ENTREVISTA A HÉCTOR CARRETO
DECÁLOGO PARA JÓVENES POETAS
por Atzaed arreola
(Nocturnari / 13-6-2018)
Héctor Carreto (Ciudad de México, 1953) es un escritor —poeta, antologador, narrador, traductor y editor— mexicano. Estudió la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en el periodo de 2001 a 2007 y becario del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), en poesía, en 1978. Entre sus obras más importantes destacan: Testamento de Clark Kent, El poeta regañado por la musa. Ha obtenido varios reconocimientos como: Premio Efraín Huerta 1979 por Naturaleza muerta; Premio Raúl Garduño 1981 por Tentaciones; Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 1982 por La espada de San Jorge; X Premio de Poesía Luis Cernuda 1991 por Habitante de los parques públicos; Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2002 por Coliseo. Es profesor-investigador en la Academia de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Fundó y dirigió por más de veinte años el diplomado en Creación Literaria en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del INBA.
Conocí a Héctor Carreto cuando yo
cursaba la carrera de Creación Literaria. El maestro Carreto es una persona
sencilla, capaz de disfrutar de los tacos de esquina o de los platillos que
otros no se atreven a contemplar en su dieta, como un buen taco de obispo.
Cualquiera que converse con él, puede percatarse de que es un escritor que
tiene una gran influencia de la pantalla: las películas, las series y los
programas de televisión le han dado un formato en celuloide a su vida.
¿Qué habilidades debe tener una persona
que pretende escribir poesía, qué debe ver, en qué mundo debe vivir?
Es indispensable que tenga una gran
capacidad de síntesis. Eso lo emparienta con el cuento. En ambas expresiones
hay un desarrollo como el que realiza un físico o un matemático para llegar al
resultado de una ecuación en un problema. También debe tener un oído más
educado que el de una persona común y corriente. De otra manera será muy
difícil que consiga un ritmo propio. Otra cualidad es que debe contar con una
gran capacidad de analogía, para poder hacer conexiones entre el mundo
imaginario con el sensible.
Ha mencionado que el mundo de la
infancia ha sido muy importante para usted, que sus influencias “inconscientes”
provienen del Western, de los cómics, de la vida en el centro
histórico, de las grandes salas de cine. ¿En qué momento se da cuenta de que es
poeta? ¿Cuál es el suceso que recuerda como detonante de su oficio? ¿A quién o
qué le echa la culpa de que usted sea escritor?
Ser poeta es un Work in Progress, un trabajo que empieza en un momento de la vida, pero que no tiene un final mientras uno viva. Quizá piensen en uno como poeta porque ya tiene escritos muchos poemas, o porque ya tiene libros publicados, pero eso es un espejismo, porque hay casos de algún tipo que escribe y que tiene libros publicados, e incluso premios, pero que en realidad no es poeta. Ser poeta es una manera de ser, una forma de ver el mundo. Para un poeta auténtico es mucho más importante cuestionar el mundo, a través del lenguaje, que publicar y ganar premios.
En mi caso, quizá tengan algo de culpa
los juegos y los juguetes, pues, por ejemplo, con los soldaditos o con los
vaqueros, o con los cruzados, armaba historias, puestas en escena. Y también
dibujaba historias en los cuadernos. Tal vez eso lo pierdan los que de adultos
se convierten en abogados, ingenieros o en hombres de negocio. A lo mejor uno
hace arte por esa nostalgia del universo perdido que es la infancia.
Es notorio que el humor es parte de su
voz, que hay irreverencia y desenfado en sus versos. Usted, en alguna otra
ocasión, ha mencionado que los mexicanos toman una postura solemne ante la
poesía. ¿Cómo surge el humor en la poesía de Héctor Carreto? ¿Va en contra de
las posturas formales?
Uno posee un tono personal, propio de
la personalidad. Cuando concibo un texto no pienso en si debe o no tener
sentido del humor. Simplemente se da o no. Lo que ocurre es que, cuando estoy
cerrando un poema, tengo la claridad de elegir la frase que puede darle un giro
irónico al texto.
Supongo que cada escritor debe sentirse
cómodo al momento de escribir, dado que se forma una sustancia creativa
importante. ¿En qué momento escribe? ¿Hay algún horario, un ritual, una
atmosfera especifica?
Ojalá tuviera un horario, una rutina
para escribir. El trabajo académico y la vida familiar no permiten ese lujo.
Escribo cuando puedo, pero eso hay que forzarlo; esforzarse por leer y
escribir, aunque uno sacrifique ver una película en la TV por la noche. De otra
manera yo pondría como pretextos para no escribir el trabajo y los compromisos
familiares. Sería genial tener todo el tiempo para la escritura personal en la
torre de un bello castillo, con el apoyo de un mecenas, como lo tuvo Rilke. El
mundo moderno es otra cosa, así que tengo que aprovechar los tiempos muertos de
mi casa para poder concentrarme en poner sobre el papel unos apuntes. También
me acomoda estar en un café que tenga un ambiente agradable.
¿Puede obsequiarnos un Decálogo para
los jóvenes poetas?
1. No tengas miedo a las influencias.
Todos, cuando empezamos a escribir, necesitamos modelos, como ocurre con los
estudiantes de otras disciplinas, como las artes visuales. Imita al escritor
que admiras, a tu padre poético y, cuando te sientas preparado para irte de
casa, independízate. Sin embargo, regresa de vez en cuando a visitar a tus
padres.
