Capítulo 35
Salir por Encima de la Mente
Amado Osho, ¿Qué es la locura?
Hay dos posibilidades:
Locura significa literalmente salirse de la mente, de ahí que haya dos posibilidades: puedes
salirte de la mente por encima o por debajo.
Ordinariamente,
la gente sale de la mente por debajo porque no hace falta ningún esfuerzo, no
tienes que hacer nada. Cualquier conmoción puede romper tu estabilidad mental:
la muerte de un ser querido, tu negocio entra en bancarrota; la alteración es
tan grande que no puedes mantener tu normalidad. Caes por debajo de la mente,
tu comportamiento se vuelve irracional.
Pero vas más allá de la miseria; si te hubieras quedado en
la mente normal la conmoción habría creado una miseria inmensa. Es la forma
natural de evitar la conmoción. Simplemente te tira para abajo; ahora no sabes
qué ha pasado. Estás en bancarrota, tu esposa tu hijo se han muerto; no
importa, de hecho ni siquiera te acuerdas. Has entrado en una nueva fase, te
has convertido en una persona nueva. Pero va a ser algo irracional, anormal,
impredecible. Ordinariamente esto recibe el nombre de locura o insanía en todo
el mundo.
Sólo en
Oriente hemos descubierto que también hay otro tipo de locura que proviene de
la meditación profunda: es ir más allá de la mente. Ambas están fuera de la
mente; de ahí que haya cierta similitud. Por eso a veces un loco se comporta
casi como un sabio. Tiene intuiciones
pero no tiene control sobre ellas, sólo son flashes, pero a veces ve cosas que
tú no puedes ver.
En Oriente,
donde la mente ha sido el único centro de investigación a lo largo de siglos,
hemos descubierto que puedes pasar por encima de la mente. El sufismo acepta
dicho estado y lo llama el estado de masta: el loco divino. Está loco,
pero es un loco suprahumano. Su comportamiento es irracional en lo que
concierne a nuestra lógica. Pero quizá haya una lógica superior según la cual
su comportamiento no es irracional.
En India a
un hombre así se le llama paramhansa. Uno de los hombres que recibió el
nombre de paramhansa fue Ramakrishna, que vivió el siglo pasado. El
comportamiento de un paramhansa es completamente loco, pero es muy hermoso, y
tiene una profundidad que incluso el mayor genio mental no posee.
Ocurrió que
en los tiempos de Ramakrishna... Él solía vivir a las afueras de Calcuta, a
orillas del Ganges en un pequeño templo. Ahora han surgido muchos templos, y en
Calcuta... En aquel momento Calcuta era la capital de India, no Nueva Delhi,
por eso la crema de los intelectuales y de la gente creativa estaba en
Calcuta. Y de todas maneras los bengalíes son la gente más creativa de la India , en su mayoría intelectuales.
Keshav
Chandra Sen era un gran genio en lo que se refiere al intelecto, y fue el
cofundador de una religión, Brahmasamaj: la sociedad de lo divino. Era conocido
en toda India. A Ramakrishna no le conocía nadie, excepto unos pocos vecinos de
la orilla del río en la que vivía. No tenía educación y la gente pensaba que
estaba loco -la gente mental porque su comportamiento no era explicable a través
de conceptos mentales.
Pero poco a poco su influencia fue creciendo, particularmente en Calcuta,
que estaba muy cerca: la gente podía venir a verle.
Y a Keshav
Chandra Sen le preocupaba que un campesino, sin educación. Incluso profesores
de universidad se estaban convirtiendo en devotos seguidores suyos; venían a
tocarle los pies. Y todo lo que decía era tan ordinario. El hombre no tenía
nada excepcional. Un día finalmente decidió ir a discutir con aquel hombre
para zanjar la cuestión.
Y fue. Cientos de personas que conocían a Keshav Chandra y los pocos
que conocían a Ramakrishna se sumaron a la reunión para ver qué ocurría. Los seguidores
de Ramakrishna tenían mucho miedo, sabiendo que Keshav Chandra podía vencer a
cualquiera en cuestiones de raciocinio. Había probado su temple cientos de
veces, en toda India. Había ganado a grandes eruditos sin esfuerzo. ¿Cómo iba a
defenderse el pobre Ramakrishna ante él?
Todos sus
seguidores estaban nerviosos, pero Ramakrishna no. Preguntaba una y otra vez:
«¿Aún no ha llegado Keshava?» Ni siquiera usaba su nombre completo: Keshav
Chandra Seno Simplemente decía: «¿Aún no ha llegado Keshava?»
Por fin
llegó Keshav Chandra con todos sus seguidores. Ramakrishna lo abrazó. Keshav
Chandra no estaba preparado para ello. Había venido a pelear y se lo dejó muy
claro a Ramakrishna: «Esto no te va a ayudar. He venido a discutir cada uno de
los puntos de tu filosofía. No intentes crear una amistad. He venido como un
enemigo: o tú me ganas y yo seré tu seguidor, o prepárate a seguirme a mí.»
Ramakrishna
dijo: «Enseguida pasaremos a discutir, ¡el abrazo no tiene nada que ver con
ello! Siempre te he querido. Cuando oía hablar de ti y de tus ideas, que dices
que no hay Dios... y yo sé que hay Dios, pero me sigues gustando y te quiero.
De hecho, tu gran inteligencia es la prueba de que la existencia es
inteligente; si no, ¿de dónde viene la inteligencia? Para mí tú eres la prueba
de la existencia de Dios, pero eso lo discutiremos más adelante. ¿Qué prisa hay?
Y no hace falta ser enemigos. Podemos discutir en profunda amistad.
»Y, como
sabes, soy pobre. No conozco la lógica. Nunca he discutido con nadie. Va a ser
muy fácil para ti, ¡no tienes que ponerte tenso! Te he preparado unos dulces;
tómalos primero. Los he preparado con mucho amor. Después puedes comenzar el
mencionado debate.»
A Keshav
Chandra le resultaba un poco difícil. Aquel hombre era extraño; le ofreció un
dulce, le abrazó. Ya había desmontado su amabilidad, su agresividad; de manera
muy sutil, sin decir palabra. Y lo más extraño de todo; dice que mi presencia
-es decir, la presencia de Keshav Chandra- es prueba suficiente de la
existencia de Dios, que no hace falta ninguna otra prueba. ¿Cómo es posible
semejante inteligencia sin Dios? El mundo estaría muerto. El mundo es
inteligente y Dios no es nada más que la inteligencia de la existencia.
Después de
tomar sus dulces, Ramakrishna dijo: «¡Ahora comienza tu juego!» Y Keshav
Chandra argumentó contra todo lo que había encontrado en los pequeños libros de
Ramakrishna: sus seguidores habían recogido sus dichos e historias, anécdotas
de toda su vida. A Ramakrishna le gustaba y decía a sus seguidores: «¡Mirad lo
bien que me critica!» Muchas veces se ponía de pie, le daba un abrazo y decía:
«¡Eres un genio! Tu crítica es perfecta.»
Keshav
Chandra dijo: «No he venido aquí a recibir tu aprobación; he venido a
discutir.» Ramakrishna dijo: «No veo para qué discutir. Tú eres la prueba. Yo
no necesito dar ninguna otra prueba; puedo llevarte por todo el mundo como
prueba de que Dios existe: iKeshav Chandra es la prueba!
Keshav
Chandra nunca se había encontrado con un hombre así, y lo que decía era muy
significativo; iba penetrando en su corazón. La presencia de aquel hombre, su
forma de comportarse, su amorosidad... A Keshav Chandra le ocurrió algo que sus
seguidores no podían creer.
Al final de
la discusión, Ramakrishna dijo: «Dime quién ha ganado y quién ha perdido, y lo
seguiré. Si has ganado tú, yo te seguiré. Pero como no sé discutir no podría
juzgar. Juzga tú; eres muy capaz de hacer un juicio de la situación. Puedes
decirme: "Estás derrotado", y estaré derrotado.»
Y los
seguidores de Keshav Chandra se quedaron asombrados al ver que Keshav Chandra
caía a los pies de Ramakrishna. ¡No podían creer lo que veían sus ojos! Después
de haberse ido, todo el mundo le preguntó: «Keshav Chandra, ¿qué te ha
ocurrido?»
Él dijo: «No
lo sé. Pero hay una cosa cierta: ese hombre ha experimentado algo de lo que yo
sólo hablo. Yo puedo hablar eficazmente, pero él lo tiene; lo irradia.
Tengo al menos la inteligencia suficiente para ver el aura del hombre, para
sentir la irradiación de su amor, para ver su simplicidad, su sinceridad; para
ver su confianza, que me dice: "Decide tú, y si he sido derrotado..."
