FRANCISCO BILBAO: ENTRE EL PROYECTO LATINOAMERICANO Y EL GRAN MOLUSCO *
por Alvaro García San
Martín**
versión On-line ISSN 2448-6914versión impresa ISSN 1665-8574 / nº 56
México ene./jun. 2013
SEGUNDA ENTREGA
Volvemos nosotros a tomar el hilo.
El proyecto en cuestión remonta a
las Cartas sobre la América del Norte de Michel Chevalier,
publicadas en París en 1836, y que ya circulaban en Chile al menos desde 1842.
Para la llegada de Bilbao a Francia en 1845, el libro de Chevalier era todo un
éxito editorial. Había alcanzado en 1844 la cuarta edición. Además, Chevalier
en el Colegio de Francia tenía a su cargo la cátedra de Economía Política desde
1840, y Bilbao asiste, según Manuel Bilbao, al curso de Economía Política en el
Colegio en 1845.
En la introducción a esas Cartas, lo
mismo que antes para Hegel, para Chevalier "la civilización a la que
pertenecen los pueblos de Europa marcha sobre el globo terráqueo de Oriente a
Occidente".29 No describe esa
marcha una línea recta y avanza, más bien, sinuosa y alternativamente entre
"las dos grandes razas de la Biblia, la de Sem y la de Jafet", y
entre las razas benditas entonces. Pues son tres los hijos de Noé y tres las
razas bíblicas. La tercera raza, la maldita, es la de Cam. Para Chevalier,
América es el último paradero de la civilización europea, compuesta de tres
"familias": la latina, la germana y la eslava, cada una encabezada
por una distinta nación: Francia, Inglaterra y Rusia. Y éstas, las tres naciones,
también las "tres cabezas" de Europa, son las que disputan el
predominio en la escena mundial. Dejando a un lado a Rusia, que es "una
recién llegada" dice Chevalier, Europa aparece dividida en consecuencia
entre una "Europa latina" y una "Europa teutónica". La
primera está constituida por los pueblos meridionales cuyas lenguas proceden
del latín y cuya religión es la romana. La segunda es la septentrional, que en
cambio es protestante y habla lenguas germanas. En América, añade Chevalier, se
ha reproducido esta diferencia, que es, insistamos, una diferencia de lengua y
de religión: "Ambas ramas, latina y germana, se han reproducido en el
Nuevo Mundo. América del Sur es, como la Europa meridional, católica y latina.
La América del Norte pertenece a una población protestante y anglosajona".30 Así, pues, del
mismo modo que existe una "Europa latina", ha llegado a haber
también, como una extensión suya, una América "latina". De todo este
"grupo latino", el liderazgo, continúa Chevalier, le debe
corresponder a Francia; hallándose en "la cumbre" del grupo latino,
Francia "es responsable de los destinos de todas las naciones del grupo latino
en los dos continentes. Sólo ella puede impedir que esta familia entera de
pueblos sea absorbida por el doble despliegue de germanos, sajones o eslavos. A
ella le corresponde despertarlos del letargo en que se encuentran inmersos en
ambos hemisferios, elevarlos a la altura de otras naciones y prepararlos para
figurar en el mundo".31 Le corresponde
a Francia una función tutelar y patronal y es ella la que debe proteger el
destino de los pueblos latinoamericanos porque, dice, "no se encuentran
aún en condiciones de bastarse a sí mismos".32 El imperativo
del liderazgo es, en Chevalier, ciertamente reactivo. De lo que se trata es de
apurarse ante el despliegue y avance de los ingleses y de los rusos en Europa,
como de los yanquis en América. De apurarse, y de conformar, pues de esto
también y principalmente se trata, una unidad racial panlatina capaz de
equilibrar las fuerzas y de distribuir en consecuencia el mundo según un modelo
geopolítico cuyo punto de vista es el francés, según un horizonte recortado por
lo latino como punto de vista francés.
