AUTÓGRAFOS OLVIDADOS DE CÉSAR VALLEJO
TÁMESIS
/ PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ / 2003
EDICIÓN FACSIMILAR DE 52 MANUSCRITOS AL CUIDADO DE
JUAN FLÓ Y STEPHEN M. HART CON ESTUDIO PRELIMINAR DE JUAN FLÓ Y NOTAS DE
STEPHEN M. HART
CUADRAGESIMOTERCERA ENTREGA
STEPHEN M. HART / ALGUNOS APUNTES
SOBRE LOS AUTÓGRAFOS DE POEMAS HUMANOS Y
ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ (2)
Poemas humanos (20)
‘Viniere
el malo, con un trono al hombro…’ (19 de noviembre, 1937) (29-30)
Este
poema tiene cierta semejanza con los cuatro poemas mencionados en la
introducción cuya estructura está basada en una lista de palabras escritas al
margen del poema. (109) En efecto, ‘Viniere el malo, con un trono al hombro…’
parece ser un ejercicio verbal basado en el futuro del subjuntivo, de muy poco
uso hoy en día (se conserva nada más en expresiones tales como ‘sea como
fuere’). (110) La exploración de los varios usos del futuro del subjuntivo
existe desde el primer borrador del poema. El primer verso, por ejemplo, antes
de llegar a su forma definitiva de ‘Viniere el malo, con un trono al hombro’
(V3, v. 1; Silva-Santisteban III, 271) decía: ‘Viene el malo, en su cabeza un
precio’ (V1, rev., v. 1). Este verso alude a un mundo al revés en que ocurre el
contrario de lo que ordinariamente se espera. En este caso es Satanás, el malo,
quien llega el mundo llevando en la cabeza el ‘precio’ que, según las Escrituras,
Cristo ‘pagó’ por los pecados de la humanidad, o sea, que el poema vallejiano
describe un mundo en que el Diablo podría desempeñar el rol que
tradicionalmente se asocia con el Cristo. En el segundo verso Vallejo sigue con
el mismo razonamiento poético. El primer estado del autógrafo aludía a cómo
viniere ‘el bueno y Satanás a acompañar al malo’ (V1, v. 2), que luego se
transformó en: ‘y el bueno, a acompañar al malo al andar’ (V2, v. 2;
Silva-Santisteban, III, 270). La referencia a Satanás quedó suprimida por ser
excesivamente trillada la alusión, quizás. Otra enmienda en la primera estrofa
del poema indica cierta modestia de la parte de Vallejo. Antes de ser ‘por remo
el tallo, por timón el cedro’ (V2, v. 6), por ejemplo, el verso decía: ‘por
remo el tallo, por aplausos el sexo’ (V1, rev., v. 8); posteriormente sacó la
referencia al sexo, posiblemente por recato. Sin embargo la mayoría de los
cambios efectuados en el texto nacen del concepto de crear la imagen de un
mundo al revés, un universo en donde el Diablo pudiera desempeñar el papel de
Cristo y donde la causa pudiera ser el efecto, a saber, un mundo que no
obedeciera a las leyes empíricas de la causalidad, donde ‘volviere la carne a
sus tres títulos’ (V2, v. 8) y ‘se arquearen los gansos a ser aves…’ (V2, v.
12). Tal es el caso de ‘faltare uno al once para doce’ (V1, v. 17) que se
corrigió a ‘faltare dos al once para trece’ (V1, rev., v. 17), probablemente
para realzar el mal augurio asociado en la imaginación popular con el número
trece. Un verso bastante sorprendente en su forma original es el v. 26 en que
había un reto claro dirigido al lector: ‘Sucediere ello así, señores beatos’
(V1, v. 26); después de la revisión se transformó en ‘Sucediere ello así, y así
pongámoslo’ (V1 rev., v. 26). Estos ‘señores beatos’ son quizás el equivalente
para el poeta peruano de lo que fue el ‘hypocrite lecteur’ para el gran poeta
francés, Charles Baudelaire. (111), escritor favorito, por lo demás, de
Vallejo.
La
segunda mitad del poema está caracterizada por una lista de preguntas amargas e
irónicas (en el sentido de que no tienen respuesta). El autógrafo cae en una
especie de abismo lingüístico en el cual desorden del mundo externo parece
filtrarse en la estructura del poema mismo. La última pregunta con que se concluye
la serie de preguntas, por ejemplo, raya en la agramaticalidad: ‘con cuánto qué
cuánto herir…’ (V1, v. 32). El verso entero fue tachado, probablemente por su
falta de elegancia retórica. El v. 35 del estado original del manuscrito aludía
en términos muy claros al dolor que le agobiaba al sujeto lírico: ‘que he sido
triste’ (V1, v. 35). Otra vez, quizás por su proyección excesivamente
transparente, la referencia fue suprimida. También es de interés el que los dos
últimos versos se tacharan. Difíciles de descifrar, una lectura provisional
sería: ‘este día es la espera y no me rindo / otro día será más largo (…)’ (V1,
vv. 37-38). Si el vocablo de verdad es ‘espera’ -que como repito- es una
interpretación provisional, ¿a cuál espera se refiere? ¿La espera de la muerte?
¿La espera de noticias de la guerra civil española que, como sabemos,
preocupaba bastante a Vallejo en aquellos meses? (113) Y, finalmente, si se
trata se algo tan cotidiano como una ‘espera’ desesperada, ¿por qué tenía
Vallejo que vestir sus emociones con tanto dramatismo? Responder adecuadamente
a esta pregunta es difícil pero es importante aceptar que esa era la estrategia
de Vallejo cuando componía sus poemas. Velar la fuente empírica del poema para
luego crear algo más abstracto, más duro, más eterno. El sentido profundo de su
obra ‘se ve y se palpa sólo después de siglos, y no al día siguiente, como
acontece en la acción superficial del seudo-artista’ (114) La consulta del
autógrafo también revela otra cosa: que Vallejo tuvo cierta dificultad en
encontrar una conclusión satisfactoria para el poema. La manera, sin embargo,
en que solucionó el problema fue genial puesto que primero tachó los dos
últimos versos, sustituyéndolos por una frase ‘No exajero’ (sic) (V2, v. 32; Silva-Santisteban, III,
272). Luego esta frase también se suprimió, así que el poema termina ahora con
el verso ‘y de tanto pensar, no tengo boca’ (V3, v. 30; Silva-Santisteban, III,
273). La conclusión del poema de esta manera subraya el motivo más importante
del poema: la imposibilidad de expresar el dolor del mundo. Es un dolor que
enmudece al yo lírico, y por eso se calla.
Notas
(109)
Los poemas son ‘¡Oh botella sin vino! ¡Oh vino que enviudó de esta
botella!...’, ‘Al fin, un monte…’, ‘Quiere y no quiere su color mi pecho…’ de Poemas humanos, ‘Terrestre y oceánica’
de España, aparte de mí este cáliz;
véase 99-105, y 147-48.
(110) Véase Raph Penny, A History of the Spanish Lasnguage (Cambridge: CUP, 1991), 144, y 178-79.
(111)
Según reza el ultimo verso del famosísimo poema, ‘Au lecteur’, de Baudelaire:
‘Hypocrite lecteur, -mon semblable’, -mon frère; Les fleurs du Mal, edición de Raymond Decesse (Paris: Bordas,
1966), 33
(112)
A Vallejo le encantaba recitar las poesías de Baudelaire en París, y visitaba
frecuentemente la tumba de Baudelaire en el cementerio de Montparnasse. Esto
queda claro en los apuntes de Vallejo; una larga y detallada descripción de la
tumba de Baudelaire se inicia así: ‘El monumento a Baudelaire es una de las
piedras sepulcrales más hermosas de París, una auténtica piedra de catedral’ (Contra el secreto profesional, 9). En su
ensayo, ‘Aniversario de Baudelaire’, Vallejo habla con gran admiración del
poeta francés, señalando que ‘el autor de Las
flores del mal no fue el diabolismo, en el sentido católico de este
vocablo, sin una elevada suma de dos grandes sumandos inseparables: la rebelión
y la inocencia’; Artículos y Crónicas
(1918-1939), 413 14 (413).
(113)
Según Georgette, Vallejo iba frecuentemente a la estación Montparnasse para
saber las noticias más recientes de la guerra civil española: ‘Consulta a
cualquier hora del día o de la noche los cables, que llegan de España, y son
publicados en la Estación de Ferrocarriles Montparnasse’; ¡Allá ellos!. 93.
(114)
Las palabras son de Vallejo: ‘Los artistas ante la política’, Artículos y Crónicas (1918-1939), 363-65
(364).
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