Y no ha discutido en absoluto. ¿Cómo puedes vencer a una persona que no
discute en absoluto? Por el contrario, valoraba mis críticas y decía a sus
discípulos: "Escuchad, así es como se debe criticar una cosa."
»Y mientras
estaba sentado a su lado, poco a poco algo se fundió en mí, el antagonismo, la
agresividad. Es la primera vez que esto me ocurre con alguien. La gente cree
que está loco, pero si él está loco, a mí también me gustaría estarlo. Está muy
por encima de lo que llamamos cordura.»
Era muy
difícil llevar a Ramakrishna de un sitio a otro porque en cualquier lugar, en
medio de la carretera... Y Calcuta es una ciudad muy poblada, con más de
diez millones de personas. El tráfico de Calcuta es el peor del mundo. Tiene
que serlo porque miles de personas van caminando; y hay todo tipo de
vehículos: coches, tranvías, autobuses. Comenzaba a bailar en medio de la calle
porque algo le recordaba a Dios.
Y cualquier
cosa podía recordarle a Dios... veía un niño muy hermoso, y comenzaba a
cantar y a bailar. Sus seguidores se sentían muy avergonzados -tenían que
protegerle desde todos los lados- de que en aquel tráfico... la policía
acabaría viniendo porque aquel hombre estaba provocando un gran atasco.
Pero fuera
de India habría estado en un asilo para locos porque en Occidente la locura es
locura; no hay dos categorías. En India casi se convirtió en un ser divino, un
dios, porque poco a poco la gente se dio cuenta de que parecía irracional pero
había algo divino en su irracionalidad.
Había estado
haciendo cosas peculiares desde su infancia. Su familia estaba preocupada,
¿qué va a ocurrirle a este niño? La gente sugería -como es costumbre en India y
en otros lugares- que estaría bien casarle para que se olvidara de Dios y de la
meditación y se implicara en los asuntos mundanos. Pensaron que se negaría, esa
habría sido la expectativa habitual. Pero él era un loco; no seguía las
expectativas de los demás.
Cuando su padre le preguntó temiendo que respondería que no, Ramakrishna
dijo con gran alegría: «¡Sí! ¿Pero dónde está la muchacha?»
Su familia
dijo: «¡Está loco! Las cosas no se hacen así. Está tan dispuesto...; ¡tiene
que ser de inmediato! Y pregunta: "¿Dónde está la chica? ¿Con quién me voy
a casar? ¡Hacedlo pronto!"»
Un día
previamente concertado le llevaron a un pueblo cercano, a otro pueblo, para ver
a la chica. Y en India se hace así: la chica viene con algunos dulces y te los
pone en el plato; ese es el único momento en que puedes verla -sólo ese
momento- y tienes que decidir.
Como había
ido a ver a su futura esposa, su madre le había dado tres rupias por si acaso
las necesitaba. Cuando la chica salió con los dulces, la miró, tomó las tres
rupias y se las puso a los pies, y tocándolos, le dijo: «Madre, eres la
muchacha apropiada. Me casaré contigo.»
Su padre le
dijo: «Idiota, no entiendes que nadie llama madre a su esposa.»
Pero todo el
mundo sabía que era un poco excéntrico; en primer lugar lo de poner las tres
rupias a los pies de la chica...; todo el mundo se quedó conmocionado. Y
después, tocándole los pies, le dijo allí mismo: «Madre, eres muy hermosa. Me
voy a casar contigo, está decidido.»
Pero, por
una extraña coincidencia, toda la familia de la chica quería anular aquel
matrimonio porque decían: «Este muchacho está loco, y si empieza así, nadie
sabe cómo pueden acabar su vida de casados.» Pero la muchacha insistía en que
de casarse con alguien, se casaría con aquel hombre.
Era un
hombre muy hermoso. La familia tenía que decidir respecto a la boda, y al
final la boda tuvo lugar; vivieron juntos toda su vida.
Ramakrishna
siguió llamándola madre. Nunca tuvieron la relación propia de los esposos. Al
contrario... En Bengala adoran a la diosa madre, Kali. Hay días en que adoran a
la diosa madre en toda Bengala, y también en otros lugares, en los lugares de
India donde hay bengalíes...; son los únicos que siguen concibiendo a Dios como
madre.
