19/7/18



JULIO CÉSAR CASTRO (JUCECA)

LA VUELTA DE DON VERÍDICO


CUADRAGESIMOTERCERA ENTREGA


CARRERAS SON CARRERAS


Hombre que supo ser enamorau de los bichos, aura que dice, Cauteloso Paredes, el menor de los Paredes, que eran cuatro. Que al viejo le decían “El Techo” porque los hijos lo mantenían.


El enamorau de los bichos era Cauteloso. Un crestiano muy delicau pal tratamiento e los animalito. Tenía un pingo, oscuro tapau, que pal verano diba y lo destapaba pa que no pasara calor. No había mañana que, al levantarse, Cauteloso no fuera hasta el potrerito a prieguntarle cómo había pasau la noche. En invierno lo tapaba y lo llevaba pal rancho, a dormir con él. No ganaba pa cambiar la lona del catre.


Tenía una vaca lechera que era un lujo. Pa no molestarla, ordeñaba mirando pa otro lau, chiflando cualquier cosita, como pa sacarle importancia a la custión.


Perro que pasaba por el rancho de Cauteloso, perro que se quedaba. Tenía una perrada, que cuando había tormenta, con la custión de los truenos se le metían todos adentro. Supo pasar mucha tormenta afuera del rancho, Cauteloso. Si se amontonaban a dormir en la puerta daba un rodeo pa dentrar por la ventana, cosa e no molestar. Tanto perro, que una güelta se peliaron por un güeso mal enterrau, tuvo que dir al pueblo a buscar gente pa separar. Les llevó casi un mes.


¡Muy gatero, Cauteloso Paredes! Con mesejante perrada, vivían todos arriba e los ucalitos. Con el tiempo aprendieron a hacer nido. Un barcino que trepó de chico, al año cantaba.


Pal bicherío menudo, era similar. Un día que un indiecito lo provocó, Cauteloso le dijo que más mejor lo dejara tranquilo, porque él era hombre de pocas pulgas. El otro le largó la risa.


Una güelta, en el boliche El Resorte, taban la Duvija, Fotogénico Quena, Tercero Misterio, el tape Olmedo, el pardo Santiago y Tirito Legustro, tomando vino como por un tanto. Pa la nochecita, va el tape y dice:


-Pa lo que tá lindo, asigún se mire, es pa jugar carrera de hormiga.


-Carrera de hormiga -dijo Tirito Ligustro- es pa lío, porque hormiga sin camino de hormiga, dentra a buscar y le agarra pa cualquier lau, y a la final se entreveran, y es pa lío.


-Si me permite -salió diciendo Tercero Misterio- de aquella punta del mostrador pa acá yo le dibujo unos caminos de hormiga, y en esta punta le dibujo hormiguero, y si no agarran derechito me escupe la cara o pago la güelta.


El pardo Santiago salió a buscar hormiga, y al ratito trajo una punta de ellas en un palito. Muy desparejas; negras, y coloradas, grandes, y de las chicas.


-Cada cual agarra la que le gusta -dijo el pardo- y no se pechen que hay pa todos.


La Duvija agarró una negrita mediana, linda hormiga. Otros manotearon cualquiera, pero el tape Olmedo siguió bombiando el bicherío, hasta que se quedó con una colorada chiquita. Cuando los otros la vieron, fue la envidia. La Duvija se lo dijo:


-¡Linda estampa de hormiga, don tape; chicuela pero es un lujo!


El tape Olmedo la estuvo variando un rato en un banquito, y daba gusto verla: manos finas, tranco firme, todo nervio.


Pa la largada pusieron un palito atravesau. Mientras esperaban que se acomodaran pal “¡vamos!”, Tirito Legustro salió de nuevo conque él, diba a entrar en la penca pa que no dijeran que no sé qué, pero que carrera de hormiga era pa lío, y que él ya tenía visto.


El primer medio metro fue parejo, hasta que la negrita mediana agarró la punta y empezó el griterío. La Duvija era un escándalo e contenta. El tape Olmedo le conversaba bajito a la colorada chica, y le hacía señas con la mano como pa que aguantara el tiro sin matar. Cuando falatba un metro un suponer, diba en punta una negra grande, tres cabeza a cabeza, y atrás la chiquita. El tape largó un chiflido, hizo chicotear los dedos en el aire, y la coloradita se alivianó, ganó terreno y se vino echando el resto, a robar. Mal perdedor, Tirito Legustro le puso la hojita por el camino. La coloradita casi se entretiene, pero el tape con el rebenque la peinó en el anca y siguió como una luz. Tirito Legustro le bajó el talero a su hormiga y la hizo polvo.


Fue ahí cuando Cauteloso Paredes armó el disparramo y los curtió a patadas, porque no podía ver que maltrataban al bicherío. Dispués, Tirtito Legustro comentaba, con cara inocente él:


-Taba clavau; carrera de hormiga, siempre es pa lío.

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