FRANCISCO FATTORUSO
KHRONOS: INNOVÁNDOME A MÍ MISMO
por Patricia Schiavone
(8 / 7 / 2016)
Francisco Fattoruso hace la presentación oficial
de KHRONOS, su tercer disco, el miércoles 13 de julio en La
Trastienda Club, en Montevideo. Este disco es particular en
varios sentidos. Por un lado, se trata simultáneamente de un proyecto
fonográfico y audiovisual. Por otro, la mitad de los músicos son uruguayos y la
otra mitad argentinos. Además, la grabación se hizo con la presencia de público
que fue invitado al estudio de grabación, algo que se está haciendo en otros
países pero que en Uruguay es la primera vez que se hace. Los siete temas del
disco se grabaron en dos días y estarán disponibles en formato video en
el canal oficial de Youtube de Francisco
Fattoruso.
En el show tocarán todos los músicos que
participaron de la grabación. De Argentina: Pablo González (batería), Alvaro
Torres (teclados), Juan Pablo di Leone (flauta y armónica) y Ramiro Flores
(saxo). De Uruguay: Nicolás Ibarburu (guitarra), Manuel Contrera (teclados) y Federico Blois (percusión). Invitados
especiales: Hugo Fattoruso (Rhodes), Julieta Rada (voz), Benji Barreiro (saxo), Miguel Leal
(trompeta) y Gonzalo Levin (saxo). Habrá banda telonera y
será Los Cuerpos.
La razón oficial para hacer esta entrevista fue saber
más sobre la presentación del disco. La razón no oficial —me sincero—, fue
hurgar, dentro de límites razonables, en la conexión de Francisco con su
instrumento, con su música y con el país. Su tono de voz y su manera de hablar
tienen características parecidas a su música. Al igual que escuchar sus temas
nos resulta una inyección de energía, esta conversación fue revitalizante.
¿Qué implica para vos la palabra KHRONOS, como para
que se la hayas puesto de título a tu disco?
Bueno,
fue por el lado de una sincronización, como de engranajes sincronizados, que
tiene que ver con el tiempo. En un lapso de tiempo se pensó en un proyecto que
era expandir lo que yo hago, también con mi grupo, por el mundo, a través de
videos. Entonces se empezó a buscar fondos para eso y a armar un proyecto. A la
vez empecé a componer los temas. Después, trabajaron personas de diferentes
generaciones y de diferentes países. En el estudio vino gente toda de
diferentes rubros a escuchar lo que hacíamos, con auriculares. Presenciaron la
grabación que fue abierta. Después se mandó a masterizar a Estados Unidos. Todo
ocurrió en un tiempo marcado, en ese lapso, y la única forma era que fuera
sincronizado, porque todos tenemos tiempos muy diferentes. Entonces tiene que
ver con eso, con el tiempo pasado y con el cálculo de tiempo.
¿Cómo te manejaste en esta grabación en cuanto a
esa diferencia que hay entre tocarle a un micrófono que está a 10 cms tuyo y
tocarle al público que está escuchando a una distancia mayor?
Bueno, esa es una de las razones por las que llevar
gente al estudio. Porque cuando vas a tocar, de cierta forma tenés una conexión
y un compromiso con esas personas que están asistiendo, que están esperando a
ver qué les vas a entregar, y se forma una cosa seria, así, que es como una
mezcla de adrenalina con emoción, y eso hace que musicalmente sucedan cosas que
de otra forma no suceden. La idea era tratar de captar un poco de eso en el
estudio. O sea, cuando vas a grabar, estás ahí, sentado, no sé. Pero si hay
gente que te está mirando, te sentís que estás en un show y se genera un poco
de esa energía. Está bueno porque es como invitar a la gente a una fábrica.
Otro ejemplo es la televisión, que el director te muestra lo que él quiere que
veas, pero si vas al estudio, ves que el lugar es chiquito y alrededor hay un
montón de gente corriendo para todos lados. Esto es algo así. Le pudimos dar a
la gente la oportunidad de entrar al estudio, que es un lugar al que no entra
nadie. De repente entra un familiar o un amigo un rato y ya se da cuenta como
que no da, que se tiene que ir, para que se queden todos más tranquilos. Acá la
gente venía y de repente había uno cambiando las cuerdas, el baterista
practicando una cosa, uno escuchando la toma… o sea, veían exactamente lo que
pasaba en la grabación.
