UNA DE LAS POCAS ENTREVISTAS QUE CONCEDIÓ CARLOS CASTANEDA
por Daniel Trujillo
(Periódico Uno Mismo / Argentina-Chile
/ 1997)
Quien se ha acercado a los libros de Carlos Castaneda estará de acuerdo que pocos libros son más atrapantes o quizás, para ser más precisos, tan embrujantes, como la saga que relata la incursión de un elusivo antropólogo sudamericano (¿un peruano críado en Brasil?) a tierras yaquis para iniciar una larga relación con el brujo Don Juan Matus, depositario de una ancestral tradición esóterica de chamanes-guerreros toltecas.
El mainstream de la sociología y de la
antropología consideran que la obra de Castaneda es ficción, una invención de
su imaginación hambrienta de poder y notoriedad, versada, sin duda, en
profundos conocimientos esotéricos: una síntesis posmoderna de las tradiciones
espirituales de diversas culturas, una adaptación incluyendo conceptos de la
física cuántica que formarían parte del cuerpo deshermetizado del new age (la
similitud entre el nagual y el tonal con el mundo de la voluntad y el mundo de
la representación de Schopenhauer y con la totalidad implicada y la totalidad
explicada del físico David Bohm, son notables, pero esto podría ser sólo la
resonancia compartida de profundos atisbos metafísicos).
Más allá de todos los argumentos que se
puedan hacer sobre la veracidad de la obra de Castaneda, ante el poder puro de
sus textos hasta en el más escéptico germina la duda de la existencia de este
inexorable brujo del México secreto (Don Juan, valga la distancia, es un poco
el Sócrates de Castaneda) y de las realidades alternas a las que lo lleva el
entrenamiento de su percepción (convertirse en un cuervo que percibe el mundo
en negativo, emplear lagartijas telepáticas a manera de óraculo, o tener un
rendez-vouz con el espíritu del peyote en su forma canina, por decir sólo
algunas de tono zoomórfico). De lo que no hay duda es que a través del arte de
su escritura -brujería o literatura- Castaneda, el arquetípico trickster
que oculta diamantes en espejismos, conjura un sistema de percepción y de
filosofía práctica que toca las fibras más profundas de la naturaleza humana,
que se enfrenta al misterio de un universo infinito, tan despiadado como
maravilloso.
Recordando a Castaneda, cuya obra es en
sí misma un acto de brujería, una emanación del águila y del nagual (¿acaso
ebria ante el esplendor del poder que canaliza?), reproducimos esta rara
entrevista publicada en el diario Uno Mismo, en Chile y Argentina, en 1997,
realizada por Daniel Trujillo, vía Castaneda.com:
Señor Castaneda, durante años usted permaneció en el más absoluto
anonimato. ¿Qué le ha impulsado a dejar esa condición para dedicarse hoy a
difundir públicamente las enseñanzas que, junto a sus compañeras actuales,
recibió del nagual Juan Matus?
Lo que nos obliga a difundir las ideas
de don Juan Matus es la necesidad impostergable de aclarar lo que él nos
enseñó. Yo y sus otras tres estudiantes hemos llegado a la unánime conclusión
de que el mundo que nos presentó don Juan Matus está al alcance de los medios
perceptivos de todos los seres humanos. Argüimos entre nosotros cuál sería el
camino adecuado. ¿Permanecer en el anonimato como don Juan nos propuso? Esto no
encontraba entre nosotros un eco placentero. El otro camino disponible era el
de difundir las ideas de don Juan: un camino inmensamente más peligroso y
agotador, pero el único que creemos tiene la dignidad con la que don Juan
embebió sus enseñanzas.
Considerando que usted ha dicho que los actos de un guerrero son
impredecibles, y de hecho así lo hemos comprobado durante tres décadas,
¿podemos esperar que esta etapa pública suya se prolongue en el tiempo? ¿Hasta
cuándo?