Con posterioridad a los acontecimientos
de 1848 y 1849 en París, se había constituido el Comité Democrático
Francés-Español-Italiano, fundado en 1851 por la iniciativa y con el liderazgo
de Lamennais.33 En Londres,
paralelamente, se había constituido el Comité Central Democrático Europeo,
liderado por Mazzini, quien pensaba en la realización de la "república
universal", mientras Lamennais, en lugar de la idea de una confederación
que juzgaba irrealizable en ese momento, desde el Comité Latino de París
pensaba más bien en la reconstrucción de la República a partir de un
"núcleo central" de pueblos latinos: "Por su posición geográfica
y sus afinidades de origen, cultura, ideas, lengua e intereses, las naciones
latinas, Francia, Italia, España, parecen ser los elementos naturales de este
núcleo central en torno al que lleguen a agruparse elementos nuevos".34 El citado es un
pasaje del Manifiesto del Comité Latino, firmado entre otros por Lamennais,
Comité disuelto poco después con el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851.
Es entonces cuando Lamennais, comprendiendo la significación del golpe y
decepcionado, vuelve la mirada hacia América, y hacia Bilbao en particular, y
es entonces cuando fomenta, contra el bloque sajón, la formación de un bloque
latino, republicano y espiritual en "la América española". Si
"la América española", decía Lamennais a Bilbao en su carta de 1853,
entra en alianza con las naciones francesa e italiana, y si entonces inscribe
su posición en relación con "las naciones latinas", definiéndose a sí
misma en tanto "latina", sólo entonces tendría la posibilidad de
cumplir el destino de ser "el contrapeso de la raza anglo-sajona, que
representa y representará siempre las fuerzas ciegas de la materia en el Nuevo
Mundo". Lamennais opone, en efecto, las dos razas, la latina y la sajona,
en términos de la espiritualidad de la primera y el materialismo de la segunda,
retomando así por su cuenta, y a distancia de Chevalier, el sentido de la
latinidad. La composición de un bloque latino en América del Sur, sostenía, es
una urgencia histórica en los momentos en que Estados Unidos amenaza con la
realización de lo que llama su Destino Manifiesto y que, de cumplirse, le
otorgaría una hegemonía tal que "rebajaría el mundo entero a su nivel y
haría del género humano una especie de gran molusco".35
La oposición, referida a América en
1836 por Michel Chevalier, da lugar entonces, bajo la mediación de Lamennais, a
partir de un sentido amparado por la oposición entre la civilización espiritual
de los pueblos latinos y la materialista de los anglosajones, a la denominación
de "la América latina" por parte de Bilbao.
Con todo, antes de la carta de
Lamennais, existe en Bilbao el uso, en boga por lo demás en la época, de la
oposición latino/sajón. Hasta donde hemos podido pesquisarla, según decíamos,
se remonta a La definición, de septiembre de 1851, donde
América aparece como un campo de disputa entre lo latino y lo sajón. Hacia el
Sur, América aparece a su vez como la matriz de un encuentro y la ocasión para
un ensayo, la matriz del encuentro latino-indígena y la oportunidad para el
tanteo de la República. América del Sur sería, podría ser, en este sentido, un
nuevo mundo político y moral. La novedad posible de este mundo, sin embargo,
está indecisa. A la oposición entre Europa y América, propia del tiempo de las
independencias, se ha unido una distinta ahora, una oposición interior al
continente, que es distinta de la oposición bolivariana entre las Américas
Septentrional y Meridional, la del Norte y la del Sur, y es esta una oposición
entre una América "sajona" y una América "latina". Su
indecisión se funda en la amenaza que representa "la raza
anglo-sajona" sobre el "mundo latino-católico" del Sur, si éste
no es capaz de replantear por sí mismo su condición de cristiandad y si no es
capaz de replantearse en tanto injerta en los pueblos
indígenas; si no es capaz de producir, en sentido ético y político, un mundo
nuevo desde la singularidad de su condición, desde su condición, pues,
latino-americana. Y habrá que pensar esa condición conjuntiva en Bilbao, desde
ahora, como injerto, y pensarla a diferencia de otras
metáforas, como la deltrasplante o de la importación en
Sarmiento y Alberdi.
