CONDE
DE LAUTRÉAMONT (ISIDORE DUCASSE)
LOS
CANTOS DE MALDOROR
SEPTUAGÉSIMA ENTREGA
(Barral Editores / Barcelona 1970)
CANTO SEGUNDO
16
Ya es hora de ponerle
frenos a mi inspiración, y de hacer una pausa en el camino como cuando se
observa la vagina de una mujer; conviene examinar el trecho recorrido para
partir luego de un salto impetuoso, los miembros ya descansados. Hacer una tirada
de un solo golpe no es fácil, y las alas se fatigan mucho en un vuelo elevado,
sin esperanza ni remordimiento. No… no conduzcamos aun más profundamente la
jauría salvaje de picos y excavaciones de las minas explosivas de este canto
impío. El cocodrilo no cambiará una sola palabra del vómito salido del interior
de su cráneo. Tanto peor si alguna sombra furtiva, estimulada por el loable
designio de vengar a la humanidad injustamente atacada por mí, abre
subrepticiamente la puerta de mi cuarto, y rozando el muro como el ala de una
gaviota, hunde un puñal en las costillas del saqueador de restos celestiales.
Da lo mismo que la arcilla disuelva sus átomos de ese modo o de otro.
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