En esos días, cada año ponía a su esposa Sharda desnuda en un trono y
la adoraba; tan desnuda como la estatua de la diosa madre en los templos. No
iba al templo, decía: «Cuando tengo una madre viva conmigo, ¿por qué debería
ir y adorar a una estatua de piedra?»
Cualquiera
dirá que esto es locura, pura locura. Pero hay muchas cosas por las que su
locura no puede catalogarse junto con la de otros locos. Su locura está más
allá de la mente, no por debajo de la mente. Cada una de sus afirmaciones es de
una importancia tremenda, simple pero llena de significado. Como campesino que
es, cuenta pequeñas historias. Pero sus historias son tan hermosas que puedes
extraer más significado de ellas que de toda una escritura. Y su vida...; si
miras con cuidado, te darás cuenta de que no es un hombre ordinario; es
suprahumano.
Un día
Ramakrishna y sus seguidores estaban pasando el Ganges en un bote cuando de
repente, en medio de la travesía, empieza a gritar: «¡No me pegues!» No he
hecho nada malo. ¿Por qué me pegas?» Y empezó a derramar lágrimas.
Y su gente
dijo: «Nadie te está pegando, ¿qué haces?» Incluso sus propios seguidores
sospechaban de vez en cuando que estaba loco, porque sólo eran seguidores.
Nadie le pegaba pero él estaba llorando. Y podían ver en su rostro que estaba
siendo severamente golpeado.
Él dijo:
«¿No me creéis? Mirad mi espalda.» Le apartaron la ropa y no podían creérselo:
había muchas marcas de las que manaba sangre; le habían golpeado muy duramente.
No lo podían creer..., ¿cómo explicarlo? Este hombre estaba loco y
estaba volviendo locos a sus seguidores.
Pero cuando
llegaron a la otra orilla, encontraron a un hombre que había sido golpeado y
tenía una multitud a su alrededor. Y al mirar su espalda se quedaron atónitos:
las marcas de los golpes eran exactamente las mismas en la espalda de este
hombre y en la de Ramakrishna.
Tanta unidad
de sentimiento que cuando otra persona es golpeada -inocentemente, no había
hecho nada- Ramakrishna se convierte en parte de esa persona, se vuelven uno.
Esto no es locura, es una experiencia tremenda, un hombre de alturas himaláyicas...
Y aunque no era un predicador, no era un intelectual, en todo lo que dice
puedes encontrar la comprensión de los más grandes hombres que han caminado
sobre la tierra.
Por supuesto,
sus maneras son las de un aldeano...
Un hombre
vino a Ramakrishna y le dijo: «Voy a ir a Benarés para sumergirme en el Ganges
y librarme de mis pecados»; ésta es una creencia de los hindúes.
Ramakrishna dijo: «Muy buena idea, puedes ir. ¿Pero sabes que en las
orillas del Ganges hay unos árboles muy grandes, tremendos?»
El hombre dijo; «Sí, lo sé.»
Y él añadió; «Cuando te sumerges en el Ganges tus pecados se apartan de
ti, pero se quedan en los árboles. ¿Y cuánto tiempo vas a poder permanecer bajo
el agua? Tendrás que salir y tendrás que volver a casa. Y cuando estás vestido
y listo para volver a casa, los pecados vuelven a saltar sobre ti. Por tanto
es inútil, pero si quieres hacerlo...»
No dice que
es estúpido, que el Ganges no puede lavar tus pecados. Pero lo dice a su
manera, sin herir los sentimientos del hombre. Y se lo dice de una
manera preciosa: «Puedes ir. El Ganges hará su trabajo, te purificará, ¿pero
cuánto tiempo puedes permanecer en el Ganges? Antes o después tendrás que
salir. ¿Y cómo piensas que funciona? Los árboles están allí, y son el lugar
donde reposan los pecados.
«A veces
ocurre que los pecados de los demás saltan sobre ti. Cuando ven a una persona
mejor, se cambian. Por eso no te lo recomiendo. Encuentra otra forma de
purificarte. Esta es peligrosa: tanta gente bañándose en el Ganges y todos sus
pecados están en los árboles; se mezclan. Y después ya depende de ellos elegir
a uno o a otro.
«Es mejor
tener tus propios pecados. Al menos los conoces. Puede que vuelvas con pecados
nuevos, más peligrosos. Pero no te lo voy a impedir; nunca impido nada a
nadie. Puedes ir y probarlo, pero ya te he contado toda la historia. Nadie
habla de los árboles a causa de los sacerdotes que viven en las orillas del
Ganges, todo su negocio se iría a pique si la gente supiera lo de los árboles,
el verdadero secreto. Y como nadie puede ver los pecados, son invisibles; se
asientan en los árboles y esperan.»
Este hombre, en India, se convirtió en paramhansa. Paramhansa significa
literalmente «el mayor de los cisnes»... porque en la mitología india se cree
que el cisne sólo come perlas; son su alimento. Y el cisne es la única ave que
si le pones para beber leche mezclada con agua, beberá la leche y dejará el
agua. Tiene la capacidad de discriminar entre la leche y el agua.
Paramhansa
significa «el mayor de los cisnes», el que ha llegado a ser capaz de
discriminar entre sombra y luz, entre correcto y equivocado. No es un esfuerzo
por su parte; simplemente se ha convertido en su naturaleza. Pero su
comportamiento puede parecer alocado.
Lo que siento es que en India hay muchos locos que están verdaderamente
locos, que no han ido más allá de la mente -y he visto algunos de ellos-, pero
son adorados como paramhansas. Sus actos irracionales son interpretados de tal
forma por los eruditos que comienzan a cobrar sentido. He observado a esta
gente y están realmente locos, no son paramhansas.
Quizá en
Occidente el caso sea parecido; puede que haya unos pocos paramhansas viviendo
en asilos de locos, porque no tenéis ninguna otra categoría. Cuando un hombre
empieza a comportarse de manera extraña, frenética, está loco. Por eso hay
confusión de ambos lados. Pero todavía sigo pensando que la confusión oriental
es mejor. No hay nada malo en adorar a un loco; no estás haciendo daño a nadie.
Pero poner a un paramhansa en un manicomio y obligarle a tomar medicinas,
inyecciones y tratamientos para que vuelva en sí es verdaderamente dañino.
La
psicología occidental, aún no tiene una categoría para definir al segundo tipo
de locura, pero la necesita. Esa categoría sólo surgirá cuando se acepte la
supermente. Antes de Sigmund Freud ni siquiera se aceptaba la mente
inconsciente, sólo el consciente. Durante miles de años, en Occidente, no se ha
tenido ni idea de la mente inconsciente.
Con Sigmund
Freud, quedó establecida la existencia de la mente inconsciente. Con Jung,
quedó establecida la existencia del inconsciente colectivo. Ahora hace falta
que alguien establezca Inexistencia del inconsciente cósmico. Hay un enorme
campo preparado para que algún genio establezca su existencia. Pero la
psicología oriental ya acepta todos estos campos y los ha aceptado durante
miles de años.
Y todo lo
anterior está por debajo de la mente consciente. Por encima de la mente
consciente también hay tres capas: el superconsciente, el superconsciente
colectivo; y el superconsciente cósmico. En ellos ni siquiera ha empezado el
trabajo. La segunda categoría de locos de la que hablo está en algún lugar de
estas tres categorías; evidentemente está en el superconsciente, pero quizá si
la persona va más fondo puede tratarse del superconsciente colectivo. Y en un
hombre como Ramakrishna se trata del superconsciente cósmico.
Antes de
morir padecía un cáncer de garganta, y no podía comer ni beber nada. Sus
seguidores le decían una y otra vez: «Simplemente cierra los ojos y habla con
la existencia; ella te escuchará.» Él cerraba los ojos, pero se olvidaba. Al
rato, cuando abría los ojos..., los discípulos estaban esperando y le
preguntaban: «¿Qué ha pasado?»
Él decía:
“nada, porque cuando cierro los ojos todo se queda en silencio. ¿Qué esperabais
que ocurra?»
Ellos le
decían: «Te habíamos pedido que pidieras a la existencia...» Finalmente
obligaron a su esposa, Sharda: «Quizá tu puedas persuadirle.»
Aunque no tenía
ganas y se sentía reacia, al final se lo pidió. Le dijo con lágrimas en los
ojos: «No quiero decirte que hagas nada porque eso sería interferir y en
toda mi vida no he dicho ni una sola palabra para interferir. Tú estás muy por
encima; mis manos no llegan. Pero como esta gente está tan angustiada, he
accedido a pedirte una sola vez: cierra los ojos y pide a la existencia:
"¿Qué me estás haciendo? Aparta este cáncer de mi garganta."»
