ENCUENTRO
CON LA SOMBRA
(El
poder del lado oscuro de la naturaleza humana)
Carl
G. Jung / Joseph Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber /
Nathaiel Branden / Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James
Hillman / John Bradshaw y otros
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremiah Abrams
OCTAVA
ENTREGA
PRIMERA PARTE: ¿QUÉ ES LA SOMBRA?
INTRODUCCIÓN (1)
Cada uno de nosotros proyecta una
sombra tanto más oscura y compacta cuanto menos encarnada se halle en nuestra
vida consciente. Esta sombra constituye, a todos los efectos, un impedimento
inconsciente que malogra nuestras mejores intenciones
C.
G. JUNG
Pero hay un misterio que no comprendo:
sin ese impulso de otredad -diría incluso que de maldad- sin esa terrible
energía que se oculta detrás de la salud, la sensatez y el sentido, nada
funciona ni puede funcionar. Te digo que la bondad -lo que nuestro Yo vigílico
cotidiano denomina bondad- lo normal, lo decente, no son nada sin ese poder
oculto que mana ininterrumpidamente de nuestro lado más sombrío.
DORIS
LESSING
Yo creo que la sombra del hombre
radica en su propia vanidad.
FRIEDRICH
NIETZSCHE
Esa cosa oscura que reconozco mía.
WILLIAM
SHAKESPEARE
Todo
lo que posee substancia posee también una sombra. El ego se yergue ante la
sombra como la luz ante la oscuridad. Por más que queramos negarlo somos
imperfectos y quizás sea precisamente la sombra -las cualidades que no
aceptamos de nosotros mismos, como la agresividad, la vergüenza, la culpa y el
sufrimiento, por ejemplo- la que nos permita acceder a nuestra propia
humanidad.
Utilizamos
todo tipo de metáforas para referirnos al encuentro directo con nuestro aspecto
más oscuro -descubrir nuestros demonios, luchar con el diablo, descender al
mundo subterráneo, noche oscura del alma, crisis de la mediana edad, etc.-, ese
aspecto tenebroso al que denominamos de muy diversas maneras -Yo enajenado, Yo
inferior, gemelo o hermano oscuro (en los escritos bíblicos y mitológicos),
doble, Yo reprimido, alter ego, id, etcétera.
¿Pero
somos nosotros los que poseemos una sombra o acaso es la sombra la que nos
posee a nosotros? Carl G. Jung formuló esta misma pregunta con una adivinanza
cuando dijo: “¿Cómo puedes encontrar a un león que te ha devorado la sombra?”.
La sombra es, por definición, inconsciente, y, por consiguiente, no siempre es
posible saber si estamos o no sometidos al dominio de alguno de los contenidos
de nuestra sombra.
Según
Jung, todo ser humano conoce intuitivamente el significado de los términos sombra, personalidad inferior y alter ego. “Y si lo ha olvidado
-agregaba bromeando sobre el hombre normal- “ahí están lasa homilías, su esposa
o el recaudador de impuestos para recordárselo”.
Para
poder descubrir a la sombra en nuestra vida cotidiana, para poder aceptarla y
poner así fin al control compulsivo que suele ejercer sobre nosotros, es
necesario, antes que nada, tener un conocimiento global sobre el fenómeno. El
concepto de sombra se deriva de los hallazgos de Sigmund Freud y Carl G. Jung.
Este último se refirió a los descubrimientos de su predecesor como el análisis
más profundo y minucioso existente entre los aspectos luminosos y oscuros de la
naturaleza humana. Según Lilian Frey-Rohn, colega y discípula de Jung, “en 1912
-todavía bajo la influencia de las teorías de Freud- Jung utilizó el término
“lado oscuro del psiquismo” para referirse a los “deseos no reconocidos” y a
los “aspectos reprimidos de la personalidad”.
En
su ensayo “Sobre la Psicología del Inconsciente”, publicado en 1917, Jung se
refirió a la sombra personal como el otro
en nosotros; la personalidad inconsciente de nuestro mismo sexo; lo
inferior y lo censurable; ese otro yo que nos llena de embarazo y vergüenza:
“Entiendo por sombra el aspecto ‘negativo’ de la personalidad, la suma de todas
aquellas cualidades desagradables que desearíamos ocultar, las funciones
insuficientemente desarrolladas y el contenido del inconsciente personal”.
La
sombra sólo es negativa desde el punto de vista de la conciencia. No se trata
-como insistía Freud- de algo inmoral e incompatible con nuestra personalidad
consciente sino que, por el contrario, contiene cualidades que poseen
potencialmente una extraordinaria trascendencia moral. Esto resulta
particularmente cierto -decía Frey-Rohn- cuando contiene cualidades que la
sociedad valora positivamente pero que el individuo considera como algo
inferior.
La
sombra de Jung es parecida a lo que Freud denominaba “lo reprimido” pero se
diferencia de ello en que constituye una especie de subpersonalidad que posee
-como ocurre con la personalidad autónoma superior- sus propios contenidos
(sean pensamientos, ideas, imágenes o juicios de valor autónomos).
En
1945 Jung definió a la sombra como lo que una persona no desea ser. “Uno no se
ilumina imaginando figuras de luz -afirmó- sino haciendo consciente la
oscuridad, un procedimiento, no obstante, trabajoso y, por tanto, impopular”.
Hoy
en día la sombra se refiere a aquella parte del psiquismo inconsciente contiguo
a la conciencia aunque no necesariamente aceptado por ella. De este modo, la
personalidad de la sombra, o puesta a nuestras actitudes y decisiones
conscientes, representa una instancia psicológica negada que mantenemos aislada
en el inconsciente donde termina configurando una especie de personalidad
disidente. Desde este punto de vista la sombra es pues una especie de
compensación a la identificación unilateral de nuestra menta consciente con
aquello que le resulta aceptable.
Para
Jung y sus seguidores la psicoterapia constituye un ritual de renovación que
nos permite acercar e integrar en la conciencia la personalidad de la sombra,
reducir su potencial inhibidor o destructor y liberar la energía positiva de la
vida que se halla atrapada en ella. A lo largo de su dilatada y prominente
carrera Jung se ocupó también de los problemas de la destructividad personal y
de la maldad colectiva. Sus investigaciones terminaron demostrando que el hecho
de afrontar la sombra y el mal es, en última instancia, un “secreto individual”
equiparable al de experimentar a Dios, una experiencia tan poderosa que puede
transformar completamente la vida de una persona.
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