¿Cuánto componés vos para los otros instrumentos y
qué libertad les dejás?
En realidad compongo el cien porciento, por decir
así. Lo que sucede es que después, cuando lo voy a llevar a la realidad, se cambian
algunas cosas. Porque, por ejemplo, yo toco el sonido de flauta en un teclado.
Cuando lo va a tocar la flauta suena diferente y entonces puede pasar que el
flautista diga: “¿Qué te parece si acá toco más agudo?” o “¿qué te parece si no
toco acá y toco un poco después?”, entonces se van ajustando algunas cosas.
Pero el concepto en sí lo creo y lo llevo para que se haga realidad.
¿Qué instrumentos tocás?
Principalmente toco el bajo eléctrico, después la
guitarra eléctrica y los teclados.
¿Y qué tiene el bajo que te atrapó como para que
sea tu instrumento principal?
No sé mucho cómo explicarlo, porque yo ya tocaba
otros instrumentos y mi fuerte era la guitarra. En un momento, yo tenía un bajo
eléctrico y estaba tocando siempre el bajo con una banda que tenía. No
estudiaba tanto pero le había empezado a agarrar el gusto. Y me acuerdo que en
un viaje que hice a Brasil, que fui a visitar a mi mamá y me quedé como dos
meses, no llevé el bajo y extrañaba tocarlo. Y me dije que nunca más podía viajar
sin un bajo. Iba a una tienda que quedaba cerca y me ponía a probar cualquier
bajo para tocar uno, y a partir de ahí me di cuenta que había algo a lo que
tenía que darle bola. Creo que lo que más extrañaba era la sensación de los
dedos tocando las cuerdas… ya como que no me acuerdo bien qué pasó pero fue
algo así; sentía la necesidad de tocar el instrumento.
¿Me contarías un poco el contexto compositivo del
tema Sol, Luna y Agua? Me intriga porque el título me evocó vacaciones pero
cuando lo escuché le encontré un aire circense.
Bueno, lo que pasa es que a las canciones instrumentales —a diferencia de las canciones con letra— es más difícil ponerles nombre. De hecho hay muchos discos instrumentales en los que los músicos no saben qué nombres ponerles y les ponen unos nombres ridículos, cualquier nombre. Salvo que te inspires concretamente en algo para hacerlo. Yo compongo los temas con un nombre de referencia, que no es nada. En este caso, como el disco se llama Khronos, eran una K y un número. Entonces, después, lo que hacía era escuchar la música y ver a qué me llevaba. Sol, Luna y Agua en realidad tiene que ver más con esos elementos en sí. El sol es la fuente máxima de energía nuestra, nos da calor y además es lindo. El agua que también es una gran fuente de energía increíble, sin la cual no podríamos estar. La luna, que tiene una energía también increíble, que afecta cómo nos comportamos… si está llena, si no está llena. La canción pasa por diferentes lugares. No son tres exactamente pero más o menos tiene tres colores, que representan el día, la noche y la vida.
Bueno, lo que pasa es que a las canciones instrumentales —a diferencia de las canciones con letra— es más difícil ponerles nombre. De hecho hay muchos discos instrumentales en los que los músicos no saben qué nombres ponerles y les ponen unos nombres ridículos, cualquier nombre. Salvo que te inspires concretamente en algo para hacerlo. Yo compongo los temas con un nombre de referencia, que no es nada. En este caso, como el disco se llama Khronos, eran una K y un número. Entonces, después, lo que hacía era escuchar la música y ver a qué me llevaba. Sol, Luna y Agua en realidad tiene que ver más con esos elementos en sí. El sol es la fuente máxima de energía nuestra, nos da calor y además es lindo. El agua que también es una gran fuente de energía increíble, sin la cual no podríamos estar. La luna, que tiene una energía también increíble, que afecta cómo nos comportamos… si está llena, si no está llena. La canción pasa por diferentes lugares. No son tres exactamente pero más o menos tiene tres colores, que representan el día, la noche y la vida.
