LAS
MUCHACHAS DE ABRIL
Hugo
Giovanetti Viola
El 21 de abril de 1974
-hace exactamente 43 años- fueron masacradas tres muchachas todavía
adolescentes en un recodo del Brazo Oriental donde hoy se colocó una placa
recordatoria, en un pequeño acto que la serenidad del otoño peinó con una
inefable grandeza artiguista.
Laura Raggio, Silvia
Reyes y Diana Maidanick eran militantes de la resistencia antidictatorial y
habían estado detenidas un tiempo en el Batallón de Infantería Nº 13, que queda
al lado de la Gruta de Lourdes.
Durante los recreos
dominicales podían entreverse -al otro lado del horror y entre los árboles- con
familiares y compañeros que les mandaban palomas mensajeras para purificarles
la esperanza.
En 1988 la madre de
Laura Raggio les pidió a Washington Carrasco y Cristina Fernández que
transformaran en arte la insoportable llaga de esta tragedia.
Entonces Washington me
llamó por teléfono llorando a gritos para encargarme un texto mitificador y
estoy seguro de que jamás me dio tanto trabajo narrar una historia puntual con
un calado cósmico.
Finalmente la canción
también fue musicalizada también por Gastón Ciarlo, “Dino”, y en los últimos 39
años ha venido volando en múltiples escenarios donde se hace presente (y de eso
también estoy segurísimo) la todopoderosa llama
de amor vivo de la Virgen que me la inspiró.
Ya es sabido que las muchachas de abril recibieron cerca de 150
balazos en un operativo que estaba destinado a apresar al marido de una de
ellas, Washington Barrios, un integrante del MLN Tupamaros que había viajado a
Buenos Aires la noche anterior.
Hoy pude charlar con
una vecina que escuchó cómo perforaban la madrugada esa clase de posesos que
Federico retrató insuperablemente en su Romance
de la Guardia Civil Española:
Tienen,
por eso no lloran, / de plomo las calaveras. / Con el alma de charol / vienen
por la carretera. / Jorobados y nocturnos, / por donde animan ordenan / (…) y
ocultan en la cabeza / una vaga astronomía / de pistolas inconcretas.
Y me consta
perfectamente -porque a fin de ese año me vine de París a militar clandestinamente
en el Partido Comunista- que los enfrentamientos entre el MLN y el ejército ya
se habían terminado hacía rato.
Es posible que los
esbirros ejecutores de esta masacre que continúa impune, hayan empezado, simplemente.
por malhumorarse.
Pero el crescendo del
enceguecimiento satánico de los esbirros comandados por Gavazzo, Cordero,
Méndez, Silveira, Mauriño y Rebollo llegó a tanto, que inclusive terminaron
baleándose entre ellos.
Hoy había un ex-presidente
muy famoso en el acto, aplaudiendo a lo Poncio Pilatos la actuación de Washington
y Cristina que incluyó el vuelo de Laura
Paloma.
Y su calavera de plomo
no tenía más remedio que captar cómo brillaban eternamente los retratos de las
muchachas al pie del escenario, reclamando justicia.
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