PAULO
FREIRE
CAPÍTULO 1 (5)
PEDAGOGÍA
DEL OPRIMIDO
DECIMOTERCERA ENTREGA
De
ahí esta exigencia radical (tanto para el opresor que se descubre como tal,
como para los oprimidos que, reconociéndose como contradicción de aquel,
descubren el mundo de la opresión y perciben los mitos que lo alimentan) de
transformación de la situación concreta que genera la opresión.
Nos
parece muy claro, no sólo aquí sino en otros momentos del ensayo, que al
presentar esta exigencia radical -la de la transformación objetiva de la
situación opresora- combatiendo un inmovilismo subjetivista que transformase el
tener conciencia de la opresión en una especie de espera paciente del día en
que esta desaparecería por sí misma, no estamos negando el papel de la subjetividad
en la lucha por la modificación de las estructuras.
No
se puede pensar en objetividad sin subjetividad. No existe la una sin la otra,
y ambas no pueden se dicotomizadas.
La
objetividad dicotomizada de la subjetividad, la negación de esta en el análisis
de la realidad o en la acción sobre ella, es objetivismo. De la misma forma, la negación de la objetividad, en
el análisis como en la acción, por conducir al subjetivismo que se extiende en
posiciones solipsistas, niega la acción misma, desde el momento que esta pasa a
ser creación de la conciencia. Ni objetivismo, ni subjetivismo o psicologismo,
sino subjetividad y objetividad en permanente dialecticidad.
Confundir
subjetividad con subjetivismo, con psicologismo, y negar la importancia que
tiene en el proceso de transformación del mundo, de la historia, es caer en un
simplismo ingenuo. Equivale a admitir lo imposible: un mundo sin hombres, tal
como la otra ingenuidad, la del subjetivismo, que implica a los hombres sin
mundo.
No
existen los unos sin el otro, mas ambos en permanente interacción.
En
Marx, como en ningún pensador crítico, realista, jamás se encontrará esta
dicotomía. Lo que Marx criticó y científicamente destruyó, no fue la subjetividad
sino el subjetivismo, el psicologismo.
La
realidad social, objetiva, que no existe por casualidad sino como el producto
de la acción de los hombres, tampoco de transforma por casualidad. Si los
hombres son los productores de esta realidad y si esta, en la “inversión de la
praxis”, se vuelve sobre ellos y los condiciona, transformar la realidad
opresora es una tarea histórica, es la tarea de los hombres.
Al
hacerse opresora, la realidad implica la existencia de los que oprimen y de los
que son oprimidos. Estos, a quienes cabe realmente luchar por su liberación junto
con los que con ellos verdaderamente se solidarizan, necesitan ganar la
conciencia crítica de la opresión, en la praxis de esta búsqueda.
Este
es uno de los problemas más graves que se oponen a la liberación. Es que la
realidad opresora, al constituirse casi como
un mecanismo de absorción de los que en ella se encuentran, funciona como una
fuerza de inmersión de las conciencias. (10)
Notas
(10)
“La acción liberadora implica un momento necesariamente consciente y volitivo,
configurándose como la prolongación e inserción continuada de este en la
historia. La acción dominadora, entretanto, no supone esta dimensión con la misma
necesariedad, pues la propia funcionalidad mecánica e inconsciente de la
estructura es mantenedora de sí misma y, por lo tanto, de la dominación. De un
trabajo inédito de José Luis Fiori, a quien el autor agradece la posibilidad de
cita.
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