Él dijo:
«Como nunca me has pedido nada, y todas las esposas piden algo día tras día,
cada día...; durante toda tu vida no me has pedido nada, y puede que éste sea
mi último día, mis últimos días, voy a acceder a tu petición.»
Cerró los
ojos, volvió a abrirlos y dijo: «Sharda, lo he pedido. Y he oído una voz que me
decía: "Ramakrishna, ¿no puedes beber a través de la garganta de otros?
¿No puedes comer a través de la garganta de otros? ¿Necesitas obligatoriamente
la tuya? ¿Aún estás apegado a tu cuerpo? "»
«Y yo he dicho:
"No"; tenía que decir la verdad. Entonces la voz me ha dicho:
"Desde ahora en adelante, come por la garganta de todos y bebe por la
garganta de todos."»
Éste es el
estadio de consciencia cósmica. Este hombre puede parecer loco, puede
comportarse de formas que no encajen en tu mente... y la psicología tiene que
encontrar un lugar para un hombre así, separarlo de los locos que conocemos.
Así pues existe la posibilidad de volverse loco, por debajo de la mente,
y en eso también puedes estar en tres niveles distintos. Puedes estar loco,
simplemente inconsciente; también puedes estar loco en el inconsciente
colectivo. En cada escalón hacia abajo estarás cada vez más loco. Y puedes
estar loco al nivel de la mente inconsciente cósmica; eso es lo peor que le
puede ocurrir a un hombre. Vivirá simplemente como una piedra, como una roca.
Ha perdido todo contacto... está tan lejos, a kilómetros de la consciencia.
La psicología ha intentado devolver a estas personas al estado mental;
no ha tenido mucho éxito, pero si la persona sólo ha caído un escalón, puede devolverle
a la normalidad. Desde el segundo escalón se vuelve más difícil; y, desde el
tercero creo que la psicología todavía no ha sido capaz de buscar la forma de
recuperar a nadie.
Es muy difícil tirar a la persona hacia abajo desde la superconsciencia,
pero es posible. Y la psicología lo está haciendo -al menos en Occidente-
con unos pocos que quizá no estén locos en el sentido ordinario.
Por ejemplo,
Vincent Van Gogh estuvo en un manicomio durante un año; y yo no creo que
estuviera loco, pintaba aspectos de las cosas que nos son desconocidos. Durante
ese año en el manicomio pintó sus mejores obras. Y eso prueba que quizá estaba
en un estado superior al de la mente ordinaria.
Quizá había
llegado a la superconsciencia. Durante ese año pintó un cuadro en el que las
estrellas son espirales. Y todo el mundo se reía: «iEsto es absolutamente loco!
¿Quién ha visto que las estrellas sean espirales?» Y recientemente, hace unos
días, la física ha llegado a la misma conclusión: las estrellas son espirales.
No podemos verlo debido a la distancia. Cien años después de Van Gogh...
Quizá ese
hombre que nos parece loco estaba es un estado superior de consciencia y era capaz
de ver un siglo por delante de la ciencia, sin instrumentos, sin nada; sólo con
su consciencia visualizó que las estrellas son espirales.
Hay otros
cuadros en los que pintó cosas extrañas. Quizá con el tiempo vayamos
descubriendo que no son extrañas, que son exactamente tal como las pintó.
Durante toda su vida... Después de ese año en el manicomio no vivió mucho más,
pero pintó un cuadro en el que los árboles suben por encima de las estrellas.
Las estrellas están a medio camino y los árboles las sobrepasan y crecen por
encima. Incluso sus amigos se reían: «¡Estás poniéndote en ridículo! ¿Los
árboles yendo por encima de las estrellas?»
Van Gogh
dijo: «No sé, pero cada vez que me siento junto a un árbol, siento la ambición
del árbol: es la ambición de la
Tierra de ir más allá de las estrellas. No se si los árboles
mienten ni si me engaño, pero me ocurre cada vez que me siento junto a un
árbol. De repente siento que el árbol me dice: "Yo soy la aspiración de la Tierra de crecer más alto
que las estrellas."»
Quizá el
hecho de que el hombre vaya a la
Luna , a las estrellas, sea parte de la misma ambición: la Tierra quiere ir todo lo
lejos que pueda, para averiguar, para investigar.