¿Qué rol tiene el silencio en tu música?
Como en toda la música, es muy importante definir
cuándo tocar y cuándo no tocar. Y muchas veces se discute que lo más difícil
para un músico es saber cuándo no tocar. Tocar de más es fácil, porque te
distraés un poquito y ta. Pero en el caso de este disco, como tengo músicos que
son increíbles (los admiro a todos), se respetan mucho esos espacios. Otra cosa que a mí me gusta mucho es
la dinámica. O sea, hay temas que son así, al palo de volumen e intensidad, y
todo, pero hay otros que no tienen batería y tienen que sonar bajito. A esas
cosas le doy mucha bola porque cambia cómo uno percibe la música.
¿En qué búsqueda musical andás vos ahora?
Intento seguir innovándome a mí mismo. Sigo
estudiando y buscando caminos nuevos para poder desarrollar la música. O sea,
tener más conocimientos, digamos, y lograr lo que imagino que es a lo que
llegan los máximos músicos. Algún día, liberarme de todas las cosas que uno
tiene ahí, como… ¿Cómo te explico? Cuando uno toca una cosa miles de veces, lo
tocás y ya te suena muy natural, no lo tenés que practicar y ya te acordás. Si
eso lo hacés con cada aspecto de la música, cuando vas a improvisar, cuando vas
a componer, cuando tocás no pensás si está en Do, si es una escala mayor o
menor. Simplemente son sensaciones, colores, muy libre, pero con mucha
información de mucha experiencia. Entonces esa traducción es la que yo busco.
Poder tener esa comunicación absoluta con la música. Y por otro lado, también,
a lo largo de mi vida quiero poder llenar algunos lugares que no he podido
llenar con la música, por diferentes motivos. Compongo muchas canciones que son
más rockeras, con una influencia más Beatlesca, o mezclado con algo más pesado.
He compuesto cientos de temas, literalmente. En un momento, cuando era más
guacho, toqué algunos, pero ahora entre la producción y también mi búsqueda en
otros sentidos, eso quedó más resguardado. Pero son las cosas que voy a seguir
desarrollando. Si todo sale bien, quiero seguir desarrollándome en la vida,
seguir conociendo música nueva y seguir aprendiendo.
¿Escuchás mucha música diferente?
Bueno,
estoy siempre intentando nutrirme de música nueva para mí. No solo nueva en el
sentido de que salió ahora, sino músicas que descubro que muchas son de ahora y
muchas son de otras épocas. Muchas veces aparece lo nuevo cuando no lo estás
buscando, que es muy agradable, y a veces tengo que sentarme en Youtube y
empezar a buscar a ver si encuentro algo que me emocione, me convenza. Como hay
mucha cosa sonando, festejo cuando encuentro algo que me gusta, que me inspira.
Seguramente tengas muchas anécdotas musicales. ¿Me
contarías alguna que recuerdes con especial emoción o cariño?