No hay manera de establecer un criterio
temporal para nosotros. Vivimos de acuerdo a las premisas propuestas por don
Juan y jamás nos apartamos de ellas. Don Juan Matus nos dio el terrible ejemplo
de un hombre que vivía como él lo describía. El ejemplo de un hombre monolítico
que no tiene dos caras. Y digo que es un ejemplo terrible porque es lo más
difícil de emular; ser monolítico y al mismo tiempo tener la flexibilidad para
encarar lo que fuera; esa era la manera de vivir de don Juan.
Dentro de estas premisas lo único que
se puede ser es un conducto impecable. Uno no es el jugador de esta partida de
ajedrez cósmico, uno es simplemente una ficha de ajedrez. Quien decide todo es
una fuerza impersonal consciente que los brujos llaman el Intento o el
Espíritu.
Según he podido comprobar, la Antropología ortodoxa resta credibilidad a
su obra, lo mismo que los pretendidos defensores del patrimonio cultural
precolombino de América. Subsiste la creencia de que su obra es puramente el
fruto de su talento literario, por cierto, excepcional; mientras que otros
sectores lo acusan de un doble comportamiento, porque, supuestamente, su estilo
de vida y sus actividades son contrarios a lo que la mayoría espera de un
chamán. ¿Cómo puede zanjar estas suspicacias?
El sistema cognitivo del hombre
occidental nos fuerza a movernos a través de ideas preconcebidas. Basamos
nuestros juicios en algo que es siempre "a priori", por ejemplo la
idea de "lo ortodoxo". ¿Qué es la antropología ortodoxa? ¿La que se
enseña en el aula? ¿Y, cuál es la conducta de los chamanes? ¿Ponerse plumas en
la cabeza y bailar a los espíritus?
Han acusado a Carlos Castaneda durante
treinta años de crear un personaje literario, simplemente porque lo que yo les
decía no coincidía con el "a priori" antropológico, con las ideas
establecidas en el aula o en el campo de acción antropológico. Sin embargo, lo
que me presentó don Juan sólo podía caber en un campo de acción total, y bajo
tales circunstancias sucede muy poco o casi nada de lo preconcebido.
Nunca he podido llegar a conclusiones
acerca del chamanismo, porque para hacer esto se necesita ser un miembro activo
del mundo de los chamanes. Es muy fácil para un científico social, digamos por
ejemplo un sociólogo, llegar a conclusiones sociológicas acerca de cualquier
tema relacionado con el mundo occidental, porque el sociólogo es un miembro
activo del mundo occidental. Pero, ¿cómo puede un antropólogo que pasa a lo más
dos años estudiando otras culturas, llegar a conclusiones fidedignas acerca de ellas?
Para adquirir membrecía en un mundo cultural se necesita una vida entera. Yo he
estado trabajando más de treinta años en el mundo cognitivo de los chamanes del
México antiguo y sinceramente creo que no he llegado aún a adquirir la
membrecía que me permita llegar a conclusiones, o siquiera proponerlas.
He discutido acerca de esto con
personas de diferentes disciplinas y siempre parecen entender y estar de
acuerdo con las premisas que estoy exponiendo. Pero luego se dan vuelta, y se
olvidan de todo lo que acordaron y continúan manteniendo los principios
académicos "ortodoxos" sin importarles la posibilidad de un error
absurdo en sus conclusiones. Nuestro sistema cognitivo parece ser impenetrable.
¿Qué finalidad tiene el hecho de que usted se niegue a ser fotografiado,
a que se grabe su voz o se conozcan sus datos biográficos? ¿Podría algo de esto
afectar, y de qué manera, los logros alcanzados en su trabajo espiritual? ¿No
cree que sería útil para algunos sinceros buscadores de la verdad conocer quién
es usted realmente, como una forma de comprobar que realmente es posible seguir
el camino que pregona?
