22/12/21

FRANCISCO ESPÍNOLA (170)

 

 

DON JUAN, EL ZORRO

 

FRANCISCO ESPÍNOLA

 

SEPTUAGÉSIMA ENTREGA

 

Apéndice III

 

Comentarios del autor (2)

 

(Los tres textos que siguen corresponden a originales manuscritos del autor y fueron hallados en un sobre en el que figura, manuscrita por el autor, asimismo, esta leyenda: “Algo de lo que se dijo en el SODRE con motivo de la lectura de “Don Juan”).

 

Primer comentario. (2)

 

A estos aspectos estilísticos, sería bueno referirse con alguna detención. Y también explicar porqué, manejando técnicas complejas y riesgosas por delicadas, con frecuencia estallan contravenciones en que no caería un aprendiz. Dentro de un instante ustedes han de encontrarse, entre otras inadecuaciones, con la descripción excesivamente desproporcionada de un mueble: el escritorio de la Comisaría.

 

Y advertirán qué cantidad de usos y costumbres y peculiaridades del desaparecido mundo de los gauchos se lanzan, sin embargo, sobre la conciencia del lector mediante tan poca escritura. Tal es la desproporción, que enseguida se percibe que ha sido deliberada. El lector, así en el grado de su conocimiento del oficio narrativo, entra también desde ese punto de su apreciación en el incesante juego externo de la chanza. Y así, burla burlando, va siendo sometido a las presiones de mi intención profunda, y esa sí, de veras; la de que se conozca, comprenda y ame a sus lejanos hermanos, cuando como en el retrato del reciente ejemplo, si el lector es eficiente y es puro y yo consigo ser un buen escritor, la novela desaparezca, deje de existirle en su corazón para dar sitio y la vida que yo pueda infundir, en mis páginas, a las que ya no existen.

 

Ahora, dos palabras para ubicar el tema.

 

Don Juan, el Zorro, que quiere muchísimo a la Mulita por lo inocente, por lo dulce, por lo buena que es, por todo lo que la diferencia de lo que la rodea, se entera que ella ha sido castigada a lazo por el propietario de la pulpería “La Blanqueada”, el Peludo, su tío y tutor -es huérfana de padre y madre, la Mulita. El Zorro se las amaña para sacar una noche al Peludo a enseñarlo a enlazar y lo hace arrastrar por un tremendo toro. Se parte el lazo. Queda el Peludo bajo la luna. Y es hallado por la Nutria, la Lechuza, el Dormilón y otras gentes así, que por salir de un velorio, andaban levantados a deshora. En la escena de la Comisaría, un Charaboncito trae la denuncia del desmán y que es de Don Juan el trozo de lazo encontrado a la cintura del moribundo. Entraremos pues, de inmediato, en relación con uno de los personajes más importantes de la obra: con el Comisario Tigre. Para la lejana escena final (1) de la novela en que él mata a la Mulita, como el Mal aniquila al Bien, a mí me convendría que, previamente, diera el Comisario Tigre idea de algo distinto de los otros personajes y le impusiera aspecto infernal. Con un buen sol a plomo y uno de esos uniformes militares de gala de otros tiempos, de los poblados de galones y charreteras y entorchados, brillaría adecuadamente para mis fines; como si viviese dentro de una llamarada. ¿Pero es posible el uniforme de gala para las circunstancias especiales y, todavía, en medio del campo? Había que crear una razón. Y para ello es que, desde el principio de la obra, y durante todo su transcurso, al uniforme de servicio del Tigre le sucedió lo que ustedes casi enseguida van a saber.

 

Notas

 

(1) Final en relación con lo que ya estaba escrito e iba a ser trasmitido por el SODRE, en lectura del propio autor, pero no final de la novela. (N. de E.)

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