“LOS BEATLES ERAN COMO HERMANOS; LOS STONES, UNA EMPRESA”
por Ricardo De Querol
(EL PAÍS / 15-4-2021)
Un libro de Yves Delmas y Charles Gancel, ‘BeatleStones. Un duelo, un
vencedor’, traza paralelismos y diferencias entre las dos bandas más
influyentes del siglo XX
El tópico dice que unos, los Beatles,
eran niños bien, burgueses y conservadores; y que los otros, los Rolling
Stones, eran unos rebeldes desenfrenados con los que nadie dejaría salir a su
hija. Eran los eslóganes de una imagen bien diseñada, que los londinenses
adoptaron en contraposición a los de Liverpool: el pelo más largo, el sonido
más sucio, la pose más insolente. En realidad, los Beatles tenían orígenes más
humildes y en radicalismo político nadie ganaba a Lennon. Es cierto que cuando unos cantaban al
amor, los otros lo hacían al sexo; que unos tuvieron más ambición artística y
los otros, más energía; y que cuando la búsqueda espiritual llevó a los unos al
hinduismo, los otros se apuntaron al satanismo, más que nada para provocar. En
un momento de sus carreras, los unos se encerraron en el estudio unos pocos
años para innovar en auténticas obras maestras; los otros se convirtieron en la
mayor maquinaria de rock and roll de la historia, todavía en funcionamiento.
Eran rivales y eran muy amigos: los
Beatles habían empezado antes, ayudaron a dar sus primeros pasos a los Stones
—Jagger y Richards son tres años más jóvenes que Lennon y McCartney—, y les
abrieron muchas puertas. Colaboraron a menudo: Lennon era el beatle más
cercano a los Stones; Brian Jones fue el más beatle de los
cinco stones. Compartieron fiestas, sustancias, canciones, viajes,
celos, conflictos. Los Fab Four evolucionaron con mucha rapidez, quemando
etapas, y se hicieron añicos en 1970; los Stones fueron fieles durante
décadas a su estilo, anclado en el blues.
El libro BeatleStones. Un
duelo, un vencedor (editorial Milenio) trata de
detallar las coincidencias y diferencias entre las dos bandas fundamentales de
la segunda mitad del siglo XX. Una obra singular, pues sus autores son dos
empresarios y melómanos franceses: Yves Delmas es el presidente de Seur y
Charles Gancel, músico y novelista. Escribieron este libro de forma “perezosa”,
a lo largo de 10 años, pasándose cada capítulo para que el otro lo completara.
Delmas domina bien las biografías y el contexto cultural de esa época; Gancel
además sabe escrutar acordes, armonías y compases, y llama la atención sobre
detalles solo aptos para oídos bien educados.
“No había un libro de referencia
sobre la mayor polémica de la historia del rock. Queríamos resolver esas
discusiones de sobremesa sobre quién es mejor, si Messi o Ronaldo, si los
Beatles o los Stones”, explica Delmas en una conversación a tres por
videoconferencia. “Queríamos acabar con las ideas preconcebidas, hacerlo
divertido y lo menos subjetivo posible. Pero tenía que haber un ganador”.
El vencedor no se hace esperar mucho
para el lector atento. El duelo es desigual porque, en los años en que
coincidieron, los cuatro de Liverpool siempre fueron por delante. “Los Beatles
fueron la mayor fuente de inspiración para los Stones. Sin ellos, no habrían
sido la banda que fueron. Los Beatles nunca tomaron nada de los Stones. Fue una
influencia unilateral”, sostiene Delmas. Incluso el logo de los londinenses, la
célebre boca carnosa que saca la lengua, salió de un dibujo de
Alan Aldridge para un libro ilustrado de canciones de los
Beatles inspirado en Day Tripper. En la carrera de los de Liverpool
tuvieron más huella Bob Dylan o los Beach Boys.