En cuanto a fotografías y datos
personales, yo y los otros tres discípulos de don Juan Matus seguimos los
dictados de este. La idea principal detrás de abstenerse de dar datos
personales es muy simple para un chamán como don Juan. Es imprescindible dejar
a un lado lo que él llamaba la "historia personal". Alejarse del
"yo" resulta algo bastante engorroso y difícil. Lo que buscan los
chamanes como don Juan es un estado de fluidez donde el "yo" personal
no cuenta. El creía que este hecho afecta indiscutiblemente a quien entra
dentro de ese campo de acción, y afecta de una manera positiva aunque
subliminal, ya que estamos muy acostumbrados a fotografías, grabaciones, datos
biográficos, todos ellos engendrados por la idea de la importancia personal. Él
decía que es mejor no saber nada de un chamán; de ese modo, en vez de una
persona uno se encuentra con una idea sostenible, lo opuesto a lo que pasa en
el mundo cotidiano, donde sólo encontramos personas con problemas psicológicos
y sin ideas, y todos ellos repletos hasta el tope del "yo, yo, yo".
¿Cómo deben entender sus seguidores la existencia de todo un mecanismo
comercial y publicitario -al margen de su obra literaria- en torno al
conocimiento que usted y sus compañeras difunden? ¿Qué relación tiene usted
realmente con Cleargreen Incorporated y las otras empresas (Laugan
Producciones, Toltec Artists)? Me refiero a vínculos comerciales.
A estas alturas de mi trabajo
necesitaba de alguien que pudiera representarme en la difusión de las ideas de
don Juan Matus. Cleargreen es una corporación que tiene una gran afinidad con
nuestro trabajo, lo mismo que Laugan Productions y Toltec Artists. La idea de
difundir las enseñanzas de don Juan a un mundo moderno como el nuestro implica
el uso de medios comerciales y artísticos que no están al alcance de mis medios
individuales. Como corporaciones afines a las ideas de don Juan, Cleargreen
Incorporated, Laugan Productions y Toltec Artists son capaces de proporcionarme
los medios para difundir lo que quiero difundir.
El afán de las corporaciones
impersonales es siempre el de dominar y transformar todo lo que se les presenta
y adoptarlo a su propia ideología. De no ser por el sincero interés de
Cleargreen, Laugan Productions y Toltec Artists, todo lo que don Juan dijo
habría ya sido transformado en otra cosa.
Existe un sinnúmero de personajes que de una u otra manera se han
"colgado" de usted para adquirir notoriedad pública. ¿Qué opinión le
merece el accionar de Víctor Sánchez, quien ha interpretado y reordenado sus
enseñanzas para elaborar una teoría personal? ¿O las afirmaciones de Ken Eagle
Feather, quien asegura que ha sido escogido como discípulo por el mismísimo don
Juan, vuelto a esta dimensión sólo para ello?
Efectivamente hay una serie de personas
que se titulan a sí mismos estudiantes míos o del mismo don Juan, a quienes yo
nunca he conocido y que puedo asegurar que don Juan nunca conoció. Don Juan
Matus estaba interesado exclusivamente en la perpetuación de su linaje de
chamanes. Él tuvo cuatro discípulos que perduran hasta el día de hoy. Tuvo
otros que partieron con él. Don Juan no estaba interesado en enseñar su
conocimiento, lo hizo con sus discípulos a fin de que continuaran su linaje.
Sus discípulos, como no pueden continuar el linaje de don Juan, se han visto
obligados a esparcir sus ideas.
El concepto del maestro que enseña su
conocimiento es parte de nuestro sistema cognitivo, pero no es parte del
sistema cognitivo de los chamanes del México antiguo. Para ellos enseñar era un
absurdo. Transmitir su conocimiento a quienes iban a perpetuar la vida del
linaje era otro asunto.
El hecho de que haya una serie de
individuos empeñados en usar mi nombre o el de don Juan es simplemente una
maniobra fácil para beneficiarse sin mucho trabajo.
Consideremos el significado de la palabra "espiritualidad"
como un estado de conciencia en que los seres humanos son plenamente capaces de
controlar las potencialidades de la especie, logro que se obtiene trascendiendo
la simple condición de animal, por medio de un arduo acondicionamiento
psíquico, moral e intelectual. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Cómo se
integra el mundo de don Juan en este contexto?
Para don Juan Matus, como un chamán
pragmático y lleno de cordura, "la espiritualidad" era una idealidad
vacía, una aseveración sin fundamento que nos parece muy bella porque está
incrustada en conceptos literarios y expresiones poéticas, pero que nunca pasa
de ahí.
Los chamanes como don Juan son
esencialmente prácticos. Para ellos sólo existe un universo predatorio, donde
la inteligencia o la conciencia de ser son el producto de desafíos de vida o
muerte. Él se consideraba un navegante del Infinito y decía que para navegar en
lo desconocido, como lo hace un chamán, uno necesita pragmatismo ilimitado,
cordura sin medida y "agallas de acero".
En vista de todo esto don Juan creía
que "la espiritualidad" es simplemente una descripción de algo
imposible de lograr bajo los patrones del mundo cotidiano, y no es un modo vivo
de actuar.
Usted ha señalado que su actividad literaria se debe a las instrucciones
de don Juan, lo mismo que la de Taisha Abelar y Florinda Donner-Grau. ¿Con qué
objetivo?
El objetivo de escribir los libros fue
dado por don Juan. Él aseveraba que si uno no es escritor, aun puede escribir,
pero el escribir se transforma de una acción literaria en una acción
chamanística. Quien decide el tema y el desarrollo de un libro no es la mente
del escritor, sino una fuerza que los chamanes consideran como la base del
universo y a la que llaman el Intento. Es el Intento quien decide la producción
de un chamán, ya sea literaria o cualquier otra.
De acuerdo con don Juan, un practicante
de chamanismo tiene el deber, la obligación de saturarse con toda la
información disponible. El trabajo de un chamán es el de informarse de una
manera plena de todo lo posible relacionado con el tópico de su interés. El
acto chamanístico consiste en abandonar todo interés de dirigir el curso que
tal información tome. "Quien arregla las ideas que nacen de tal fuente de
información no es el chamán -decía don Juan-, sino el Intento. El chamán es
simplemente un conducto impecable". El escribir era para don Juan un
desafío chamanístico, no una tarea literaria.
Si me permite la siguiente afirmación, su obra plantea conceptos
estrechamente relacionados con las doctrinas filosóficas orientales, pero
resulta contradictoria con lo que se conoce comúnmente de la cultura indígena
mexicana. ¿Dónde se encuentran las similitudes y diferencias entre una y otra?
No tengo la menor idea. No soy erudito
ni en lo uno ni en lo otro. Mi trabajo consiste en una información
fenomenológica del mundo cognitivo al que me introdujo don Juan Matus. Desde el
punto de vista de la fenomenología como método filosófico, no es posible llegar
a aseveraciones relacionadas con el fenómeno bajo escrutinio. El mundo de don
Juan Matus es tan vasto, misterioso y contradictorio que no se presta a un
ejercicio de exposición lineal; como mucho, se puede describir, y esto haciendo
un esfuerzo supremo.
Asumiendo que las enseñanzas de don Juan han pasado a formar parte de la
literatura ocultista, ¿qué opinión le merecen otras enseñanzas, por ejemplo,
las filosofías masónica, Rosacruz, el Hermetismo, y disciplinas tales como la
Cábala, el Tarot y la Astrología, comparándolas con el nagualismo? ¿Ha tenido
alguna vez o mantiene contacto con alguna de estas vertientes o con sus
seguidores?
De nuevo no tengo ni la menor idea de
cuáles son las premisas, los puntos de vista, ni los temas de tales
disciplinas. Don Juan nos presentó el problema de navegar en lo desconocido y
esto nos toma todo el esfuerzo disponible.
¿Algunos de los conceptos de su obra, como el punto de encaje, las
emanaciones de energía que componen el universo, el mundo de los seres
inorgánicos, el Intento, el Acecho y el Ensueño, tienen una contrapartida en el
conocimiento occidental? Por ejemplo, hay quienes ven en el hombre como huevo
luminoso una expresión del aura…
No, nada de lo que don Juan nos enseñó
parece tener una contrapartida en el conocimiento occidental, que yo sepa.
Una vez, cuando don Juan aún estaba
presente, pasé un año entero a la búsqueda de gurus, maestros, sabios que me
dieran un indicio de lo que estaban haciendo. Quería saber si había algo en el
mundo de entonces que fuera similar a lo que don Juan decía y hacía.
Mis recursos eran muy limitados y sólo
me llevaron a conocer a los maestros establecidos que tenían millares de
seguidores, y desgraciadamente no pude encontrar nada parecido.
Concentrándonos ahora específicamente en su obra, sus lectores nos
encontramos a Carlos Castaneda diferentes. Primero, a un académico occidental
algo inepto y permanentemente desconcertado ante el poder de ancianos indios
como don Juan y don Genaro (principalmente en Las Enseñanzas de don Juan, Una
Realidad Aparte, Viaje a Ixtlán, Relatos de Poder y El Segundo
Anillo de Poder); luego, con un aprendiz de chamán avezado (en El Don del Águila, El Fuego Interior, El
Conocimiento Silencioso y, especialmente, en El Arte de Ensoñar). Si está de acuerdo con esta apreciación,
¿cuándo y cómo desapareció uno para dejar paso al otro?
No me considero ni chamán, ni maestro,
ni estudiante avanzado de chamanismo, ni tampoco me considero un antropólogo o
científico social del mundo occidental. Mis presentaciones han sido todas
descripciones de un fenómeno imposible de discernir bajo las condiciones del
conocimiento lineal del mundo occidental. Jamás pude dar a lo que me enseñaba
don Juan una explicación de causa y efecto o tuve la posibilidad de predecir lo
que él iba a decir o lo que iba a pasar. Bajo estas condiciones, el paso de un
estado a otro es subjetivo y no algo elaborado o producto de premeditación o
sabiduría.
En su obra es posible encontrar episodios francamente increíbles para la
mentalidad occidental. ¿Cómo podría alguien no iniciado comprobar que son
verdaderas esas "realidades aparte" que usted describe?
Se puede comprobar de una manera muy
simple. Prestando el cuerpo entero en vez del intelecto. Al mundo de don Juan
no se puede entrar intelectualmente como un diletante en pos de un conocimiento
rápido y pasajero, ni tampoco se puede comprobar nada. Lo único que se puede
hacer es llegar a un estado de conciencia acrecentada que nos permita percibir
al mundo que nos rodea de una manera más amplia. En otras palabras, la meta del
chamanismo de don Juan es romper los parámetros de la percepción histórica y
cotidiana, y entrar a percibir lo desconocido. De ahí que él se llamara a sí
mismo un navegante del Infinito. Él sostenía que más allá de los parámetros de
la percepción diaria, está el Infinito. Llegar a eso era la meta de su vida, y
puesto que él era un chamán extraordinario, nos inculcó a nosotros cuatro ese
deseo. Nos forzó a trascender el intelecto y a encarnar el concepto de la
ruptura de los parámetros de la percepción histórica.
Usted sostiene que la característica básica de los seres humanos es su
condición de "perceptores de energía". Señala el movimiento del punto
de encaje como un imperativo para percibir energía directamente. ¿Para qué
puede servir eso a un hombre del siglo XXI? ¿Cómo ayuda la consecución de esta
meta a la superación espiritual, según el concepto antes definido?
Los chamanes como don Juan sostienen
que todos los seres humanos poseemos la capacidad de percibir energía
directamente a medida que fluye en el universo. Consideran que el punto de
encaje, como ellos lo llaman, es un punto que existe en el campo de energía
total del hombre. En otras palabras, cuando un chamán percibe a un hombre como
energía que fluye en el universo, "ve" a una bola luminosa. En esa
bola luminosa el chamán puede "ver" un punto de gran brillo que está
situado a la altura de los omóplatos y a la distancia de más o menos un metro
detrás de ellos. Los chamanes sostienen que allí es donde se realiza la
percepción, que la energía que fluye en el universo se transforma allí en datos
sensoriales y que esos datos sensoriales son luego interpretados para dar como
resultado el mundo de la vida cotidiana. Los chamanes mantienen que se nos
enseña a interpretar, por lo tanto, se nos enseña a percibir.
El valor pragmático de percibir la energía
directamente a medida que fluye en el universo para el hombre del siglo XXI o
del siglo I es el mismo. Le permite ampliar los límites de su percepción y
utilizar dentro de sus medios ambientales tal ampliación. Don Juan decía que
sería extraordinario "ver" directamente la maravilla del orden y del
caos del universo.
Recientemente usted ha presentado una disciplina de ejercicios físicos
que denomina Tensegridad. ¿Puede explicarnos de qué se trata exactamente? ¿Qué
finalidad persigue? ¿Qué beneficios espirituales puede encontrar en ella quien
la practique de forma individual?
Según lo que nos enseñó don Juan Matus,
los chamanes que vivieron en México en tiempos antiquísimos descubrieron una
serie de movimientos, ejecutados con el cuerpo, que los llevaron a un estado de
desarrollo físico y mental de tal magnitud que decidieron llamar a tales
movimientos pases mágicos.
Don Juan nos dijo que por medio de sus
pases mágicos, dichos chamanes adquirieron un nivel de conciencia acrecentada
que les permitió ejecutar proezas de percepción indescriptibles.
Los pases mágicos fueron enseñados a
través de generaciones solamente a los practicantes de chamanismo, en medio de
un tremendo secreto y de complejos rituales. Así es como se los enseñaron a don
Juan Matus, y así es como él los transmitió a sus cuatro discípulos.
Nuestro esfuerzo ha consistido en
extender la enseñanza de tales pases mágicos a quien quiera aprenderlos. Los
hemos llamado Tensegridad y los hemos convertido, de movimientos enteramente
personales y propios de cada uno de los cuatro discípulos de don Juan, en
movimientos genéricos aplicables a cualquier persona.
La práctica de la Tensegridad en forma
individual o colectiva promueve la salud, el vigor, la juventud y el bienestar
general. Don Juan decía que la práctica de los pases mágicos ayuda a acumular
la energía necesaria para acrecentar la conciencia y ampliar los parámetros de
la percepción.
Aparte de sus tres compañeras, los asistentes a sus seminarios han
conocido a otro grupo de personas, como los Chacmoles, las Rastreadoras de
Energía, los Elementos, el Explorador Azul… ¿Quienes son ellos? ¿Se trata de
una nueva partida de videntes dirigida por usted? Si es así, ¿cómo podría
alguien integrarse en este grupo de aprendices?
Cada una de esas personas acerca de las
que usted pregunta son seres definidos que don Juan Matus como director de su
linaje nos encargó esperar. Él predijo la llegada de cada uno de ellos como
parte integral de una visión. Puesto que su linaje no podía continuar debido a
configuraciones energéticas propias de sus cuatro estudiantes, su misión se
transformó de perpetuar el linaje a cerrarlo, si fuera posible con broche de
oro.
Nosotros no estamos en posición de
cambiar esta directiva. No podemos buscar ni aceptar aprendices o miembros
vigentes de la nueva visión de don Juan. Lo único que podemos hacer es acceder
a los dictámenes del Intento.
El hecho de que se estén enseñando los
pases mágicos, guardados con celo por tantas generaciones, es una muestra de
que sí se puede llegar a ser parte de esta nueva visión de una manera indirecta
a través de la práctica de la Tensegridad y de la observación de las premisas
del camino del guerrero.
En Lectores del Infinito usted
ha utilizado el término "navegación" para definir lo que los brujos
hacen. ¿Están prontos a izar velas y levar anclas para iniciar el viaje
definitivo? ¿Acabará con ustedes el linaje de guerreros toltecas depositario de
este conocimiento?
