GRAHAM GREENE (1904 – 1991)
EL PODER Y LA GLORIA
TRIGESIMOSEGUNDA
ENTREGA
SEGUNDA
PARTE
II (3)
Los relámpagos cubrían las ventanas como sábanas
blancas y el trueno sonó de pronto sobre sus cabezas. La única bombilla
vacilaba mortecina cerca del techo.
-Esto es mala noticia para mis hombres -observó el jefe
pisando un escarabajo que se acercaba demasiado.
-¿Qué
mala noticia?
-El que
las lluvias empiecen tan pronto. Ya sabe usted que andan persiguiendo a uno.
-¿El
gringo...?
-Ése en realidad no importa; pero el gobernador se
ha enterado de que todavía hay un cura, y ya conoce sus sentimientos a este
respecto. Por mí, dejaría tranquilo al pobre diablo. Acabaría por morir de
hambre, o de fiebre, o se rendiría. No puede hacer ningún bien ni... ningún
mal. ¡Qué!, si nadie había notado siquiera que anduviese por aquí hasta hace
unos meses.
-Tendrán
ustedes que apresurarse.
-Oh, no
tiene ninguna probabilidad de escapar. A menos que gane la frontera. Tenemos a
un hombre que le conoce. Habló con él. Pasó con él la noche. Hablemos de otra
cosa. ¿A quién le gustaría convertirse en policía?
-¿Dónde
cree usted que está?
-Se
sorprendería usted.
-¿Por
qué?
-Está aquí; en esta ciudad, quiero decir. Es una
deducción. Ya ven ustedes; desde que cogemos rehenes en las aldeas en realidad
no puede estar en otro lado... Le echan, no quieren tenerlo. Por lo tanto,
hemos lanzado sobre su pista, como a un sabueso, a ese hombre de que les
hablaba. Caerá en sus manos un día u otro... y entonces...
El del
traje de dril preguntó:
-¿Han
tenido que fusilar muchos rehenes?
-Todavía no. Tres o cuatro quizá. Bueno. Aquí está
el final de la cerveza. ¡Salud! -Dejó el vaso con pena-. Acaso tomaría
ahora una gota más de su... sidral, ¿lo llamaremos así?
-Sí, por
supuesto.
-¿No le
he visto a usted antes? Su cara algo...
-No creo
haber tenido el honor.
-Eso es otro misterio -dijo el jefe, extendiendo
una pierna larga y gruesa y empujando con suavidad al mendigo hacia los pies de
la cama-, de qué modo cree uno haber visto antes... personas y lugares. ¿Fue
soñando o en una vida anterior? Una vez le oí decir a un doctor que ello estaba
relacionado con la retina. Pero era un yanqui. Un materialista.
-Recuerdo
que una vez... -empezó el primo del gobernador.
Un rayo cayó en el puerto y el trueno resonó sobre
el tejado. Aquello era en conjunto la atmósfera de todo el Estado: fuera la
tormenta, y dentro la conversación continua; palabras como “misterio” y “alma”
y “fuente de vida” se repetían una y otra vez mientras hablaban, sentados en la
cama sin nada que creer, ni sitio mejor adonde ir.
El del
traje de dril aventuró tímidamente:
-Creo...
tal vez sería mejor que me marchase.
-¿Adonde?
-Oh...
con unos amigos -respondió vagamente abarcando en un amplio ademán todo un
mundo de amistades ficticias.
-Debería
llevarse la bebida consigo -dijo el primo del gobernador. Admitió-: Después de
todo, usted la ha pagado.
-Muchas
gracias, Excelencia.
Cogió la botella de aguardiente. Apenas quedarían
unos tres dedos. La botella de vino, desde luego, estaba vacía del todo.
-Escóndala,
hombre, escóndala -le advirtió con viveza el primo del gobernador.
-Oh, por
supuesto, Excelencia; tendré cuidado.
-No ha
de llamarle Excelencia -dijo el jefe.
Berreó
una risotada y empujó al mendigo, tirándolo de la cama al suelo.
-No, no,
es que...
Salió escurriéndose cauteloso, sucio de lágrimas
debajo de los ojos enrojecidos y doloridos. Desde el vestíbulo oyó la
conversación empezar de nuevo: “misterio”, “alma”... Continuaba interminable,
sin fin.
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