Bueno,
sí, hay varias, pero una de las que fue más importante, así, que me marcó
varias cosas, fue cuando tenía 17 años recién cumplidos y vivía en Estados
Unidos. Mi papá vivía allá también en ese momento, y él tocaba con un
trompetista, que había tocado con OPA en los años setenta. Eran amigos desde
esa época, y dos por tres iba y hacía unos shows con él. Y él siempre tenía
unos músicos que eran como una súper banda, grandes músicos. Por ejemplo,
Victor Wooten tocaba siempre ahí, con él, y tocaba con mi padre. Y había otro
bajista, que también tocaba, y a veces tocaban los dos juntos, que se llama
Oteil Burbridge. Él tocó hasta ahora con los Allman Brothers. Pero no es original
de los Allman Brothers, entró en esa época, de los noventa, y es un referente
del bajo eléctrico muy importante. Yo lo seguía, tenía discos de él, siempre lo
veía en la revista Bass Player, quería tener los bajos que usaba, todo. Y una
vez que fue a tocar mi padre, que tenían cuatro shows, mi padre me llevó y me
dijo que llevara los instrumentos que me iban a invitar a tocar un par de
temas. Entonces, tocamos la primera noche. Yo tenía un bajo de marca era
Samick, que es un bajo como para estudiante, coreano, muy barato, que a nivel
profesional no se usa. Tocamos. Yo estaba muy nervioso, no podía creer lo que
estaba viviendo, y al otro día tocamos y nos quedamos en la misma habitación de
hotel. Entonces nos quedamos tocando toda la noche y él de repente iba y me
decía: “Esperá, te voy a mostrar un bajo que tengo”. Iba al auto y sacaba un
bajo, y tocábamos. Y yo no lo podía creer. Y al otro día, de mañana, me regaló
uno de esos bajos. Me dijo: “Yo tengo un bajo de estos que nunca lo uso ni lo
voy a usar. Y me regalan más. Te lo voy a regalar”. A partir de ese gesto
comencé a estudiar mucho más. Tenía un incentivo increíble. También por la onda
que me tiró, que le siguiera metiendo con todo. Y me cambió la vida. Porque fue
un gesto que me enseñó que las cosas materiales son solo cosas materiales, y
que un instrumento es algo para crear música. A él no le servía tener ese
instrumento guardado en un sótano, que era donde lo tenía. Ya no lo iba a
tocar. Podría haberlo vendido y ganado unos pesos pero me ayudó a mí, que
estaba muy lejos de poder comprar ese bajo. Eso me cambió la forma de ver las
cosas materiales. Un instrumento es algo a lo que hay que tenerle mucho
respeto. Un instrumento que no se usa… es como medio criminal.
En mi vida me ha pasado un fenómeno muy raro: me
han regalado muchas veces bajos. Cuando entré en Illya Kuryaki, que tenía 18
años, en la primera gira, una marca me auspició y me regaló dos bajos. Que eran
los mismos bajos que usaban los Red Hot Chili Peppers. Después mi hermano me regaló un
bajo que no usaba, que me vino al pelo… Me pasaron unas cosas así, muy locas,
que me hicieron no tener que gastar mucho en eso. Entonces yo también comparto
todas mis cosas, mis pedales, mis bajos. También entre los músicos está bueno
ayudarnos, porque algunas cosas son muy difíciles y si estamos unidos, es mucho
más fácil. Unimos fuerzas.
Francisco, vos tenés toda la posibilidad de vivir
en Estados Unidos, en Brasil, etc. ¿Qué hace que elijas vivir en Uruguay?
Como tengo una familia acá, mis hijas y todo, eso
fue lo que terminó haciendo que estuviéramos acá. Pero sobre todo por una parte
más humana, que se siente acá, que en Estados Unidos no. Eso que pasa en los
lugares que son países primermundistas, que todo está muy aislado de todo.
Tenés que usar muchas autopistas. La gente está acostumbrada a tener una rutina
de trabajo que no hace nada… entonces es una vida más aislada y más fría, en la
que el tiempo pasa más rápido y a la vez no pasa nada. Es como que la vida
pierde un poco la gracia. Acá es como más dinámico todo. Todo el tiempo van
pasando cosas diferentes, la gente se junta más. Y está toda la familia. En los
países grandes, como Estados Unidos, no hay ninguna ciudad en la que un barrio
se mantenga. Siempre hay gente que es de otra ciudad que se va a vivir ahí, y
se van rotando constantemente. De cierta forma son todos inmigrantes. Yo me
mudé de una ciudad a la otra y eran mil kilómetros de distancia. Y mi hermano
se mudó y eran siete mil. Entonces cambia todo, el clima, los animales, las
personas. Hablan inglés porque es Estados Unidos pero por una ley. Pero es tan
grande que sucede eso. Creo que podría vivir en Brasil porque la gente es muy
alegre y tengo familia allá. Mi mamá es de Rio de Janeiro. Pero nunca quise
vivir allá de grande. Pero acá me gusta vivir. Sé que tiene una cantidad de
limitaciones que no están buenas pero por otro lado la verdad que tiene cosas
muy lindas, me encanta. Yo no tenía antes esta perspectiva. Como que te tenés
que ir, vivir un tiempo afuera, después volver y recién ahí, al tiempo, es como
que entendés bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario