SAN
JUAN DE LA CRUZ
LLAMA
DE AMOR VIVA
OCTOGESIMOSEXTA
ENTREGA
CANCIÓN TERCERA (10)
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas
del sentido
que estaba oscuro y
ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a
su Querido!
DECLARACIÓN
71 /
Hablando espiritualmente, una cosa es estar a oscuras y otra es estar en tinieblas;
porque estar en tinieblas es estar ciego (como habemos dicho) en pecado; pero
el estar a oscuras puede serlo sin pecado. Y esto en dos maneras, conviene a
saber: acerca de lo natural, no teniendo luz de algunas cosas naturales, y
acerca de lo sobrenatural, no teniendo luz de algunas cosas sobrenaturales. Y
acerca de estas dos cosas dice aquí el alma que estaba oscuro su sentido antes
de esta preciosa unión; porque, hasta que el Señor dijo: Fiat Lux (Gen.
1,3), estaban las tinieblas sobre la haz del abismo de la caverna del sentido
del alma. El cual, cuando es más abisal y de más profundas cavernas, y tanto
más profundas tinieblas hay en él acerca de lo sobrenatural, cuando Dios, que
es su lumbre no le alumbra; y así este imposible alzar los ojos a la divina luz
ni caer en su pensamiento, porque no sabe cómo es, nunca habiéndola visto. Y,
por eso, ni la podrá apetecer, antes apetecerá tinieblas, porque sabe cómo son,
e irá de una tiniebla en otra, guiado por aquella tiniebla. Porque no puede
ganar una tiniebla sino a otra tiniebla, pues, como dice David, el día
rebosa en el día, y la noche enseña ciencia a la noche (Ps. 18.2). Y así un
abismo llama a otro abismo (Ps. 41,8), conviene a saber: un abismo de luz
llama a otro abismo de luz, y un abismo de tiniebla a otro abismo de tiniebla, llamando
cada semejate a su semejante y comunicáncosele. Y así, la luz de la gracia que
Dios había dado antes a esta alma, con que le habría alumbrado el ojo del
abismo de su espíritu, abriéndosele a la divina luz y haciéndole en esto
agradable a sí, llamó a otro abismo de gracia, que es esta transformación divina
del alma en Dios, con que el ojo del sentido queda tan esclarecido y agradable
a Dios que podemos decir que la luz de Dios y del alma toda es una, unida la
luz natural del alma con la sobrenatural de Dios, y luciendo ya la sobrenatural
solamente; así como las luz que Dios crió se unió con la del sol, y luce ya la
del sol solamente sin faltar la otra.
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