Después, la oposición reaparece
en Necesidad de una Nación, de diciembre de 1853, donde el
"mundo latino" en América aparece como un mundo despotizado por el
catolicismo, necesitado pues de un proceso de descatolización. La sociabilidad
latina de América debe descatolizarse entonces, y para ello requiere de una
Nación que lidere esa operación. Bilbao veía ese liderazgo factible en Chile.
Esos dos textos son en cierto modo
preparatorios del tercer Mensaje del proscrito, fechado en
julio de 1854 y publicado en Guayaquil, que es, según los comentaristas,
singularmente relevante para la cuestión de la latinidad, pero lo es, para
nosotros, no porque encontremos en él una recepción de Lamennais y de la carta
suya que acababa de recibir, sino porque más bien encontramos en él el cuadro
geopolítico delineado por Chevalier y su diferencia con él, que es fundamental.
En la agenda teológica y política de Bilbao, América del Sur debe
descatolizarse, decíamos, y recuperar "la bella tradición latina de la
sociabilidad". Una tradición de sociabilidad, sin embargo, que no es
estrictamente francesa, o que no es francesa sin más. El Segundo Imperio de
Bonaparte el chico ya representaba para Bilbao una traición a Francia, al
ideario republicano de las revoluciones de 1789, 1830 y 1848, y sin la
República, pensaba, Francia no puede presumir el liderazgo de los pueblos
latinos y pretender asumir la comandancia de Occidente: "La Francia no
puede hacerse centro del espíritu y capitanear al Occidente sin proclamar a la
República".
Esta crítica a Francia remonta a 1849,
y es localizable en la carta a Andrés Bello del 31 de julio de 1849 remitida
desde París, donde se lee:
La Francia, por su historia y su genio, es la patria donde se prepara la
noción práctica de la fraternidad. [...] Pero, además de ser París el Panteón o
el Vaticano moderno, es también la aspiración de lo desconocido. Y he aquí el
mal que nos agita de un cabo al otro de la tierra. ¿Cuál es el pensamiento del
porvenir? ¿La marcha actual es conforme al pasado revolucionario? ¿Hay
decepción o esperanza? ¿Hay resplandores del ideal futuro? Eternité, néant,
sombres abimes. Mi carta, señor, toma proporciones que no esperaba, y me
detengo. [...] ¡Oh, si puedo un día oponerme a la invasión de Europa presente
en la América, y sobre todo, en la tierra de nuestro amor! ¡Que no escuche,
señor, la seducción de la serpiente! Esto sería inagotable.
Y, más significativamente, en el texto
de colaboración a La Tribune des Peuples del 7 de mayo de
1849, donde, a propósito del desembarco francés en Civita Veccia, se lee:
"Esos signos, franceses, significan una cosa: la abdicación de Francia, la
muerte de la iniciadora del mundo. [...] Adiós Francia, es necesario un nuevo
mundo".36
Un texto de 1855, escrito y publicado
en Bruselas, titulado Movimiento social de los pueblos de la América
Meridional,37 representa, se
puede decir, el definitivo momento de visibilidad de América.
Los pueblos meridionales de América —o latino-americanos en su relevo
inmediatamente posterior—, dice Bilbao, "aspiran igualmente y marchan a la
vez, cada uno de su lado, a la realización de la República". Ello es
visible desde lejos y el texto importa entonces una distancia, la distancia que
Europa proporciona: "Para apreciarlo convenientemente es necesario
contemplarlo desde las playas de Europa". Esa distancia no es sólo la de
la lejanía, implica además un puesto, un lugar de mira y un modo de ver. Vuelta
hacia América y de espaldas a Europa, Europa misma es la conquista de una
perspectiva a la que se le vuelve la espalda: "Nosotros podemos hoy dar la
espalda a la Europa. En esas regiones sombrías, no vuelve a levantarse el sol
jamás". Mirando hacia América, los pueblos meridionales —o latinos— parecen
marchar, desfilar avanzando hacia la realización de la República: "en el
norte sajón como en el sur latino e indígeno, todo marcha hacia la República, a
pesar de la diferencia de razas y de la diversidad de espíritus"; hacia la
realización de la República que sin embargo aparece también amenazada desde
tres frentes, y por los mismos que antes fueran sus tres influencias: por
España y la moral del catolicismo; por Francia y la política del indiferentismo
que ha seguido al fracaso de la Revolución; por Inglaterra y el individualismo
empresarial. A diferencia de los dos primeros, que son peligros de
"contagio", de influencias pues contrarrestables, el tercero, el
anglosajón, desplazado hacia Estados Unidos y localizado como frente interno,
es en cambio peligro de "invasión", amenaza de
"dominación". Muy distinto al carácter de Grecia y de Roma, el
"coloso yanqui", dice Bilbao, "es una especie de estoicismo
eléctrico que aspira a la dominación del mundo; es el
movimiento perpetuo, es un Saturno rejuvenecido que devora a la vez el tiempo y
el espacio". No es nueva esta concepción colosal de Estados Unidos. Está
en otros autores de la época y en Bilbao ya estaba, en cierto modo, en La
definición y en Necesidad de una Nación, y está también en
el tercer Mensaje del proscrito. En estos textos, sin embargo,
la capacidad de respuesta todavía no pasa por la confederación; pasa para
Bilbao por el liderazgo en Sudamérica de una Nación y Bilbao
cifraba en Chile la esperanza de esa nación. La idea de la Confederación es
posterior y se produce en relevo de esa esperanza nacional.
En Iniciativa de la América, la
confederación es la estrategia de lo que llama "la segunda campaña".
La primera fue la de las independencias americanas. La primera fue contra
España. La segunda, contra Estados Unidos. Durante la primera, Bolívar pensó la
confederación fundamentalmente contra Europa. En los tiempos de la segunda,
Bilbao piensa la confederación desde un contexto mundial que ha desplazado la
cuestión. La estructura de las relaciones geopolíticas mundiales, en efecto, se
ha vuelto más nítida en algún sentido y más difusa en otro. Más nítida la
emergencia de las nuevas potencias mundiales. Más confusa, puesta en ese mismo
contexto, y más urgida que nunca en esa posición, la situación de América del
Sur; en especial si la iniciativa latina que le urge tomar
tiene que ser antiimperialista en tres direcciones: en dirección al
panamericanismo anglosajón, al paneslavismo ruso y al panlatinismo francés. Es
en estos panismos donde se sostiene y contra ellos como se piensa, en Bilbao,
el proyecto de confederación, y es también éste el contexto de tráfico desde
donde se piensa la noción de latinidad. Frente a los imperialismos rivales y
emergentes del momento, frente a las "civilizaciones" que representan,
y a las "razas" y "pueblos" que los protagonizan, América
del Sur tiene que buscar, no puede menos que encontrar una posición en la nueva
escena mundial, y con los elementos de un discurso racial Bilbao cree
encontrarla en la noción de "la raza Latina-Americana", de
"nuestra raza Americana y Latina". Ese soporte discursivo, que no es
naturalista al parecer sino más bien cultural y lingüístico, y en un contexto
geopolítico preciso, es la condición para que en Bilbao pueda aparecer, y
aparezca por primera vez en el texto de la Iniciativa de 1856
publicado en París, la expresión "la América latina".38 El diferencial
latino aquí no representa una opción simplemente espiritualista, una opción
arielista; es el síntoma de una angustia más bien y define una posición
americanista singular; si se quiere, salvacionista de la iniciativa política y
moral en riesgo en América del Sur.
