MARX LLEVABA
BASTANTE RAZÓN
por Vicenç Navarro
(Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu
Fabra, profesor en la Universidad John Hopkins de Baltimore. Columnista en el
Periódico Público de España)
Como consecuencia del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tiene
en los mayores medios de difusión y comunicación, incluso académicos, en España
(incluyendo Catalunya), el grado de desconocimiento de las distintas teorías
económicas derivadas de los escritos de Karl Marx en estos medios es abrumador.
Por ejemplo, si alguien sugiere que para salir de la Gran Recesión se necesita
estimular la demanda, inmediatamente le ponen a uno la etiqueta de ser un
keynesiano, neo-keynesiano o “lo que fuera” keynesiano.
En realidad, tal medida pertenece no tanto a Keynes, sino a las teorías
de Kalecki, el gran pensador polaco, claramente enraizado en la tradición
marxista, que, según el economista keynesiano más conocido hoy en el mundo,
Paul Krugman, es el pensador que ha analizado y predicho mejor el capitalismo,
y cuyos trabajos sirven mejor para entender no solo la Gran Depresión, sino
también la Gran Recesión. En realidad, según Joan Robinson, profesora de
Economía en la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, y discípula
predilecta de Keynes, este conocía y, según Robinson, fue influenciado en gran
medida por los trabajos de Kalecki.
Ahora bien, como Keynes es más tolerado que Marx en el mundo académico
universitario, a muchos académicos les asusta estar o ser percibidos como
marxistas y prefieren camuflarse bajo el término de keynesianos. El camuflaje
es una forma de lucha por la supervivencia en ambientes tan profundamente
derechistas, como ocurre en España, incluyendo Catalunya, donde cuarenta años
de dictadura fascista y otros tantos de democracia supervisada por los poderes
fácticos de siempre han dejado su marca. Al lector que se crea que exagero le
invito a la siguiente reflexión. Suponga que yo, en una entrevista televisiva
(que es más que improbable que ocurra en los medios altamente controlados que
nos rodean), dijera que “la lucha de clases, con la victoria de la clase
capitalista sobre la clase trabajadora, es esencial para entender la situación
social y económica en España y en Catalunya”; es más que probable que el
entrevistador y el oyente me mirasen con cara de incredulidad, pensando que lo
que estaría diciendo sería tan anticuado que sería penoso que yo todavía
estuviera diciendo tales sandeces. Ahora bien, en el lenguaje del establishment
español (incluyendo el catalán) se suele confundir antiguo con anticuado, sin
darse cuenta de que una idea o un principio pueden ser muy antiguos, pero no
necesariamente anticuados. La ley de la gravedad es muy, pero que muy antigua,
y sin embargo, no es anticuada. Si no se lo cree, salte de un cuarto piso y lo
verá.
La lucha de clases existe
Pues bien, la existencia de clases es un principio muy antiguo en todas
las tradiciones analíticas sociológicas. Repito, en todas. Y lo mismo en cuanto
al conflicto de clases. Todos, repito, todos los mayores pensadores que han
analizado la estructura social de nuestras sociedades -desde Weber a Marx-
hablan de lucha de clases. La única diferencia entre Weber y Marx es que,
mientras que en Weber el conflicto entre clases es coyuntural, en Marx, en
cambio, es estructural, y es intrínseco a la existencia del capitalismo. En
otras palabras, mientras Weber habla de dominio de una clase por la otra, Marx
habla de explotación. Un agente (sea una clase, una raza, un género o una
nación) explota a otro cuando vive mejor a costa de que el otro viva peor. Es
todo un reto negar que haya enormes explotaciones en las sociedades en las que
vivimos. Pero decir que hay lucha de clases no quiere decir que uno sea o deje
de ser marxista. Todas las tradiciones sociológicas sostienen su existencia.
Las teorías de
Kalecki
Kalecki es el que indicó que, como señaló Marx, la propia dinámica del
conflicto Capital-Trabajo lleva a la situación que creó la Gran Depresión, pues
la victoria del capital lleva a una reducción de las rentas del trabajo que
crea graves problemas de demanda. No soy muy favorable a la cultura talmúdica
de recurrir a citas de los grandes textos, pero me veo en la necesidad de
hacerlo en esta ocasión. Marx escribió en
El Capital lo siguiente: “Los trabajadores son importantes para los
mercados como compradores de bienes y servicios. Ahora bien, la dinámica del
capitalismo lleva a que los salarios -el precio de un trabajo- bajen cada vez
más, motivo por el que se crea un problema de falta de demanda de aquellos
bienes y servicios producidos por el sistema capitalista, con lo cual hay un
problema, no solo en la producción, sino en la realización de los bienes y
servicios. Y este es el problema fundamental en la dinámica capitalista que
lleva a un empobrecimiento de la población, que obstaculiza a la vez la
realización de la producción y su realización”. Más claro, el agua. Esto no es
Keynes, es Karl Marx. De ahí la necesidad de trascender el capitalismo
estableciendo una dinámica opuesta en la que la producción respondiera a una
lógica distinta, en realidad, opuesta, encaminada a satisfacer las necesidades
de la población, determinadas no por el mercado y por la acumulación del
capital, sino por la voluntad política de los trabajadores.
De ahí se derivan varios principios. Uno de ellos, revertir las
políticas derivadas del dominio del capital (tema sobre el cual Keynes no habla
nada), aumentando los salarios, en lugar de reducirlos, a fin de crear un
aumento de la demanda (de lo cual Keynes sí que habla) a través del aumento de
las rentas del trabajo, vía crecimiento de los salarios o del gasto público
social, que incluye el Estado del bienestar y la protección social que Kalecki
define como el salario social.
Mirando los datos se ve claramente que hoy las políticas neoliberales
realizadas para el beneficio del capital han sido responsables de que desde los
años ochenta las rentas del capital hayan aumentado a costa de disminuir las
rentas del trabajo (ver mi artículo “Capital-Trabajo: el origen de la crisis
actual” en Le Monde Diplomatique,
julio 2013), lo cual ha creado un grave problema de demanda, que tardó en
expresarse en forma de crisis debido al enorme endeudamiento de la clase
trabajadora y otros componentes de las clases populares (y de las pequeñas y
medianas empresas). Tal endeudamiento creó la gran expansión del capital
financiero (la banca), la cual invirtió en actividades especulativas, pues sus
inversiones financieras en las áreas de la economía productiva (donde se
producen los bienes y servicios de consumo) eran de baja rentabilidad
precisamente como consecuencia de la escasa demanda. Las inversiones
especulativas crearon las burbujas que, al estallar, crearon la crisis actual
conocida como la Gran Depresión. Esta es la evidencia de lo que ha estado
ocurriendo (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al
pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015)
De ahí que la salida de la Gran Crisis (en la que todavía estamos
inmersos) pase por una reversión de tales políticas, empoderando a las rentas
del trabajo a costa de las rentas del capital. Esta es la gran contribución de
Kalecki, que muestra no solo lo que está pasando, sino por dónde deberían
orientar las fuerzas progresistas sus propuestas de salida de esta crisis, y
que requieren un gran cambio en las relaciones de fuerza Capital-Trabajo en
cada país. El hecho de que no se hable mucho de ello responde a que las fuerzas
conservadoras dominan el mundo del pensamiento económico y no permiten la
exposición de visiones alternativas. Y así estamos, yendo de mal en peor. Las
cifras económicas últimas son las peores que hemos visto últimamente.
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