Un año muy revelador al respecto es
1967. Cuando lanzaron Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, el álbum más icónico de la contracultura de los sesenta,
los Beatles estaban picados con los Beach Boys, un grupo vocal como ellos, que
acababan de facturar el monumental Pet Sounds. Sin embargo,
los Stones trataron de subirse a la ola psicodélica con Their Satanic
Majesties Request, un fiasco del que sacaron una lección que jamás
olvidarían: no intentar replicar los pasos de su gran competidor. A partir de
ahí los Beatles entran en descomposición (mantienen un alto nivel, pero cada
uno va por su lado), mientras que los Stones se reafirman en su identidad, de
raíz americana, y encadenan cuatro álbumes apabullantes, los mejores de largo
de su carrera: Beggars Banquet (1968), Let It Bleed (1969), Sticky
Fingers (1971) y Exile in Main Street (1972).
El combate tiene también ganador en
el campo del directo: barren los Stones. Los Beatles, aunque venían muy bregados
desde jóvenes en Hamburgo y The Cavern, nunca lograron sobre el escenario la
excelencia que sí alcanzaban en el estudio. Ellos fueron los primeros en tocar
en un gran estadio, el Shea Stadium de Nueva York, en 1966. “Pero no asumían
ningún riesgo. Daban conciertos de 45 a 50 minutos, sin alejarse del sonido de
sus discos. No eran muy creativos sobre el escenario”, admite Delmas. “Los
Stones mejoraban sus canciones en directo. Hacían versiones alargadas, con
improvisación, cabe decir sublimadas”.
Pero los autores del libro observan
que en los conciertos de los Stones solo suenan temas que ya tienen más de
cuatro décadas. La última canción memorable de sus satánicas majestades,
señalan, es Start Me Up, de 1981. Hasta el punto de que hace tiempo
que no necesitan tener disco nuevo para justificar una gira. Jagger y Richards
no han mantenido una fecundidad creadora como la que tuvieron Lennon-McCartney
(más Harrison). En menos de una década, los Beatles compusieron unas 200
canciones, frente a algo más de 300 de los Stones… en 60 años.
Como los Beatles se habían retirado
de la escena —su última actuación, en California, data de agosto de 1966—, los
Stones quisieron demostrar su poderío congregando a enormes multitudes. El
punto de inflexión fue el caótico festival de Altamont, en 1969, que acabó con
los Ángeles del Infierno, inexplicablemente encargados de la seguridad, matando
a puñaladas y golpes a un espectador. La tragedia les hizo despertar. “Los
Stones se dieron cuenta en el acto de que eso tenía que ser gestionado
profesionalmente, como un negocio”, dice Gancel. Así lo hicieron, llenando
grandes recintos casi sin pausa hasta el año pasado, cuando la pandemia los obligó a
parar.
¿Cuál es la clave de la longevidad de
los Stones frente a unos Beatles que solo estuvieron en el primer plano de 1963
a 1969? Responde Delmas: “Los Beatles eran como hermanos, un monstruo de cuatro
cabezas. Juntos desde adolescentes, tuvieron una relación muy estrecha y pura.
Cuando eso se rompió fue como un divorcio. Nunca fue posible recomponer la
banda. La de los Stones es otra historia. Nunca tuvieron una relación personal
tan cercana. Son una comunidad de intereses, una empresa. Por eso duran tanto”.
¿Veredicto final? Gancel responde
dando la vuelta al tópico. “Los Beatles han sido los más revolucionarios en lo
musical. Los Stones eran los conservadores porque siempre estuvieron pegados al
blues”. Claro que a los viejos bluesmen, como B. B. King, nunca les dio apuro envejecer en el
escenario. Y ahí están Jagger, Richards, Watts y Wood, sin disimular sus
arrugas y dando vueltas al mundo con sus descargas de rock and roll. La carrera
de los Beatles se paró en 1970 para dejar una colección de discos perfecta. Dos
gigantes, cada uno a su manera. Por suerte, nada obliga a elegir entre los dos.
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