En La América y la República,
publicada en la entrega de julio de La Revista del Nuevo Mundo, fundada
en Buenos Aires por Bilbao en 1857, escribe en la misma línea de los dos
trabajos anteriores escritos en Bruselas y París. Hay en él, sin embargo, un
desplazamiento significativo. Ya no se habla de "raza", sino de
"mundo", de un "mundo Latino-Americano" en peligro de
consumo por el mundo yanqui: "El zapador americano prolonga sus líneas de
ataque para envolver al continente y asimilarse el mundo
Latino-Americano".39 Este trabajo y
las líneas programáticas de la Revista, poco conocida por los lectores de
Bilbao, dan la pista más segura, especialmente por sus consideraciones sobre
los pueblos indígenas, de la significación de este "mundo".
En suma, decíamos que Ardao sostuvo que
el empleo de "América latina" en la conferencia de Bilbao de 1856
había sido una ocurrencia ocasional; que Rojas Mix en cambio vio en esa ocasión
de empleo una decisión, porque vio rehusar su uso con posterioridad; que,
tiritando el nombre en esa renuncia, Estrade y Quijada concedieron a Torres
Caicedo la obra de consolidación; que Romero, resolviendo en términos de
influencias, sobre Torres Caicedo la de Chevalier y sobre Bilbao la de
Lamennais, ve en ambos un empleo funcionario de la expresión; y que Mignolo,
finalmente, ve en América Latina" un proyecto político antes
que un nombre expresivo de una conciencia y una identidad, y por lo mismo una
diferencia entre el uso funcionario de Torres Caicedo y el empleo crítico de
Bilbao.
Ese sentido crítico y singular lo hemos
seguido de cerca en la preparación del nombre con anterioridad a la conferencia
de 1856, y sería preciso seguir la pista también a la insistencia de su empleo
hasta el momento de su efectiva denegación. Tal vez para ello puede ser
conveniente retomar el camino andado en 1973 por Alberto Varona,40 y seguir a
Bilbao en los diarios El Orden (1858) y El Nacional
Argentino (1859) de los cuales fue redactor. En ellos hemos visto —y
es esta una labor en curso sobre la que será preciso volver en otra ocasión— un
empleo reiterado y sistemático de la expresión.
Por ahora indiquemos, en primer lugar,
la evaluación retrospectiva de la conferencia de París. Decía así, por ejemplo,
el 21 de mayo de 1858 en el diario El Orden de Buenos Aires:
En Europa, y desde allí, abarcaba a la América en mis brazos, como el
continente prometido al ensayo de la República de la fraternidad, a la
regeneración y desarrollo del poderoso elemento latino, despreciado,
desprestigiado, esclavizado en el viejo mundo. En Europa se revela mejor la
patria americana. Esa patria americana amenazada de invasión, destrozada y
absorbida en partes, desquiciada y caminando al suicidio en otras, se me
presentaba como el polo del eje de la civilización del mundo. ¿Cómo salvar el
elemento latino en peligro, cómo salvar la patria americana, de qué modo dar
garantías a la libertad ausente de la Europa continental, de qué modo realizar
las sublimes profecías de los sabios, las esperanzas de los buenos que desde el
viejo mundo nos tienden los brazos como al tabernáculo de la alianza, como al
arca que sobrenada en el diluvio de esclavitud y corrupción que cubre las
montañas de la Europa? Con la Nación América, que en Inglés y Español diga
libertad, abundancia y fraternidad a todas las razas y naciones! Esa Nación
América será en el porvenir los Estados Unidos del Norte y los Estados Unidos
del Sur. Los Estados Unidos [del Norte] existen constituidos, como salvación de
la República. Los Estados Unidos del Sur están por constituir. Luego, la
federación de Sud América debe ser el gran pensamiento de los políticos y
gobiernos que no quieren vivir con el día, sino preparar el camino de la era
futura que garantizará todo bien, toda libertad y toda fuerza. Habitando las
alturas de ese pensamiento fue que concebí el proyecto de la Federación
Americana, para lo cual reuní en París a los jóvenes de América. Las prensas de
América han reproducido el proyecto y tres gobiernos [los de Chile, Perú y
Ecuador] han dado los primeros pasos para llegar a un resultado preparatorio
[el Tratado Tripartito de
1856] de la federación de las Repúblicas del Sur. [...] He llegado a Buenos
Aires posesionado del gran pensamiento de la federación de las Repúblicas, y
resuelto a cooperar a su realización, creyendo, como creo, que este pueblo, por
sus antecedentes gloriosos, por la gloriosa iniciativa que tomó en tiempo de la
Independencia, era la mejor tribuna para proclamarlo.
