ENCUENTRO
CON LA SOMBRA
(El
poder del lado oscuro de la naturaleza humana)
Carl G. Jung / Joseph
Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaiel Branden
/ Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James Hillman / John
Bradshaw y otros
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremiah Abrams
DECIMOCTAVA
ENTREGA
PRIMERA PARTE: ¿QUÉ ES LA SOMBRA?
3. LA SOMBRA EN LA HISTORIA Y LA
LITERATURA (2)
Anthony
Stevens
La
ansiedad que conllevan todas estas historias no es tanto el temor a ser
descubiertos como a que el aspecto oscuro escape de nuestro control. Todos los
relatos de ciencia ficción -cuyo prototipo hay que buscarlo en el Frankestein de Mary Shelley- pretenden
despertar el desasosiego del lector. En El
Malestar de la Cultura, Freud ilustra claramente su profunda comprensión de
este problema. Sin embargo, la época y las circunstancias vitales que le
rodearon -clase media vienesa de fines del siglo XIX- le llevaron finalmente a
concluir que la tan temida maldad -reprimida tanto por los hombres como por las
mujeres- era de naturaleza estrictamente sexual. Su sistemático análisis de
este aspecto de la sombra y el simultáneo declive del poder del superego judeocristiano
terminaron expurgando a los demonios eróticos de nuestra cultura y allanaron el
camino para que muchos contenidos de la sombra pudieran integrarse en la
personalidad total del ser humano sin exigir a cambio el tributo del
sentimiento de culpabilidad que tanto había afligido a las generaciones
anteriores. Este excepcional ejemplo colectivo ilustra claramente el valor
terapéutico que Jung atribuía al proceso psicoanalítico de reconocimiento e
integración de los distintos componentes de la sombra.
No
obstante, todavía nos resta exorcizar de la sombra un elemento tan poderoso
como el deseo sexual pero de consecuencias mucho más devastadoras: el ansia de
poder y destrucción. Resulta, cuanto menos, sorprendente que Freud -testigo de
la Primera Guerra Mundial y de la posterior emergencia del fascismo- ignorase
este componente. Mucho nos tememos que su omisión fuera la consecuencia de su
firme determinación de que la teoría sexual terminara convirtiéndose en el
concepto fundamental del psiconaálisis. (¨Mi querido Jung: Prométame que nunca abandonará
la teoría sexual. Se trata del punto central de nuestra teoría. De él debemos
hacer un dogma, un baluarte inexpugnable.”) Antonhy Storr hace la interesante
sugerencia de que esta omisión también pudiera deberse al sentimiento de culpa
de Freud respecto de la defección de Alfred Adler que precisamente había abandonado
el movimiento psicoanalítico debido a su convicción de que en la etiología dela
psicopatología humana el instinto de poder jugaba un papel mucho más importante
que el deseo sexual.
En
nuestro siglo, la necesidad de afrontar los componentes más brutales y
destructivos de la sombra se ha convertido en el destino inexcusable de nuestra
especie. Si no lo hacemos así no nos queda esperanza alguna de supervivencia.
Ese es realmente el problema de la sombra en la actualidad, esta es -y con
motivos- el verdadero origen de la “ansiedad universal” que nos queja. “Aun
estamos a tiempo de detener el Apocalipsis -declara Konrad Lorenz- pero nuestra
acción debe ser inmediata”.
Nuestra
época está atravesando un momento crítico de la historia de la humanidad y, si
no nos aniquilamos a nosotros mismos y a la mayor parte de las especies de la
faz de la tierra, la ontogenia terminará triunfando sobre la filogenia. Hacer
la sombra se ha convertido en nuestro imperativo biológico fundamental. El peso moral que conlleva esta inmensa
tarea es mucho mayor que el que ha podido afrontar cualquier generación pretérita.
En la actualidad, el destino del planeta y de todo nuestro sistema solar (ahora
sabemos que somos los únicos seres sensible en él) se halla en nuestras manos. Jung
es el único de los grandes psicólogos de nuestra época que nos ha proporcionado
un modelo conceptual útil para poder afrontar con éxito esta tarea. Su concepto
de sombra sintetiza el trabajo de Adler y de Freud y su demostración de la
tendencia del Yo a actualizarse los trasciende a ambos. Sólo podremos evitar la
hecatombe si llegamos a un acuerdo consciente con la naturaleza y, en articular, con la naturaleza de la sombra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario