EXCLUSIVO
DESDE MÉXICO / DOS ASEDIOS A LA OBRA DE SAÚL IBARGOYEN
JOSÉ LUIS
MEGCHUNG
POESÍA POLÍTICA DE SAÚL IBARGOYEN
En la poesía política escrita por Ibargoyen, se aglutinan por un lado,
su experiencia como luchador social y hombre de letras así como un gorjear
“humano”. Los temas palpitantes que se relatan están fuera del tiempo en que
se escriben.
¿Es posible separar al hombre que afila su puñal con voluntad de
dañar, como símbolo y presencia activa de la brutalidad, de los demás
hombres?
Y esto no es imprevisto. Ferozmente, el hombre instalado en los poemas
de Saúl muestra el salvajismo, da la muerte. El poema “Noticias” habla del
veneno que supura el verdugo y el fiscal de un lugar cualquiera. La naturaleza
es fiereza y es dulzura, pero cuando en un lugar determinado se presenta como
cambalache lo puro por lo sórdido, entonces el dolor y la impotencia nos
hacen buscar un lugar donde resguardarnos, pero no, “no hay lugar en la
tierra para que el hombre descanse.”
En “Cero” el acto poético se presenta con un ritmo preciso. Se nota el
conocimiento del autor al tocar el mito de la destrucción. Se ha separado con
claridad el arroyo del mar donde desemboca. Es la conciencia que se ha
liberado de la maraña del caos y el engaño, ambos producto del tres, dos,
uno, cero que se oye antes del fogonazo. El deseo por no ver lo que acontece
en circunstancias dañinas ha quedado olvidado, a cambio del logos que acaba
con el mito del no lo sé o no puedo explicarlo.
“Ciclo del buen burgués” es un poema de metro irregular, donde no
aparece con facilidad el desencanto, pero la estructuración del poema, a
través de la certeza del poeta, se rechaza la comodidad donde se instala un
esquema social enajenado. En un paisaje absoluto, con la capacidad que él
mismo sabe que posee es a la vez tiernas hojas y frondosas raíces. Las raíces
le dan alimento espiritual, las hojas un misterio que lo hacen creador.
Transforma así la imagen en razón y elemento poético; para expresar lo inexpresivo.
En lo general, en todo la obra se nota el conocimiento técnico,
manejado con maestría. Y entonces resulta una feliz unión de imagen con
racionalidad. Sin duda, hubo la necesidad de desbrozar la inspiración que
puede resultar engañosa, pero que con la pluma de la experiencia, se producen
versos de gran claridad expresiva y contenido humano.
¿Qué hace Saúl con su poesía política? Pone contra el suelo los mitos
agresivos de las guerras, de la tortura, de lo infame del fusil y de las
muertes que generan. No es hablar del pavorreal lo que nos da la sorpresa,
son los actos atroces lo que el autor mete en el cajón, para que cualquier
hombre pueda apreciar con claridad lo que es despiadado. Hablar del pavorreal
debe ser lindo, pero no se trata de eso, en la tierra habita la brutalidad y
camina. En este libro no se habla de adoctrinamiento ideológico ni de la
moral que le es propia, no en el sentido filosófico. Se usa la claridad una
vez que se ha exorcizado el estupor del autor. Entonces se llega al estilo,
al tono, al ritmo de los poemas.
Y es a través de su poética que descubrimos al hombre y al poeta. Un
hombre que se ha sometido a la escuela subversiva de la experiencia. Sus
procedimientos han poblado la realidad en un transcurrir extraño y con sus expresiones
pretende dar un grito de alerta al lector. Pues encierra en el cajón de lo
accesible a esos seres torvos. Y sin embargo hay que señalar que los poemas
no tienen la intención de erigirse en juez y dar castigo. Señala aconteceres
terroríficos dentro de la sociedad, esa parte de la sociedad rapaz y malvada,
que existe y que muchas veces no acepta ni comprende la parte noble del
humano; sociedad que algunas veces exalta el crimen y aun admira a ese grupo
de lobos sedientos de sangre y ejecutores de martirios..
Los versos de Poesía Política tiene
la intención de hablar al otro, al hombre, mediante la puesta en práctica de
un determinado suceso. Estos tienen una constante y es que se mueven entre el
lodo y la sangre de esbirros y poderosos. El poeta que escribe es un ser
aislado, el proceso de auscultación se da hacía el interior de quien escribe,
y este tiende un puente de comunicación hacia el exterior. Con cuidado para
no crear un mundo ficticio que se oponga a la realidad.
Usando la fantasía se llega a expresar una creación de la realidad.
Esto es interrogar a las cosas, a los sucesos, a los otros. Por eso se
considera al autor un ente social, aplicado a un deber. Dice el poeta Cesare
Pavese en el libro Oficio de poeta:
Aquí está el deber y la justificación.
O, se estimula su buena fe hasta comprender que los nuevos deberes son, ante
todo, de humildad, humíllese desinteresadamente ante los otros, ante los
compañeros, ante las cosas. Escuchar y aceptarse a sí mismo, no quiere decir
debatirse en charlas, sino atender a su propio oficio, humillándose en ello,
produciendo valores.
La conversación de la poesía debe ser libre y tratar de todo, con
desenfreno. La poesía es verdad solo a partir de la sinceridad de la pluma
del escribiente que tiene su fundamento en la razón y en el corazón; un
hambre por decir sus amores o sus recuerdos o su vida oculta o infantil.
