMBRA

(El poder del lado oscuro de la naturaleza humana)

Carl G. Jung / Joseph Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaiel Branden / Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James Hillman / John Bradshaw y otros

Edición a cargo de Connie Zweig y Jeremiah Abrams


OCTAVA ENTREGA


PRIMERA PARTE: ¿QUÉ ES LA SOMBRA?


INTRODUCCIÓN (1)


Cada uno de nosotros proyecta una sombra tanto más oscura y compacta cuanto menos encarnada se halle en nuestra vida consciente. Esta sombra constituye, a todos los efectos, un impedimento inconsciente que malogra nuestras mejores intenciones
C. G. JUNG
Pero hay un misterio que no comprendo: sin ese impulso de otredad -diría incluso que de maldad- sin esa terrible energía que se oculta detrás de la salud, la sensatez y el sentido, nada funciona ni puede funcionar. Te digo que la bondad -lo que nuestro Yo vigílico cotidiano denomina bondad- lo normal, lo decente, no son nada sin ese poder oculto que mana ininterrumpidamente de nuestro lado más sombrío.
DORIS LESSING
Yo creo que la sombra del hombre radica en su propia vanidad.
FRIEDRICH NIETZSCHE
Esa cosa oscura que reconozco mía.
WILLIAM SHAKESPEARE



Todo lo que posee substancia posee también una sombra. El ego se yergue ante la sombra como la luz ante la oscuridad. Por más que queramos negarlo somos imperfectos y quizás sea precisamente la sombra -las cualidades que no aceptamos de nosotros mismos, como la agresividad, la vergüenza, la culpa y el sufrimiento, por ejemplo- la que nos permita acceder a nuestra propia humanidad.


Utilizamos todo tipo de metáforas para referirnos al encuentro directo con nuestro aspecto más oscuro -descubrir nuestros demonios, luchar con el diablo, descender al mundo subterráneo, noche oscura del alma, crisis de la mediana edad, etc.-, ese aspecto tenebroso al que denominamos de muy diversas maneras -Yo enajenado, Yo inferior, gemelo o hermano oscuro (en los escritos bíblicos y mitológicos), doble, Yo reprimido, alter ego, id, etcétera.


¿Pero somos nosotros los que poseemos una sombra o acaso es la sombra la que nos posee a nosotros? Carl G. Jung formuló esta misma pregunta con una adivinanza cuando dijo: “¿Cómo puedes encontrar a un león que te ha devorado la sombra?”. La sombra es, por definición, inconsciente, y, por consiguiente, no siempre es posible saber si estamos o no sometidos al dominio de alguno de los contenidos de nuestra sombra.


Según Jung, todo ser humano conoce intuitivamente el significado de los términos sombra, personalidad inferior y alter ego. “Y si lo ha olvidado -agregaba bromeando sobre el hombre normal- “ahí están lasa homilías, su esposa o el recaudador de impuestos para recordárselo”.


Para poder descubrir a la sombra en nuestra vida cotidiana, para poder aceptarla y poner así fin al control compulsivo que suele ejercer sobre nosotros, es necesario, antes que nada, tener un conocimiento global sobre el fenómeno. El concepto de sombra se deriva de los hallazgos de Sigmund Freud y Carl G. Jung. Este último se refirió a los descubrimientos de su predecesor como el análisis más profundo y minucioso existente entre los aspectos luminosos y oscuros de la naturaleza humana. Según Lilian Frey-Rohn, colega y discípula de Jung, “en 1912 -todavía bajo la influencia de las teorías de Freud- Jung utilizó el término “lado oscuro del psiquismo” para referirse a los “deseos no reconocidos” y a los “aspectos reprimidos de la personalidad”.


En su ensayo “Sobre la Psicología del Inconsciente”, publicado en 1917, Jung se refirió a la sombra personal como el otro en nosotros; la personalidad inconsciente de nuestro mismo sexo; lo inferior y lo censurable; ese otro yo que nos llena de embarazo y vergüenza: “Entiendo por sombra el aspecto ‘negativo’ de la personalidad, la suma de todas aquellas cualidades desagradables que desearíamos ocultar, las funciones insuficientemente desarrolladas y el contenido del inconsciente personal”.


La sombra sólo es negativa desde el punto de vista de la conciencia. No se trata -como insistía Freud- de algo inmoral e incompatible con nuestra personalidad consciente sino que, por el contrario, contiene cualidades que poseen potencialmente una extraordinaria trascendencia moral. Esto resulta particularmente cierto -decía Frey-Rohn- cuando contiene cualidades que la sociedad valora positivamente pero que el individuo considera como algo inferior.


La sombra de Jung es parecida a lo que Freud denominaba “lo reprimido” pero se diferencia de ello en que constituye una especie de subpersonalidad que posee -como ocurre con la personalidad autónoma superior- sus propios contenidos (sean pensamientos, ideas, imágenes o juicios de valor autónomos).


En 1945 Jung definió a la sombra como lo que una persona no desea ser. “Uno no se ilumina imaginando figuras de luz -afirmó- sino haciendo consciente la oscuridad, un procedimiento, no obstante, trabajoso y, por tanto, impopular”.


Hoy en día la sombra se refiere a aquella parte del psiquismo inconsciente contiguo a la conciencia aunque no necesariamente aceptado por ella. De este modo, la personalidad de la sombra, o puesta a nuestras actitudes y decisiones conscientes, representa una instancia psicológica negada que mantenemos aislada en el inconsciente donde termina configurando una especie de personalidad disidente. Desde este punto de vista la sombra es pues una especie de compensación a la identificación unilateral de nuestra menta consciente con aquello que le resulta aceptable.



Para Jung y sus seguidores la psicoterapia constituye un ritual de renovación que nos permite acercar e integrar en la conciencia la personalidad de la sombra, reducir su potencial inhibidor o destructor y liberar la energía positiva de la vida que se halla atrapada en ella. A lo largo de su dilatada y prominente carrera Jung se ocupó también de los problemas de la destructividad personal y de la maldad colectiva. Sus investigaciones terminaron demostrando que el hecho de afrontar la sombra y el mal es, en última instancia, un “secreto individual” equiparable al de experimentar a Dios, una experiencia tan poderosa que puede transformar completamente la vida de una persona.

No hay comentarios: