3/5/21

SAN JUAN DE LA CRUZ (148)

 

 

SAN JUAN DE LA CRUZ

 

LLAMA DE AMOR VIVA

 

OCTOGESIMOSEXTA ENTREGA

 

CANCIÓN TERCERA (10)

 

¡Oh lámparas de fuego,

en cuyos resplandores

las profundas cavernas del sentido

que estaba oscuro y ciego,

con extraños primores

calor y luz dan junto a su Querido!

 

DECLARACIÓN

 

71 / Hablando espiritualmente, una cosa es estar a oscuras y otra es estar en tinieblas; porque estar en tinieblas es estar ciego (como habemos dicho) en pecado; pero el estar a oscuras puede serlo sin pecado. Y esto en dos maneras, conviene a saber: acerca de lo natural, no teniendo luz de algunas cosas naturales, y acerca de lo sobrenatural, no teniendo luz de algunas cosas sobrenaturales. Y acerca de estas dos cosas dice aquí el alma que estaba oscuro su sentido antes de esta preciosa unión; porque, hasta que el Señor dijo: Fiat Lux (Gen. 1,3), estaban las tinieblas sobre la haz del abismo de la caverna del sentido del alma. El cual, cuando es más abisal y de más profundas cavernas, y tanto más profundas tinieblas hay en él acerca de lo sobrenatural, cuando Dios, que es su lumbre no le alumbra; y así este imposible alzar los ojos a la divina luz ni caer en su pensamiento, porque no sabe cómo es, nunca habiéndola visto. Y, por eso, ni la podrá apetecer, antes apetecerá tinieblas, porque sabe cómo son, e irá de una tiniebla en otra, guiado por aquella tiniebla. Porque no puede ganar una tiniebla sino a otra tiniebla, pues, como dice David, el día rebosa en el día, y la noche enseña ciencia a la noche (Ps. 18.2). Y así un abismo llama a otro abismo (Ps. 41,8), conviene a saber: un abismo de luz llama a otro abismo de luz, y un abismo de tiniebla a otro abismo de tiniebla, llamando cada semejate a su semejante y comunicáncosele. Y así, la luz de la gracia que Dios había dado antes a esta alma, con que le habría alumbrado el ojo del abismo de su espíritu, abriéndosele a la divina luz y haciéndole en esto agradable a sí, llamó a otro abismo de gracia, que es esta transformación divina del alma en Dios, con que el ojo del sentido queda tan esclarecido y agradable a Dios que podemos decir que la luz de Dios y del alma toda es una, unida la luz natural del alma con la sobrenatural de Dios, y luciendo ya la sobrenatural solamente; así como las luz que Dios crió se unió con la del sol, y luce ya la del sol solamente sin faltar la otra.

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