ALBERTO METHOL FERRÉ
LOS ESTADOS CONTINENTALES Y EL
MERCOSUR
SÉPTIMA
ENTREGA
Introducción (1)
Nuestro
planteo general es analizar las raíces históricas de los procesos de
integración y transferir los conocimientos sobre esos procesos a los funcionarios
del servicio exterior; principalmente bajo la forma específica de la confección
de un documento analizando las diferentes raíces históricas que hoy son la base
del proceso de integración regional.
Este
documento debe ser la condensación de una perspectiva histórica procesual, del
mapa de los distintos orígenes y caminos. Todos estos confluyen hoy en dos
grandes caudales: la integración latinoamericana (con sus distintos tipos
actuales) y hacia una zona de libre comercio hemisférica.
Este
doble discernimiento es capital. Los países latinoamericanos apuntan hacia una integración
máxima difusa entre sí; en tanto que la zona de libre comercio hemisférica
(ALCA) con Estados Unidos y Canadá, no se presenta, por el momento, con
intenciones ulteriores.
Signos
de esta diferencia son las reiteradas declaraciones que -por ejemplo- el
Mercosur va más allá del ALCA. Porque es una alianza estratégica con propósitos
integrativos más profundos. Apunta a un mercado común, con cierta
indeterminación de hasta dónde podrá llegar tal profundidad.
Por
otra parte, esos dos grandes ramales de la actual polifacética integración latinoamericana
y de la aparentemente más sencilla zona de libre comercio hemisférica,
seguramente confluyen parcialmente entre sí, interpenetrándose en distintos
niveles.
Esclarecer
las lógicas históricas contemporáneas que empujan por distintas vías a una
profundización integrativa no es por cierto de menor importancia. La claridad
respecto de los horizontes de las acciones es decisiva. Puede acotar
indeterminaciones y ambigüedades que si no son esclarecidas pueden generar
políticas equívocas, polivalentes o vacilantes.
De
tal modo, la primera tarea es esbozar un marco de referencia de todos nuestros
análisis particulares. Es también un modo de exhibir los presupuestos
esenciales de nuestro trabajo. Así podrá criticárselo con mayor provecho. De
alguna manera, exige que la crítica muestre también sus propios presupuestos.
El
marco de referencia puede enunciarse brevemente, es de conocimiento común, pero
no siempre se pone explícitamente. Es un marco de referencia conceptual, como
guía para discernir el sentido y las etapas del movimiento histórico. Debe ubicarse
entre dos extremos, uno mínimo y otro máximo. Dice al respecto Felipe Herrera:
El primero de esos extremos -la cooperación-
se ha venido adoptando en el ámbito regional e internacional mediante el
tratado de corte internacional, en que el principio de intangibilidad de la
soberanía nacional sólo acepta las limitaciones recíprocamente convenidas en
dicho instrumento, que prevé todas las circunstancias de su aplicación. El otro
extremo, el federalismo o la integración política, significa la creación de un
nuevo Estado más grande que asume la representación exterior de las soberanías de
las unidades constituyentes y que tiene jurisdicción superior a las de sus
componentes. (1)
Los
dos extremos del arco de comprensión es un mínimo de partida, la cooperación de
Estados soberanos, hasta el máximo de una especie de estado federal
continental. Luego acota Felipe Herrera:
La realidad está mostrando que
entre uno y otro extremo puede producirse una variada gama de modalidades
integracionistas, sin que necesariamente haya que llegar a la integración
política como forma jurídico-institucional de la integración económica. Esto no
quiere decir que la integración política no sea deseable como etapa culminante
del proceso, cuando él se refiera a Estados-naciones cuyas afinidades
fundamentales (geográficas, étnicas, histórico-culturales) hacen que la
unificación sea viable. Pero conviene señalar que pueden institucionalizarse
diversas modalidades de integración económica que no signifiquen la abolición o
subordinación de las soberanías nacionales sino la coordinación permanente -y no
circunstancial- de ellas en un plano supranacional.
Así,
según se avance, hay distintos grados de integración, que se expresan en el
establecimiento de áreas preferenciales, zonas de libre comercio, uniones
aduaneras, mercados comunes, unión económica, etcétera, en crecientes
gradaciones integradoras, de caminos variables, que tienen el horizonte límite
ideal de un Estado Continental. En efecto, el límite absoluto de la integración
entre dos o más Estados es un nuevo Estado.
Puede
encontrarse en la historia de América Latina, desde su Independencia, la
presencia antes mencionada de los dos grandes caudales: el de la conjugación
latinoamericana y el de la conjugación hemisférica. Para no adelantar ni
internarnos en los itinerarios de los orígenes, puede hablarse en esta segunda
mitad del siglo XX de dos grandes olas integrativas. La primera es la gran ola
de los años sesenta, en curso, que tiene en vez los dos caudales, el
latinoamericano y el hemisférico. Estas dos olas sucesivas, con una separación
de apenas veinte años, tienen sin duda conexiones profundas, pero a su vez
grandes diferencias; diferencias que atañen tanto al contexto histórico mundial
como a sus protagonistas. Pues los años noventa son la irrupción de un intenso
y nuevo proceso de globalización, que no correspondía a la anterior lucha de
dos sistemas económicos y políticos generales antagónicos, y que eran el marco
de la década de los sesenta.
Notas
(1)
Herrera, F.: “Conferencia en la Escuela Libre de Derecho”, México, 24 de marzo
de 1965.
No hay comentarios:
Publicar un comentario