“EL PAPA TIENE UN ESPÍRITU RADICAL”
por Emilce Cuda
(Página12 / 24-12-2021)
El papa Francisco, si bien tiene sus raíces en la
cultura cristiana de liberación latinoamericana, combinada con la teología
católica progresista argentina de la Teología del Pueblo, en un cierto momento
va más allá, es más radical, más antisistémico”, dice Michel Löwy en este
diálogo realizado en su departamento de París.
El autor de Cristianismo de Liberación.
Perspectivas marxistas y ecosocialistas –libro que la editorial El Viejo
Topo acaba de publicar en Europa– no solo es uno de los principales intelectuales
del marxismo actual, sino también coautor e impulsor del Manifiesto
Ecosocialista Internacional. Judío y ateo, ganó prestigio por sus
investigaciones sobre la Filosofía y Teología de la Liberación latinoamericana
en relación con lo político.
Este hombre que define al Papa con la frase de “ese
hombre tiene un espíritu radical” no está de acuerdo con la idea de que la
religión es el baluarte del oscurantismo, tal como lo vieron Marx y Engels.
Mantiene contacto estrecho con el Cristianismo de Liberación, categoría que
prefiere a la de Teología de la Liberación. Asegura que la diferencia muestra
otra perspectiva de la creencia religiosa en el campo de lo político. Según
Lowy, en América Latina la religión, en lugar de adormecer, despierta. Es el
mismo argumento que usó el teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez en
defensa propia ante Roma, según contó en el encuentro de Boston sobre la
teología latinoamericana en 2017.
El sociólogo francés en su libro dice aceptar la
posición marxista según la cual la religión puede ser un narcótico, pero solo
cuando se trata de “sectas religiosas que no son más que una débil combinación
de manipulación económica, lavado de cerebro oscurantista y anticomunismo
fanático”. Sería el caso de la nueva Teología de la Prosperidad que abona el
discurso fascista en América Latina. Sin embargo, Michel Löwy aclara que, “si
bien la religión fue hasta el siglo XVII el espacio simbólico en el que se
disputaban fuerzas antagónicas, en América latina la relación es contraria.
Allí, la religión de la periferia es revolucionaria contra un materialismo
absolutista”. Ese es el entorno social desde el cual lee a Francisco.
A lo largo de su carrera, Löwy llegó a distinguir
con claridad entre un catolicismo intransigente que se convierte en cristianismo
social capaz de criticar los excesos del capitalismo liberal sin oponerse
realmente al orden político y económico de su tiempo –propio de la teología
progresista europea– y un cristianismo de liberación que se opone al sistema y
se organiza para cambiar de inmediato las estructuras –propio de la Teología de
la Liberación latinoamericana–. Eso le permite descubrir que “la teología del
Papa es otra cosa”, porque “no va desde la cumbre a la base como la
progresista, ni tampoco desde la base a la cumbre como la de liberación”. Por
el contrario, “va de la periferia al centro”.
La entrevista revela que –según el autor– el
discurso del actual pontífice “no es propiamente Teología del Pueblo”. El
argumento es: “Mientras esa criticaba al sistema por su injusticia social
enfatizando lo cultural por sobre lo económico, Laudato Si es una
encíclica muy crítica del sistema económico; una crítica radical que va más
allá de la Teología del Pueblo; una encíclica antisistémica, incluso
anticapitalista, aunque la palabra ‘capitalismo’ no aparece”.
No obstante –dice–, “lo que falta en Laudato Si
es señalar cuál es el sujeto del cambio, porque el Papa no habla de eso en el
documento”. Coincide con Francisco en que “tenemos que cambiar”, pero se
pregunta “quién va a implementar ese cambio”. Según Löwy, el mismo Francisco da
la respuesta en los encuentros con los movimientos sociales, “muchos de ellos
muy radicales”. Ve que ahí “el Papa claramente identifica al sujeto del cambio,
les dice que ellos son quienes van a cambiar las cosas, quienes tienen que
asumir esa tarea, y que en sus manos está el cambio”. El sujeto del cambio no
son los de arriba ni los de abajo sino que está en los márgenes, de acuerdo con
la interpretación que Löwy hace del discurso del Francisco. El cambio viene de
afuera hacia el centro. Por eso afirma que con ese gesto “Francisco señala que
va más allá de la Teología del Pueblo”.