Encender el espíritu de los tiempos. Se encuentra belleza en temas de presos
de labriegos, de habitantes de casas lupanares, de los jóvenes y los viejos y
aún quizá en la trivialidad.
La poesía de Ibargoyen no es una exhortación, no hace política ni
estrategias de clase. Pretende ser una poesía universal y no local, no habla
de las incongruencias y desgracias del extraño México. Es una poesía dirigida
a todos los que somos.
Los temas tratados están en un monolito de asuntos varios. De ahí se
desprenden pedazos y el autor trabaja y alumbra a estos en la constancia y la
experiencia. El lector recorre las páginas del libro como en escalofrío, sintiendo
el escalofrío de personajes que representan cientos de gentes que han
transitado en el horror. ¿Y habremos de decantar los hechos, lo vivido y la
dureza de los mismos? Si, se decanta y la voz dicta a la mano escribir con
sensibilidad lo que ya no está en el tiempo en que sucedieron.
Es el punto de decir que hay autores de renombre que han expresado a
través de la poesía temas políticos: Neruda, José Martí, de Nicaragua Ernesto
cardenal y el hondureño Roberto Sosa, entre otros. Cada uno con su estilo y
su momento y obvio dibujado con la personalidad humanista de cada autor. Por
eso se da la posibilidad de tratar el tema ligero o fuerte. Y esto toca
juzgar al lector de dichas poéticas.
Ciudad de Tuxtla, Chiapas. Julio 2016.
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JUAN CARLOS CASTRILLÓN
SOBRE LA ÚLTIMA COPA O LA
EMBRIAGUEZ SAGRADA DE SAÚL IBARGOYEN
¡No había en el mundo cosa más horrible que una botella vacía! Salvo un
vaso vacío.
Malcolm Lowry
No tengo una predisposición constitucional hacia el alcohol. No soy
estúpido. Tampoco soy vicioso. Conozco los efectos de la bebida de la A a la Z
y actúo en consecuencia.
Jack London
Los ebrios consuetudinarios sabemos que en el alcohol se encuentran potencializadas
todas las contradicciones de la experiencia humana: desde la ternura más
profunda, a la violencia más atroz, pasando por la risa, el llanto, y la
ridiculez; tal vez por eso bebemos: para dominar-liberar-obnubilar la dramática
lucha por la sobrevivencia cotidiana en medio de una sociedad envilecida hasta
el tuétano por un sistema decadente. El consumo de alcohol es esa cárcel que te
libera. En la literatura se ha vuelto un chiché, terco lugar común, debido a
cientos de mediocres imitadores del gringo Charles Bukowsky, que banalizan el
tema y creen infantilmente que por el simple hecho de escribir sobre cantinas y
prostíbulos, ya por eso están haciendo arte. Por fortuna, también contamos con
obras maestras que profundizan el fenómeno del alcoholismo, nos lo muestran
crudo, duro, en su humana magnificencia, sin fáciles moralismos, pero imbuido
de un salvaje lirismo que nos conmueve y nos obliga a mirar en nuestros propios
abismos.
Tal es el caso de la breve pero intensa novela que hoy me corresponde
presentar: La Última Copa, del maestro de nacionalidad
planetaria Saúl Ibargoyen; novela que es digna heredera de otros tres portentos
narrativos, que me permito recomendar: Las Memorias Alcohólicas del Norteamericano
Jack London, Bajo el Volcán del Inglés Malcolm Lowry, y La
Leyenda del Santo Bebedor del Ucraniano Joseph Roth. El libro que
ahora nos ocupa no desmerece en absoluto frente a estos clásicos, por el
contrario aporta una íntima visión contemporánea y completamente
latinoamericana del prodigio báquico, o sea el amor por el chupe y los efectos
que provoca, dice Saúl en la página 88:
En definitiva el briago cumple acciones a veces insólitas o inesperadas:
como los héroes homéricos, que si sabían chupar, hace lo que casi nadie puede
simplemente hacer, ¿y eso no origina celos que luego se transforman hasta en
desprecio?
El personaje principal está convenientemente anonimizado como "el
muchacho" o "el hombre", y puede ser cualquiera: Tú, yo, el
vecino de a lado, cualquiera puede calzarse las botas tentaleantes de este
borracho iluminado. Los capítulos están enriquecidos con fragmentos de tangos,
boleros y rancheras, que animan al lector a seguir intoxicándose con esta
alucinante poesía, no en balde el "auctor"-debo reiterarlo- es uno de
los más importantes rapsodas de los últimos 50 años en nuestro atribulado
continente, maestro asimismo de numerosas generaciones. Finalmente Ibargoyen es
el perfecto ejemplo del gran sobreviviente: Sobrevivió dictaduras, represiones,
exilios, traiciones, vicios, desamores, marginaciones, y hasta marcapasos; y
aquí sigue tan campante en pleno nuevo milenio, con esa noble actitud
militante, y esa sempiterna sonrisa adolescente; ese es tal vez el mensaje más
importante de este libro: que todo puede superarse, todo puede ser sobrevivido,
inclusive uno mismo en sus miserias y en sus grandezas. Termino mi invitación a
emborracharnos con La Última Copa con palabras secuestradas al
español Carlos Barral:
se trata de cómo el vino transforma el mundo, cambia sus leyes, todas,
incluso la virtud de los santos, para hacerlo habitable y grato a los que creen
en él.
Gracias por su atención, y por supuesto ¡salud!
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