JULIO
CÉSAR CASTRO (JUCECA)
LA
VUELTA DE DON VERÍDICO
CUADRAGESIMOTERCERA ENTREGA
CARRERAS
SON CARRERAS
Hombre que supo ser
enamorau de los bichos, aura que dice, Cauteloso Paredes, el menor de los
Paredes, que eran cuatro. Que al viejo le decían “El Techo” porque los hijos lo
mantenían.
El enamorau de los bichos
era Cauteloso. Un crestiano muy delicau pal tratamiento e los animalito. Tenía
un pingo, oscuro tapau, que pal verano diba y lo destapaba pa que no pasara
calor. No había mañana que, al levantarse, Cauteloso no fuera hasta el
potrerito a prieguntarle cómo había pasau la noche. En invierno lo tapaba y lo
llevaba pal rancho, a dormir con él. No ganaba pa cambiar la lona del catre.
Tenía una vaca lechera
que era un lujo. Pa no molestarla, ordeñaba mirando pa otro lau, chiflando
cualquier cosita, como pa sacarle importancia a la custión.
Perro que pasaba por el
rancho de Cauteloso, perro que se quedaba. Tenía una perrada, que cuando había
tormenta, con la custión de los truenos se le metían todos adentro. Supo pasar
mucha tormenta afuera del rancho, Cauteloso. Si se amontonaban a dormir en la
puerta daba un rodeo pa dentrar por la ventana, cosa e no molestar. Tanto
perro, que una güelta se peliaron por un güeso mal enterrau, tuvo que dir al
pueblo a buscar gente pa separar. Les llevó casi un mes.
¡Muy gatero, Cauteloso
Paredes! Con mesejante perrada, vivían todos arriba e los ucalitos. Con el
tiempo aprendieron a hacer nido. Un barcino que trepó de chico, al año cantaba.
Pal bicherío menudo, era
similar. Un día que un indiecito lo provocó, Cauteloso le dijo que más mejor lo
dejara tranquilo, porque él era hombre de pocas pulgas. El otro le largó la
risa.
Una güelta, en el boliche
El Resorte, taban la Duvija, Fotogénico Quena, Tercero Misterio, el tape
Olmedo, el pardo Santiago y Tirito Legustro, tomando vino como por un tanto. Pa
la nochecita, va el tape y dice:
-Pa lo que tá lindo, asigún
se mire, es pa jugar carrera de hormiga.
-Carrera de hormiga -dijo
Tirito Ligustro- es pa lío, porque hormiga sin camino de hormiga, dentra a
buscar y le agarra pa cualquier lau, y a la final se entreveran, y es pa lío.
-Si me permite -salió
diciendo Tercero Misterio- de aquella punta del mostrador pa acá yo le dibujo
unos caminos de hormiga, y en esta punta le dibujo hormiguero, y si no agarran
derechito me escupe la cara o pago la güelta.
El pardo Santiago salió a
buscar hormiga, y al ratito trajo una punta de ellas en un palito. Muy
desparejas; negras, y coloradas, grandes, y de las chicas.
-Cada cual agarra la que
le gusta -dijo el pardo- y no se pechen que hay pa todos.
La Duvija agarró una
negrita mediana, linda hormiga. Otros manotearon cualquiera, pero el tape
Olmedo siguió bombiando el bicherío, hasta que se quedó con una colorada
chiquita. Cuando los otros la vieron, fue la envidia. La Duvija se lo dijo:
-¡Linda estampa de
hormiga, don tape; chicuela pero es un lujo!
El tape Olmedo la estuvo
variando un rato en un banquito, y daba gusto verla: manos finas, tranco firme,
todo nervio.
Pa la largada pusieron un
palito atravesau. Mientras esperaban que se acomodaran pal “¡vamos!”, Tirito
Legustro salió de nuevo conque él, diba a entrar en la penca pa que no dijeran
que no sé qué, pero que carrera de hormiga era pa lío, y que él ya tenía visto.
El primer medio metro fue
parejo, hasta que la negrita mediana agarró la punta y empezó el griterío. La
Duvija era un escándalo e contenta. El tape Olmedo le conversaba bajito a la
colorada chica, y le hacía señas con la mano como pa que aguantara el tiro sin
matar. Cuando falatba un metro un suponer, diba en punta una negra grande, tres
cabeza a cabeza, y atrás la chiquita. El tape largó un chiflido, hizo chicotear
los dedos en el aire, y la coloradita se alivianó, ganó terreno y se vino
echando el resto, a robar. Mal perdedor, Tirito Legustro le puso la hojita por
el camino. La coloradita casi se entretiene, pero el tape con el rebenque la
peinó en el anca y siguió como una luz. Tirito Legustro le bajó el talero a su
hormiga y la hizo polvo.
Fue ahí cuando Cauteloso
Paredes armó el disparramo y los curtió a patadas, porque no podía ver que
maltrataban al bicherío. Dispués, Tirtito Legustro comentaba, con cara inocente
él:
-Taba clavau; carrera de
hormiga, siempre es pa lío.
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