¿Qué lleva al Papa a ir más allá de la Teología del
Pueblo? Löwy supone que Bergoglio, “en cuanto era obispo y cardenal, defendió
la línea del Vaticano, pero en el momento en que es elegido Papa ya no tiene a
quien rendir cuentas, salvo a Dios, y eso le da una especie de campo abierto,
es decir, de hacer lo que le parece justo sin tener que rendir cuentas ni
justificarse”. Eso explica, por ejemplo, según este autor, la decisión de
Francisco de realizar un encuentro de diálogo en Roma entre cristianos y
pensadores de la izquierda marxista, del cual Michel Löwy fue parte. Cuenta que
“ha pasado allí algo sorprendente, nuevo”.
A partir de ese encuentro Löwy nota que “la
izquierda tiene más empatía con el papa que buena parte de los católicos”.
Según su experiencia en ese diálogo, “los católicos que apoyan al Papa no
logran seguirlo en su radicalidad”. En ese contexto, cuenta que los marxistas
decían: “¡Mira lo que dice el Papa! Tomaban la iniciativa. Los católicos no
marxistas solo se referían a Francisco si los marxistas lo habían mencionado
antes”.
Su impresión es que Francisco está realmente a la
vanguardia, unos pasos adelante de la Iglesia, porque “la Iglesia tiene un
sector reaccionario que trata de hacer de todo para frenar al Papa y echarlo lo
más rápido posible, y otro sector que lo sigue por la legitimidad que tiene;
hay una minoría que sí asume su radicalidad, y realmente está dispuesta a
pensar en términos de Laudato Si”.
Su reflexión tienta a preguntarle si considera que
el Papa tiene conocimiento de la teoría marxista. Löwy contesta que “no se ve
entre sus supuestas fuentes una literatura de izquierda, salvo algún teólogo de
la liberación”. En relación con eso, señala que Massimo Borghesi –autor de la
Biografía intelectual de Francisco–, “si bien ubicó todas las fuentes que leyó
Bergoglio, sin embargo no tuvo en cuenta su contacto social con dirigentes
sindicales, sociales y políticos”.
Según Michel Löwy, el Papa “dialoga con los
movimientos sociales, y allí hay un discurso del cual él se apropió”. Dice que
“un pensador no es solo la suma de sus fuentes, sino alguien que con ese
material crea algo nuevo, y Bergoglio creó algo nuevo con toda esa lectura, más
su experiencia social”. Agrega que “más allá de todas las fuentes, el Papa está
creando un nuevo discurso, una nueva teología sin precedentes; algo que tiene
que ver con Juan XXIII –el único precedente parecido–, pero creo que él va más
allá”.
Frente a los que opinan que la religión no debe
meterse en política, a los 81 años Löwy está convencido de que en América
Latina “la teología tiene un rol muy importante políticamente”. Tomando el caso
concreto de Brasil, sostiene que “no hubiese existido allí el PT, ni los
sindicatos más progresistas, ni el movimiento campesino MST, sin el trabajo del
Cristianismo de Liberación, que es mucho más que la teología”.
Según el autor, “si en el próximo período histórico
la izquierda logra cambiar la correlación de fuerzas, será porque esos
militantes, es decir, la gente de las pastorales, de las comunidades de base,
los teólogos, van a jugar un papel muy importante. Sin ellos no va a pasar
nada”. Intuye que el movimiento social cristiano de la liberación “dispondrá de
una oportunidad histórica, porque ahora con Francisco tiene un apoyo
importante”.
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