Y el 15 de abril de 1859, al tomar la
redacción de El Nacional Argentino, el diario oficial del
gobierno de la Confederación en Paraná, también decía:
Hace tres años presentábamos ante una reunión de americanos convocada
por nosotros en París, el proyecto de un Congreso Federal de las Repúblicas del
Sur. La desaparición progresiva de Méjico, la anarquía de la América del
Centro, en cinco repúblicas independientes divididas, sin poder arrojar de su
territorio a una banda de filibusteros, y, más que todo, el espectáculo
grandioso que podría presentar el continente americano dividido tan sólo en dos
nacionalidades colosales, los Estados Unidos del Norte y los Estados Unidos del
Sur, con el inglés y el español como idiomas, y la República como verbo
definitivo de la fusión de todas las razas, en orden y libertad explotando las
maravillas conocidas y por conocer del mundo de Colón, he ahí, en resumen, el
impulso y motivo que nos hicieron aceptar y propagar la idea de la Federación
Americana. Lejos de la República Argentina, jamás pudimos comprender la
separación de Buenos Aires. Penetrados de la grande idea, esa separación era un
obstáculo primordial que levantaba la cabeza de Medusa para espantar a los
pueblos y hacer desesperar de los destinos de la raza latina. [...] En la “Revista del Nuevo Mundo” fundada por
nosotros, en la redacción del Orden, en la correspondencia del Uruguay,
proclamamos la cuestión nacional como cuestión capital de la República. [... ]
Hoy, casualidad o Providencia, hemos venido a redactar el diario de la
Nacionalidad, y nos inclinamos ante el honor y la responsabilidad que la
tribuna de “El Nacional Argentino”
nos impone. De manera significativa, en segundo lugar, en ambos periódicos
hemos visto agrandado el nombre. En “El
Orden” vemos el nombre con mayúsculas en un artículo del 28 de marzo de
1858. La federación americana, dice, podría llegar a constituir un coloso
desafiante de Europa, "apoyando una planta en la América Sajona y la otra
en la América Latina". La mayúscula del nombre vuelve a aparecer en “El Nacional Argentino” el 7 de mayo
de 1859: "Si volvemos nuestras miradas a la América, vemos al momento la
palabra libertad pronunciada tan sólo en dos idiomas: la América Latina, la
América Sajona". Desconocemos un texto anterior a este, en Bilbao mismo o
en otros autores, donde "América Latina" se escriba así, con
mayúsculas.
Por último, en La América en
peligro, como se sabe escrita en reacción a la Intervención francesa
en México ese mismo año de 1862, y donde por lo tanto no se trata de la América
latina en peligro, sino del peligro latino de América, el
nombre es empleado denotativamente, e incluye México, Centroamérica, Colombia,
Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y
Brasil.41 Brasil y
Paraguay entran en el conglomerado latinoamericano virtualmente, pues sus
situaciones políticas respectivas de ese momento los hacen permanecer a la
expectativa de su efectiva inclusión; el primero porque es todavía un imperio y
el segundo una prolongada dictadura. Esas exclusiones arrastran una doble
significación política para América Latina, que habrá de ser en definitiva
republicana y democrática. Que tiene otra significación, pues, que la
procedente del imperialismo panlatinista francés. En un artículo inmediatamente
posterior, artículo de polémica publicado en La Nación Argentina el
7 de octubre de 1862, Bilbao usa, hasta donde sabemos, el título por última
vez:
Cuando en la América latina se trata nada menos que de la vida o muerte
de una religión y de una nueva manifestación o desarrollo del axioma eterno de
la libertad en la región del dogma [...], al frente de una situación moral tan
grave, en nombre de Dios y de la humanidad, a todos conjuro para sostener la
columna fundamental del nuevo mundo: la libertad de pensamiento, la libertad de
la conciencia, la autoridad de la razón.
En el retiro, tan reflexivo como
decisivo, de la expresión, opera seguramente la lectura de L'expédition
du Mexiquede Edgar Quinet,42 que Bilbao
traduce y publica en Buenos Aires el 20 de octubre de 1862,43 y donde hay un
explícito cuestionamiento de la "raza latina". Dice Quinet traducido
por Bilbao:
¿Es a título de “latinos”
que vais a cubrir con vuestra invasión al pueblo mexicano? ¿Y todo lo que es “latino” en el mundo debe esperar de
vuestra parte una violación semejante? [...]. ¿Es, pues, como miembro de la
familia que venís a ocupar el hogar, a arrojar de él a sus dueños, a imponerles
la ley, o la ausencia de ley, que será más de vuestro agrado? [...]. ¿Os
declaráis su señor? ¿Cambiaréis a vuestro capricho su gobierno, su voluntad? Os
diréis los mayores de esta familia, y a título de mayorazgo reduciréis a los
menores a la condición de los siervos.
La denuncia de la "raza
latina" como dispositivo ideológico por Quinet exhibe la distancia crucial
de Bilbao con América Latina, que se expresa así en Emancipación del
espíritu en América de 1863: “Atrás la Francia Imperial,
personificación de la hipocresía y de la perfidia; hipócrita, pues se llama
protectora de la raza latina para someterla a su régimen de explotación;
pérfida, pues habla de libertad y nacionalidad cuando, incapaz de libertad,
conquista para esclavizar". Bilbao remitió este mismo artículo para su
reimpresión en La voz de Chile a comienzos de 1863:
"Envié a Guillermo Matta un artículo mío contra Francia, que ha causado
algo como asombro aquí. No sé si lo publicará. Nos hemos de libertar de todas
esas fementidas tutelas. ¡América libre! es todo un programa. Los ilustrados
son los más siervos en América. Pero la reacción empieza".44 Para Bilbao,
pues, Latinoamérica empieza en esta reacción, cuando Latinoamérica no se llama
(sin) más América Latina.
Notas
29 Michel
Chevalier, Lettres sur l'Amérique du Nord, París, Libraire de
Charles Gosselin, 1836. Una traducción en inglés a partir de la tercera edición
francesa fue publicada en Estados Unidos con el título Society, manners
and politics in the Unites States: bein a series of letters on North America, Boston,
Weeks, Jordan and Company, 1839. Una traducción en castellano de la
introducción de la obra fue publicada en Madrid por la Revista Española
de Ambos Mundos, núm. 1,1853, pp. 1-10, con el título "Sobre el
progreso y porvenir de la civilización". La revista, bajo la dirección de
Alejandro Magariños Cervantes, se abre con esa traducción. Una traducción
distinta de la misma introducción es la que ofrece Arturo Ardao en el Apéndice
de suGénesis de la idea y el nombre de América Latina. Una
traducción reciente de la misma realizada por Alejandro Madrid Zan a partir de
la primera edición francesa la hemos publicado en Archivos de
Filosofía..., pp. 423-436.
30 Ibid., p.
430.
31 Ibid., p.
432.
32 Ibid., p.
433.
33 Retomamos aquí
la investigación de Vicente Romero.
34 Comité
démocratique francais-espagnol-italien, París, Garnier, 1851.
