LOS
RECOVECOS DE MANUEL MIGUEL
Desbocada
reinvención de la vida de Manuel Espínola Gómez.
Hugo
Giovanetti Viola
Primera edición: Caracol al Galope, 1999.
Primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de
Artes, 2016.
CUADRAGESIMOQUINTA ENTREGA
UNDÉCIMA
PUERTA: SOTERRADEZ (4)
Entonces
Manolo nos lleva hasta el taller que queda en el fondo de la planta baja y
cuenta:
-Fue
el mismo día que salimos a comer los ravioles y conocimos a la Mermelada. Esa
tarde esperé a que escampara en Los Charrúas y cuando vuelvo a dormir la siesta
me lo encuentro esperando. Parecía “El pensador” emponchado por una especie de
ictericia intempérica. Y me dice sin mirarme: Vine a cuidarle el sótano, don Manolo. No sé por cuánto tiempo. Soy un
esquizofrénico azul escapado del limbo. Tenía puesto un short de baño,
nomás. Y los ojos y los dientes le fosforecían. Bueno, pase le digo: Pero
mire que en este sótano hay una mugre infernal. Y él me da el brazo para
empezar a caminar igual que si fuera un tullido y retruca: ¿Dónde vio infierno limpio, don Manolo? Y cuando llegamos allá
abajo se sentó con las piernas cruzadas y rezó un Padrenuestro. Y al rato le
pregunto si puedo ofrecerle algo y contesta: Lo que preciso es PAX. ¿No me podría leer un poema de los suyos? Y
yo no quise discutirle, pero cuando volví con el fajo le aclaré que lo mío no
era la poesía. Si quiere abro la caja
fuerte y se despacha a gusto con la pinturita le propuse. Y entonces se
destapa la cara y sube los bochones y me doy cuenta de que es CIEGO.
-¿Ciego? -mordió la
pipa Isabelino Pena. Y casi enseguida diagnosticó: -Es un crucificado.
-Vos déjate de embromar
con los intríngulis teológicos -resopló el Viejo, observando melancólicamente
el retrato que le hizo el belga Stevens a Fabini. -La cruz la cargamos todos,
botija.
-Una cosa es cargar la
cruz y otra vez haber sido crucificado -porfió el viejito. -Pero seguí
contando, por favor.
-Bueno,
y ahí nomás me encandila con los dientes y echa el resto como si nada: Usted debe tener algún poema SIN AIRE, don
Manolo. Eso es lo que preciso. Algún verso solisense, por ejemplo. ¿Puede ser? Y
yo orejeo el papelerío y digo: Puede ser.
Y mientras voy leyendo MONTEVIDEOSOLISMONTEVIDEO el loco empieza delinear una
especie de voluta con mucha delicadeza y de golpe me doy cuenta -TAN
CLARÍSIMAMENTE como frente a una atmósfera succionada por Seurat- de que está
acariciando una PALOMA INVISIBLE.
-Madre de Dios
-suspiré, terminando de entender que el esquizofrénico azul era el Jesús puntaesteño.
-SHHHH!!!! -me escupió el viejito. -¿Y qué más?
Y
Manolo cuenta que el Guardián le pidió para dormir allí abajo y él no tuvo más
remedio que acomodarlo en el cuarto chico.
-Por
suerte no hubo necesidad de ponerle un colchón porque me aseguró que al
dormirse flotaba -sonríe el Viejo,
intrigante. -Y FLOTABA, NOMÁS!!!! Como cincuenta centímetros. Apenas se
horizontalizó perdió la gravedad y se horizontalizó igual que un astronauta. Y de
golpe bosteza y me dice: Vaya tranquilo,
don Manolo. Y mañana me lee algún poema sin aire y yo le canto un rock. Hoy ya
no me da el cuero. Pero aquella madrugada (después que me trajeron en la
limusina) no me pude aguantar y bajé para ver cómo andaba la cosa y lo
encuentro levitando entre una garúa de oro que te hacía RESPIRAR EL ANDANTE DEL
CONCIERTO NRO 21 PARA PIANO Y ORQUESTA DE MOZART. Era algo digno de Kubrick,
aquello. ¿Y vos sabés que esa noche soñé que estaba en mi museo TERMINADO? No sé
dónde ni cuándo. Pero yo ya estaba allí, carajo. Y sentí que la paloma
invisible del guardián me había devuelto algo que ya no podía perder de ninguna
manera.
Mientras avanzábamos en
dirección a la escalera que bajaba hasta el sótano empecé a intervislumbrar la
quietud de una llama -como una resplendentia
de vitral gótico- sosteniendo mi cansancio. Y de golpe le dije al
detective:
-Esta tarde en el
Tasende me fue imposible aportarle un dato fundamental, compañero: D’Artagnan
De Deus era el padre de Ray. Fue asesinado en defensa propia por Luz Adrogué,
la encarnación lubola de Yemanjá del Mar Dulce.
-Ah, no te quepa la
menor duda que el primo de Tomatito era un pichón de Gárgola -chistó Manolo. -Al
mosquetero ya le veías en la gomina que era un hombre-plaga, loco. Lástima que
el proceso evolutivo necesite erosionarnos con los orines de esos bichos
rabiosos.
-Así que D’Artagnan era
el padre de Ray De Deus -masticó cómicamente
la revelación el detective. -Entonces hay que ir a Rusia a buscar a Tomatito!!!!
Que cada cual se arregle como pueda.
-No hay caso. Yo nací
pa chapalear entre sepultureros. Te juro que ni Hamlet se la buscó peor -resopló
Manolo, serio.
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