No te preocupes mucho por la retórica,
y menos por la tradicional. Te recomiendo conocerla y olvidarla a la hora de
escribir. La retórica puede servir de ayuda, pero jamás garantiza la buena y
legítima escritura.
2. Sobre la intertextualidad, si
decides insertar en tu obra versos o incluso párrafos de otro poeta, busca que
éstos cambien de sentido en tu discurso. Es decir que, integrados a un poema
tuyo, lo enriquezcan. En cambio, si lo único que haces es acomodarlos junto a
los tuyos, el lector opinará, con justa razón, que lo valioso en tu texto son
los versos del otro, que seguramente serán un autor importante.
Aunque todos estamos acostumbrados al
saqueo, te aconsejo que, si los versos que robas no son muy conocidos, pongas
la fuente al pie de la página, o por lo menos por los versos robados en
cursivas.
3. Si buscas escribir poesía de corte
clásico, rimada y medida, piensa que los maestros de otros siglos ya agotaron
esas formas. Si insistes en dedicar tu vida literaria, por ejemplo, al soneto,
valdrá la pena si los tuyos pueden alcanzar la altura de los escritos por
Shakespeare, Quevedo o Sor Juana, lo cual es prácticamente imposible. Y en la
lectura de sonetos, el lector siempre elegirá leer a los grandes poetas.
En un poema, igual que en la narrativa,
puedes incluir diálogos, personajes, plegarias, noticias de periódico.
Asimismo, el verso puede ser corto o largo, o una combinación de ambos, e
incluso puedes escribir el poema en prosa. La poesía es tan flexible como las
necesidades que requiere quien la escriba.
4. No escribas una poesía explicativa,
pero tampoco una tan oscura que nadie entienda. No es lo mismo un poema
misterioso que una adivinanza. Si necesitas poner símbolos, éstos deberán ser
localizados por el lector. Es decir, debe localizarlos aunque no los descifre.
Un poema muy explicativo aburre por lo obvio y uno oscuro difícilmente se le
termina de leer.
El poema debe tener tanta causalidad
como la prosa. Aunque te propongas escribir un poema oscuro, no debes perder
nunca la lógica del discurso. Esto es, nunca pierdas el sujeto ni la
concordancia en los tiempos verbales. De otro modo, corres el riesgo de que
nadie entienda lo que escribiste.
5. Si los temas que elijas son
políticos, amorosos, sociales o eróticos, haz crecer el poema asociando el tema
elegido con otro complementario. Por ejemplo, el tema amoroso está
prácticamente agotado si únicamente se aboca a expresar el sentimiento; éste ya
fue explotado con éxito por los poetas de épocas pasadas, por lo que el tuyo
tendrá que contener un plus. Esto es, que además de amoroso lo vuelvas, al
mismo tiempo, político o social, o que tenga sentido del humor. Los epigramas
de Ernesto Cardenal, por ejemplo, son amorosos y, al mismo tiempo, políticos;
los de las poetas estadounidenses son eróticos pero también son políticos o
feministas. Cuestionan a la sociedad en la que viven.
6. Escribe sólo sobre lo que
conoces bien. De otra manera, el lector lo sentirá falso. Escribe sobre lo que
te interese. No hay temas vedados a la poesía. No existen temas exclusivos para
la prosa ni exclusivos para la poesía. Simplemente, se abordan desde ángulos
distintos. Donde termina la prosa empieza el poema, y viceversa. No pierdas de
vista el sujeto. Aun si escribes poesía hermética, debe haber precisión en el
discurso. De otra manera, el lector no entenderá el poema y abandonará la
lectura.
7. No busques palabras “poéticas” para
escribir. Todas las palabras que hay en el diccionario pueden ser útiles en un
poema. Todo depende de la naturaleza del texto. La utilización de palabras “elegantes”
o en desuso causará un efecto artificial o cursi en el lector. Hay diccionarios
que señalan que la poesía busca la belleza. Es una afirmación a la ligera. En
todo arte legítimo tiene que estar presente la belleza. En la poesía la belleza
está en el conjunto, no en la elección de ciertas palabras.
8. Evita el hipérbaton. Muchos
principiantes creen que cambiando el orden de una frase, ésta se convierte en
verso. Nada más falso. El trazo debe ser sencillo, natural, como en la prosa.
Aplica el hipérbaton sólo si tiene alguna función en la rima.
9. Los poemas no necesariamente deben
tener metáforas ni muchas imágenes. Hay muchos poemas de grandes autores que no
contienen imágenes y otros que, aunque las tengan, no elaboran metáforas. No es
una regla que el uso de las imágenes deba ser muy elaborado. Hay poetas que
sólo incluyen las imágenes que son necesarias al discurso.
10. Sobre el tono. Te recomiendo
familiarizarte con la música de concierto, o clásica, y también con el jazz,
sobre todo si tu proyecto es escribir un poema extenso. Muchos poetas tienen la
tendencia a escribir poemas largos sin cambiar ni el ritmo y ni el tono del
discurso. Esto hace que los textos lleguen a ser pesados, aburridos y en algún
momento llegan a caerse, pues es casi imposible, por ejemplo, mantener la nota
alta (el éxtasis) siempre arriba. Si escuchas con atención un concierto o una
sinfonía, podrás observar los diversos matices y cambios de ritmo que tienen
las obras.
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