35 El citado es el
pasaje de una carta de Lamennais a Ligéret de Chazey, del 10 de julio de 1853,
que es conveniente ver con más amplitud: "La raza sajona, en sus tres
expresiones (alemana, inglesa, americana) posee su genio propio, y sus propias
funciones en el desarrollo universal. Inferior a las razas del Mediodía,
depositarias de los fecundos principios de la verdadera civilización totalmente
espiritual, ella se encarga de los trabajos pesados de la familia humana, de
desbrozar, de fabricar, de transportar, de manipular la materia, con una
energía proporcional a la pasión por las ganancias, el único objetivo final que
se propone, objetivo necesariamente egoísta. Dura e invasiva, rebajaría al
mundo entero a su nivel y haría del género humano una especie de gran molusco,
si la Providencia no hubiese dispuesto un contrapeso con otras razas,
relativamente ociosas en apariencia, ya que, en cuanto su actividad se
desarrolla en una esfera más alta, son el instrumento predestinado del progreso
intelectual y moral. De esos dos tipos de funciones diversas, indispensables la
una y la otra para la vida humana, resulta un antagonismo, cuya expresión
geográfica en América será la atribución de una mitad de ese vasto continente,
desde los límites boreales al istmo de Panamá, para la raza sajona, y la otra
mitad para la raza latina, es decir, española, portuguesa, italiana y francesa,
pueblos hermanos cuya íntima fusión ya ha comenzado a realizarse en las riveras
de La Plata y en el mismo Brasil". Corrés-pondance Générale, vol.
VIII, 1841-1854, París, Colin, 1981, pp. 815-816. Cfr. Romero, op. cit pp.
405-406.
36 Sobre el punto,
véase la admirable investigación de Rafael Mondragón, "Anticolonialismo y
socialismo de las periferias. Francisco Bilbao, la tormenta de 1849 y la
fundación de La Tribune des Peuples".
37 Mouvement
social des peuples de l'Amérique Méridionale, son caractère et sa portée. En La
Libre Recherche,Bruselas, Bureau de La Libre Recherche, 1855, t. I, pp.
246-256. Una traducción de este texto fue publicada por Manuel Bilbao en su
edición de Obras Completas, t. I, pp. 169-180. Hay
también una traducción reciente de próxima aparición realizada por Alejandro
Madrid Zan como parte del Proyecto de Investigación FONDECYT núm. 1111041.
38 Joseba
Gabilondo, "Genealogía de la raza latina. Para una teoría atlántica de las
estructuras raciales hispanas", en Revista Iberoamericana, vol.
LXXV, núm. 228, julio-septiembre de 2009, pp. 795-818.
39 La Revista
del Nuevo Mundo..., p. 19.
40 Alberto J.
Varona, Francisco Bilbao, revolucionario de América. Vida y pensamiento.
Estudio de sus ensayos y trabajos periodísticos, Buenos Aires, Excélsior,
1973.
41 La América
en peligro, Buenos Aires, Imprenta y Litografía de Bernheim y Boneo,
1862, pp. 29 y 30.
42 Edgar
Quinet, L'expédition du Mexique, Londres, W. Jefes, 1862.
43 La
expedición de México, trad. y prefacio de Francisco Bilbao, Buenos
Aires, Imprenta y litografía a vapor de Bernheim y Boneo, 1862.
44 Carta de Bilbao
a Miguel Luis Amunátegui, 17 de abril, 1862.
Información sobre el
autor
Alvaro García San
Martín
Investigador en el FONDECYT
"Francisco Bilbao y el proyecto latinoamericano" (núm. 1111041).
Profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad Metropolitana de
Ciencias de la Educación (UMCE), Santiago de Chile. Director de la
revista Archivos de Filosofía (Filosofía, UMCE), coeditor
de La Cañada. Revista del Pensamiento Filosófico Chileno (www.revistalacañada.cl). Algunas de sus publicaciones
son: "De la esclavitud moderna. Un capítulo de la filosofía en
Chile", en La Cañada, núm. 3, 2012; Francisco
Bilbao, Los Araucanos, trad. de Alejandro Madrid, edición e
introducción de Alvaro García, en Mapocho, 2011; Francisco
Bilbao, La Ley de la Historia, edición e introducción de Alvaro
García, en Archivos de Filosofía, 2012, y Lamennais, De
la Esclavitud Moderna,prólogo y traducción de Francisco Bilbao, edición de
Alvaro García, en La Cañada, núm. 3, 2012.
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