CLARISSA PINKOLA ESTÉS
MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS
SEPTUAGESIMOQUINTA
ENTREGA
CAPÍTULO 8
El instinto de
conservación:
La identificación de
las trampas, las jaulas y los cebos envenenados
La mujer fiera (5)
Las trampas
Trampa 6: El temor
ante lo colectivo, la rebelión de la sombra
La niña se apodera subrepticiamente de los zapatos rojos, se va a la
iglesia haciendo caso omiso del revuelo que se arma a su alrededor y es
denostada por la comunidad. Los habitantes de la aldea "hablan" de
ella. La castigan. Le arrebatan los zapatos. Pero ya es demasiado tarde, está
atrapada. Aún no se trata de una obsesión sino más bien de que la comunidad
provoca y fortalece su hambre interior exigiéndole capitular ante su estrechez
de miras.
Se puede intentar llevar una vida secreta, pero más tarde o más temprano
el super-ego, un complejo negativo y / o la propia cultura se nos echarán
encima. Es difícil esconder algo que los demás no aprueban y que nosotras
deseamos con ansia. Es difícil esconder los placeres robados aunque no nos
proporcionen alimento. Lo propio de los complejos y de las culturas negativas
es echarse encima de todo lo que se aparta de la conducta aceptable establecida
por la sociedad y revela los impulsos divergentes del individuo.
De la misma manera que algunas personas se ponen furiosas cuando ven una
simple hoja en el suelo, el juicio negativo saca su sierra para amputar
cualquier miembro que no se adapte a la norma. A veces la colectividad ejerce
presión sobre una mujer para que sea una "santa", para que sea
instruida y políticamente correcta, para que lo tenga todo "bien junto y
ordenado" de tal manera que cada uno de sus esfuerzos sea una obra
perfecta. Si nos acobardamos ante la colectividad y nos sometemos a las presiones
que ésta ejerce para que nos adaptemos estúpidamente a sus normas, nos
salvaremos del exilio, pero, al mismo tiempo, pondremos traidoramente en peligro
nuestras vidas salvajes.
Algunos piensan que ya pasó la época en que se maldecía a la mujer
salvaje y, cuando ésta se comportaba de acuerdo con el yo natural de su alma,
se la calificaba de "equivocada" y de "mala". Pero no es
así. Lo que ha cambiado son los tipos de conducta que se consideran
`incontrolados" en el caso de las mujeres. Por ejemplo, hoy en día en
distintos lugares del mundo, si una mujer adopta una postura política, social,
espiritual, familiar o medioambiental, si se atreve a decir que el rey va
desnudo o si habla en nombre de los que sufren o los que no tienen voz, con
demasiada frecuencia se examinan sus motivos para averiguar si se ha "desmadrado",
es decir, si se ha vuelto loca.
El destino final de una niña salvaje nacida en el seno de una comunidad
rígida es la ignominia de verse esquivada por los demás. Los que la esquivan
tratan a la víctima como si no existiera. Le niegan el interés espiritual, el
amor y otras necesidades psíquicas. El propósito de todo ello es obligarla a
adaptarse a las normas so pena de matarla espiritualmente y / o expulsarla de
la aldea para que languidezca hasta morir en el desierto.
Si se esquiva a una mujer, ello se debe casi siempre a que ha hecho o
está apunto de hacer algo de carácter salvaje, las más de las veces algo tan
sencillo como expresar una opinión ligeramente distinta o vestirse con un color
considerado impropio, es decir, se debe tanto a cosas muy pequeñas como a cosas
grandes. Hay que recordar que una mujer oprimida no es que se niegue a encajar
sino que no puede encajar sin morir al mismo tiempo. Está en juego su
integridad espiritual, por lo cual tratará de liberarse por todos los medios a
su alcance por muy peligrosos que éstos sean.
Veamos un ejemplo reciente. Según la CNN, al principio de la Guerra del Golfo
las mujeres musulmanas de la Arabia Saudí, a las que estaba vedado conducir vehículos
por motivos religiosos, subieron a los automóviles y se pusieron al volante.
Después de la guerra, las mujeres fueron llevadas ante unos tribunales que
condenaron su conducta y, finalmente, después de muchos interrogatorios y
reproches, fueron entregadas a la custodia de sus padres, hermanos o maridos, quienes
tuvieron que prometer mantenerlas en cintura en el futuro.
Éste es un ejemplo de la huella de vida y prosperidad que deja una mujer
en un mundo enloquecido que la tacha de escandalosa, insensata e incontrolada. A
diferencia de la niña del cuento que se deja dominar por el reseco mundo que la
rodea, a veces la única alternativa que le queda a una mujer si no quiere
acobardarse ante una comunidad apergaminada consiste en llevar a cabo un acto
de valentía. Este acto no tiene por qué ser necesariamente un terremoto.
Valentía significa seguir los impulsos del corazón. Hay millones de mujeres que
cada día llevan a cabo actos de gran valentía. No se trata sólo del acto
individual que transforma una reseca comunidad sino de la repetición de los
actos. Tal como me dijo una vez una joven monja budista "Las 90 gotas de
agua traspasan la piedra".
Además, hay en casi todas las comunidades un aspecto oculto que fomenta la
opresión de las vidas salvajes, espirituales y creativas de mujeres. Dicha
opresión consiste en animar a las mujeres a "delatarse" mutuamente y
a someter a sus hermanas (o hermanos) a unas restricciones que no reflejan la
capacidad de relación presente en los valores familiares de la naturaleza
femenina. La presión de la sociedad obliga no sólo a que una mujer delate a
otra y la exponga por tanto a un castigo por comportarse de una manera femenina
integral, por horrorizarse o manifestar su disconformidad ante las injusticias,
sino también a que las mujeres de más edad colaboren en la opresión física,
mental y espiritual de las más jóvenes, las menos poderosas o las más
desvalidas, y a que las más jóvenes se nieguen a atender las necesidades de las
que son mucho mayores que ellas.
Cuando una mujer se niega a apoyar a una comunidad reseca, se niega a abandonar
sus pensamientos salvajes y actúa de acuerdo con ellos. El cuento de "Las
zapatillas rojas" nos enseña esencialmente que tenemos que proteger
debidamente la psique salvaje, valorándola inequívocamente nosotras mismas, hablando
en su nombre, negándonos a someternos a la enfermedad psíquica.
También nos enseña que lo salvaje, por su belleza y energía, siempre es
visto por alguien, por algún grupo o comunidad, como un trofeo o como algo que
se tiene que reducir, modificar, ser sometido a normas, asesinado, rediseñado o
controlado. Lo salvaje siempre necesita un vigilante en la puerta so pena de
que no se utilice como es debido.
Cuando una comunidad es hostil a la vida natural de una mujer, en lugar de
aceptar las etiquetas peyorativas o irrespetuosas que se le aplican la mujer puede
y debe -como el patito feo- resistir y aguantar buscando el lugar que le corresponde
y, a ser posible, vivir más y superar la prosperidad y la creatividad de
aquellos que la habían denigrado.
El problema de la niña de las zapatillas rojas consiste en que, en lugar
de adquirir fuerza para la lucha, se pierde en bobadas, seducida por el
romanticismo de aquellos zapatos rojos. Lo importante de la rebelión es que la
forma que asuma sea eficaz. La atracción que ejercen en la niña los zapatos
rojos le impide, en realidad, protagonizar una rebelión significativa, capaz de
promover un cambio, de transmitir un mensaje y provocar un despertar.
Ojalá pudiera decir que hoy en día las trampas para mujeres ya no
existen o que las mujeres son tan listas que ven las trampas desde lejos. Pero
no es así. El depredador está todavía presente en la cultura y sigue tratando
de socavar y destruir toda conciencia y todos los intentos de alcanzar la
plenitud. El dicho según el cual las libertades tienen que reconquistarse cada
veinte años encierra una gran verdad. A veces, parece que hay que conquistarlas
cada cinco minutos.
Sin embargo, la naturaleza salvaje nos enseña que tenemos que
enfrentarnos a los desafíos a medida que se van produciendo. Cuando los lobos
son acosados no dicen "¡Oh, no! ¡Ya estamos otra vez!". Saltan,
brincan, corren, se lanzan, se echan a la garganta, hacen lo que tienen que
hacer. Por consiguiente, no debemos escandalizarnos por el hecho de que se
produzca una entropía y un deterioro y de que haya que pasar por momentos difíciles.
Las cuestiones que tienden una trampa a la alegría de las mujeres siempre
cambiarán de forma y de aspecto, pero, en nuestra naturaleza esencial,
encontraremos toda la fuerza y la libido necesarias para llevar a cabo los
actos imprescindibles del corazón.
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