Ahora bien,
aunque Van Gogh parezca un loco, lo que dice no carece de sentido; tiene
cierta credibilidad. Si en el hombre existe el deseo de alcanzar las estrellas,
entonces en los árboles también debe existir el deseo de llegar más allá de las
estrellas, porque todos somos parte de la vida una. Los árboles son una de sus
expresiones, nosotros somos otra expresión diferente, pero la vida es la misma.
Me preguntas:
«¿Qué es la locura? La locura puede ser definida como ir por debajo de la mente
o ir por encima de ella. Caer por debajo
de la mente es enfermedad; caer por encima de la mente es salud, totalidad.
Amado Osho,
Durante los últimos siete años te he oído hablar de la
verdad. Pero para mí sigue siendo una palabra vacía. A menudo dices que uno
conoce la verdad cuando está en silencio por dentro. Conozco ese sentimiento
delicioso que se apodera de mí cuando cierro los ojos y me quedo en silencio
por dentro, pero ¿qué tiene que ver con la verdad?
Esa es la
verdad. La verdad no es un objeto que encontrarás en algún lugar cuando estés
en silencio. La verdad es tu subjetividad.
Simplemente intenta entenderlo. Tú estás presente, y todo el
mundo está presente. Cualquier cosa que veas será un objeto, pero quien lo ve es el sujeto.
En el silencio todos los objetos desaparecen; y tienes que recordar la palabra
“objeto”; es la misma palabra que “objeción”. “Objeto” significa aquello que te
impide.
Por tanto todos los impedimentos, todos los objetos, todas las objeciones,
desaparecen; tienes toda la infinitud, y sólo queda el silencio. Está lleno de consciencia,
está lleno de presencia, de tu ser. Pero no encontrarás nada que sea la verdad,
porque de esa forma se convertiría en un objeto. Y la verdad nunca es un
objeto.
Verdad es subjetividad.
Descubrir tu subjetividad -sin impedimento ni objeción de ningún tipo,
en su infinitud y eternidad totales- es la verdad.
La «verdad»
sólo es una forma de hablar; no hay algo que tenga la etiqueta de «Verdad», que
un día encontrarás, abrirás la caja, verás los contenidos y dirás: «¡Genial! He
encontrado la verdad.» No existe semejante caja.
Tu
existencia es la verdad, y cuando estás en silencio, estás en la verdad. Y si
el silencio es absoluto, entonces estás en la verdad última. Pero no pienses en
la verdad como en un objeto, no es un objeto.
No está
allí, está aquí.
Amado Osho,
He madurado tanto desde que estoy contigo, he cambiado en todos los aspectos. Al mismo tiempo, cuando me miro a mí mismo, siento lo mismo que cuando era un niño.
¿Se trata de mi testigo, o es otra cosa?
Es tu
testigo. Simplemente recuerda una cosa, que el sentimiento de ser un niño puede
experimentarse de dos maneras distintas. Puedes ser un testigo y la experiencia
de ser un niño puede ser un objeto. Entonces hace falta un paso más: tienes
que convertirte en la pureza, la inocencia del niño... sin estar separado; eres
eso.
Irá
viniendo. Así es como viene: en primer lugar viene como un objeto; aún estás
separado y observándolo. Es precioso, una gran experiencia -echas fuera toda
la basura y vives una sensación de pureza, un estado de inocencia-, pero sigues
estando separado de él.
Simplemente
sigue siendo su testigo, y pronto incluso la infancia desaparecerá y sólo
quedará el testigo, la subjetividad. Sólo quedará el espejo sin reflejar nada.
Entonces has llegado a casa.
Puedes reflejar cosas preciosas, y es bueno, pero cuando el espejo está
completamente vacío...
Una de las
escrituras budistas se llama «El Espejo Vacío.» Describe con precisión el
estado último de consciencia, en el que simplemente eres y no queda nada: ni
siquiera la infancia, ni siquiera el silencio, ni siquiera la paz, ni siquiera
la dicha... nada que puedas observar.
Este océano
de nada que te rodea es el nirvana. No queda nada por explorar.
No queda
nada más que encontrar.
Tal como está, está bien: estás cambiando, y además sentir la
propia infancia es una gran experiencia. Pero te quedan por delante experiencias
más importantes. No te detengas, sigue adelante hasta que sólo quedas tú, solo,
sin segundo.
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