PAULO
FREIRE
PEDAGOGÍA
DEL OPRIMIDO
SEXTA ENTREGA
ERNANI MARIA FIORI
APRENDER
DECIR SU PALABRA
(EL
MÉTODO DE ALFABETIZACIÓN DEL PROFESOR PAULO FREIRE / 6)
Con
el método de Paulo Freire, los alfabetizandos parten de algunas pocas palabras,
que les sirven para generar su universo vocabular. Pero antes, cobran
conciencia del poder creador de esas palabras, pues son ellas quienes gestan su
mundo. Sus significaciones que se constituyen como historia, de la que los
alfabetizandos se perciben sujetos, hasta entonces, tal vez, ignorados por sí
mismos, mistificados o masificados por la dominación de las conciencias. Son
significaciones que se constituyen en comportamientos suyos; por tanto,
significaciones del mundo, pero también suyas. De este modo, al visualizar la
palabra escrita, en su ambigua autonomía, ya están conscientes de la dignidad
de que ella es portadora. La alfabetización no es un juego de palabras, sino la
conciencia reflexiva de la cultura, la reconstrucción crítica del mundo humano,
la apertura de nuevos caminos, el proyecto histórico de un mundo común, el
coraje de decir su palabra.
La
alfabetización, por todo esto, es toda la pedagogía: aprender a leer es
aprender a decir su palabra. Y la palabra humana imita a la palabra divina: es
creadora.
La
palabra se entiende aquí como palabra y acción; no es el término que señala
arbitrariamente un pensamiento que, a su vez, discurre separado de la
existencia. Es significación producida por la “praxis”, palabra cuya
discursividad fluye en la historicidad, palabra viva y dinámica, y no categoría
inerte y exánime. Palabra que dice y transforma el mundo.
La
palabra viva es un diálogo existencial. Expresa y elabora el mundo en
comunicación y colaboración. El diálogo auténtico -reconocimiento del otro y
reconocimiento de sí en el otro- es decisión y compromiso de colaborar en la
construcción del mundo común. No hay conciencias vacías; por esto, los hombres
no se humanizan sino humanizando el mundo.
En
lenguaje directo: los hombres se humanizan, trabajando juntos para hacer del
mundo, cada vez más, la mediación de conciencias que cobran existencia común en
libertad. A los que construyen juntos el mundo humano compete asumir la
responsabilidad de darle dirección. Decir su palabra equivale a asumir
conscientemente, como trabajador, la función de su-jeto de su historia, en
colaboración con los demás trabajadores: el pueblo.
Al
pueblo le cabe decir la palabra de mando en el proceso histórico-cultural. Si
la dirección racional de tal proceso ya es política, entonces concienciar es
politizar. Y la cultura popular se traduce por política popular; no hay cultura
de pueblo sino política del pueblo.
El
método de Paulo Freire es, fundamentalmente, un método de cultura popular; da
conciencia y politiza. No absorbe lo político en lo pedagógico ni enemista la
educación con la política. Las distingue sí, pero en la unidad del mismo
movimiento en que el hombre se historiza y busca reencontrarse, esto es, busca
ser libre. No tiene la ingenuidad de suponer que la educación, y sólo ella,
decidirá los rumbos de la historia, si no tiene, con todo, el coraje suficiente
para afirmar que la educación verdadera trae a
la conciencia las contradicciones del mundo humano, sean estructurales,
superestructurales o interestructurales, contradicciones que impelen al hombre
a ir adelante. Las contradicciones concienciadas no le dan más descanso sino
que vuelven insoportable la acomodación. Un método pedagógico de concienciación
alcanza las últimas fronteras de lo humano. Y como el hombre siempre las
excede, el método también lo acompaña. Es “la educación como práctica de la
libertad”.
En
un régimen de dominación de conciencias, en que los que más trabajan menos
pueden decir su palabra, y en que inmensas multitudes ni siquiera tienen
condiciones para trabajar, los dominadores mantienen el monopolio de la
palabra, con que mistifican, masifican y dominan. En esa situación, los
dominados, para decir su palabra, tienen que luchar para tomarla. Aprender a
tomarla de los que la retienen y niegan a los demás, es un difícil pero imprescindible
aprendizaje: es la “pedagogía del oprimido”.
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