Sí, efectivamente, el linaje de don
Juan acaba con nosotros.
¿Incluye el camino del guerrero el trabajo espiritual de la pareja, como
se encuentra en otras propuestas?
El camino del guerrero incluye todo y a
todos. Puede haber una familia entera de guerreros impecables. La dificultad
está en el terrible hecho de que las relaciones individuales están basadas en
inversiones emocionales, las cuales se desmoronan en el momento en el que el
practicante realmente practica lo que aprende. Por lo regular, en el mundo
diario, las inversiones emocionales nunca son examinadas y vivimos una vida
entera esperando que nos correspondan. Don Juan decía que mi manera de vivir y
de sentir se describía de una manera muy simple: "yo sólo doy lo que me
dan", y que yo era un inversor empedernido.
Si alguien quisiera emprender el trabajo espiritual ajustándose al
conocimiento difundido en sus libros, ¿a qué posibilidades de avance puede
aspirar? ¿Qué recomendaciones formularía a quienes desean poner en práctica por
propia cuenta las enseñanzas de don Juan?
No hay manera alguna de poner un límite
a lo que uno puede lograr de un modo individual si el intento es un intento
impecable. Las enseñanzas de don Juan no son espirituales, lo repito de nuevo,
puesto que esta cuestión ha salido a la superficie una y otra vez. La idea de
la espiritualidad no encaja con la disciplina férrea del guerrero. Lo que más
cuenta para un chamán como don Juan es la idea del pragmatismo. Cuando conocí a
don Juan yo me creía un hombre práctico, un científico social lleno de
objetividad y pragmatismo. Él acabó con mis ínfulas y me hizo ver que como
verdadero hombre occidental, yo no tenía nada de pragmático y nada de
espiritual. Llegué a entender que yo simplemente repetía el vocablo
"espiritualidad" para oponerlo a lo mercenario del mundo de todos los
días. Quería alejarme de la manera más certera del mercantilismo de la vida
diaria y a ese afán yo le llamaba espiritualidad. Cuando don Juan me exige
llegar a una conclusión, a una definición de lo que yo consideraba espiritual,
me di cuenta de que él estaba en lo cierto. Yo no sabía lo que decía.
Suena un poco petulante decir lo que
estoy diciendo, pero no hay otra manera de decirlo. Lo que quiere un chamán
como don Juan es el engrandecimiento de la conciencia de ser, esto es, poder
percibir con todas las posibilidades humanas de percepción, lo que implica una
labor descomunal y un propósito sin medida, cosas que no pueden ser suplidas
por la espiritualidad en el mundo occidental.
¿Hay algo que le gustaría explicarnos a los sudamericanos, especialmente
a los chilenos? ¿Quisiera exponer otros planteamientos, además de los
formulados?
No tengo nada más que añadir. Todos los
seres humanos estamos en el mismo nivel. Al comienzo de mi aprendizaje con don
Juan Matus él trató de hacerme ver lo común de la situación del hombre. Yo,
como sudamericano, estaba muy involucrado intelectualmente con la idea de la
reforma social. Un día le planteé la pregunta que yo creía era fatal. Le dije:
¿cómo es posible, don Juan, que usted permanezca impasible ante la situación
espantosa de sus congéneres, los indios yaquis de Sonora?
Yo sabía que un porcentaje de la
población yaqui sufría de tuberculosis y que no tenía remedio por su condición
económica.
Sí -me dijo don Juan- es una cosa muy
triste, pero figúrate que también es muy triste tu situación, y si tú crees
estar en condiciones mejores que los indios yaquis, te equivocas. Es la
condición del hombre en general el permanecer en un estado espeluznante de
caos. Nadie está mejor que otro. Todos somos seres que vamos a morir, y a menos
que tomemos en cuenta cabal esta situación, no hay remedio para nosotros.
Este es otro punto del pragmatismo de
los chamanes: el darse cuenta de que somos seres que vamos a morir. Los
chamanes afirman que así todo adquiere una medida y un orden trascendental.
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