8/6/21

JUAN PABLO PEDEMONTE / PÈRROS DE MI TRISTEZA

JUAN PABLO PEDEMONTE

 

para elMontevideano

 

 

 

PERROS DE MI TRISTEZA

 

 

 

I

 

 

OBLACIÓN DE BLANCO

 

 

A Pantuflo, Gingy,

plétora de cielo en el corazón de un animal.

El blanco puro amor. Por siempre.

 

A Chechi, blanca guardiana.

 

                                               Desde mi piedra en blanco, déjame, solo.

César Vallejo

 

Hoy se me ha muerto otro perro.

Esta vez de un infarto masivo

Silvio Rodríguez


 

Blanco de puro blanco y pura pena.

            Jorge Meretta

 

 

I

 

 

De blanco es la noche;

de sudor blanco de luna,

y es de blanco la lágrima que repta en los cristales de mi voz.

Es hora enterrar las rodillas en nuestro cuerpo

y saber sufrir cuán de negro es.

 

Ya, en mi jardín, alguien había sepultado su perro.

Su ladrido blanco había atravesado el pan, el otoño,

los cuchillos de noviembre. La vida ya 

había guardado las balas blancas en el placer.

 

Hoy es jueves, como podría ser martes de humo.

Jueves para lavar la culpa de la tinta

que masacra el blanco de una hoja. Jueves

para seguir juntando piedra negra sobre una piedra blanca.

Pero es martes y una sombra teje su esqueleto sobre la ciudad.

¿Cómo puede ser negro un esqueleto

en el blanco de una sombra? ¿Cómo puede tejer

con su mano de viento sobre las venas de los tejados?

 

Aquella tarde tembló bajo la campana

del último latido del perro; ladrido blanco.

Después,

vi la hermosa calavera, el rebaño de moscas,

las lenguas afiladas celebrando el cadáver.

Fueron cobardes

los gallos que durmieron ante aquel sudor de luna.

 

La ciudad fue vena abierta, piedra negra,

blanca elefanta cicatriz

creciendo sobre el humo del martes.

 

Pero la memoria no muere; pende ahorcada

como un fruto mustio en el árbol de la noche.

El ladrido tan de blanco, el zumbar

sombrío de insectos, el cuchillo ennegreciendo noviembre:

el recuerdo no duerme como los gallos.

 

 

II

 

 

Ahora veo al perro acorralado en mi esqueleto

como un hueso más de este racimo que llevo.

Es miedo que ladra en mi latido;

sombra ajena que navega en mis cánulas

y perfora cada una de las palabras.

 

No hay verbo que conjugue el recorrido de una lágrima

que acaba abarrotada en el esqueleto. No hay símbolo

que puedan morder los perros del mundo

para salvar el último ladrido de un inocente.

 

Sólo ladran en sus nidos

las estrellas.

 

 

III

 

 

Cuando un ser muere sin hacerse de su muerte;

cuando ni siquiera puede morder el pábulo dorado del último ocaso,

ni poner guirnaldas finales a su sombra,

entonces, la vida se vuelve báscula de un segundo fatal de pena.

 

El perro no fue siquiera dueño de su muerte.

La halló desbocándose sobre sí y no hubo tiempo de lamento

ni el lamento del tiempo necesario

para urdirse un laurel

del aire para siempre.

 

Lo mataron

atroz, humanamente.

 

 

IV

 

 

En su agonía hubo ruido rajado de piedras,

un remolino de almendras en su vientre.

En los ojos,

aspergió el dorado de todo atardecer distante;

bebieron los bisontes el último charco de su luz.

 

Después, la noche.

Un círculo silencioso de gallos

empezó a pastar el olvido.

Una pobrería de huesos

fue asemejándose cada vez más al barro.


 

 

V

 

 

¿Cuántas moscas pesa un ladrido

a estas horas de los huesos?

¿Cuántas lenguas afilan el vuelo

en la noche de las moscas?

¿Dónde se pudre noviembre?

¿En qué corazón caben las migas rojas de su llanto?

 

El tiempo aletea como otro insecto inservible.

La respuesta es pudrirse

sobre las preguntas.

 


VI

 

 

Los huesos enterrados descuellan

como estrellas en un cielo invertido.

Empuntan en constelaciones que trazan

el derrotero de las aves más oscuras.

 

En este pálido noviembre de cuchillos yertos

tiene sentido perder

mientras los gallos copulan a la sombra de los huesos.

Pueden soterrarse los astros en la tierra entonces;

guardar su luz

en la anciana santidad de las raíces.

 


VII

 

 

Acabar bajotierra

lejos de hirsutos latidos.  

De negro fue hacerme del grito,

nacer a la mañana y saber del muelle,

del perro, de los gallos;

saber que diciembre tiene su coágulo sobre mí,

que enero viene con insectos fracturados.

Volver al ladrido

es regresar a la cárcel;

desayunar el peso de un cuerpo calcinado.

O caminar de espaldas

por un atolladero de serpientes y sombras;

caer de bruces en el patíbulo de la consciencia;

llevar la condición de humano como una rosa crística.

 

 

VIII

 

 

Soy culpable

aunque no cargue el cuchillo que negró noviembre

ni haya tinta blanca mordiéndome la tierra de los pies. 

 

¿No es también un asesino el que lleva el ladrillo, la frente suntuosa,

el vocabulario en manos de los otros?

¿Y el que esconde su locura animal debajo del zapato,

no es culpable del gesto ajeno? ¿Es de blanca su posición?

 

¿Puede un humano negar el relámpago negro que le toca?

¿Puede huir más allá de su especie?

 

Nunca hay blanco suficiente

para salvarse.


 

 

IX

 

 

La culpa

de incisivos golpes de cruz

de luz blanca, redimitoria;

de escarmiento animal, consagratoria,

es en el blanquísimo puntal del resplandor,

un alma encanecida.

 

Es, sobre el sudor de luna,

frente al pálido noviembre de cuchillos

-en yerto negro-

el blanco de una herida en flor.

 

 

X

 

 

Es de lágrima

este infierno de finas raíces

donde el hombre planta su úlcera y sus pies.

 

Es de espinas

esas manos diablas que clavan

el cuchillo en el pan y las espaldas.

 

Es de miedo

la biología intercostal del hombre.


 

 

XI

 

 

Solo queda

tirar el negro de piedras

al aire, al río, al pozo de nuestra miseria.

Andar por el muelle descalzo,

sentir el abismo en las rodillas,

el clavo de Cristo en la garganta

y gritar.

 

O rezar como un perro

desnudo de blanco en la noche,

cargar el ladrido de todas las moscas,

dejar las piedras a voluntad de las olas

y hundirse.


 

 

XII

 

 

Quedarán gallos de traje sombra

y guantes huesudos arañando el ocaso.

Lóbregos gallos abriendo las venas de diciembre,

burlando el barro

donde yace el aire almendrado de los muertos.

 

Planetarios, en sus oficinas,

asfixiarán el nudo de sus corbatas,

esconderán la noche en los cajones

para bajar a relamer el polvo de sus zapatos.

Sus zapatos: bestias furibundas del negro.

 

 

XIII

 

 

A la sombra de este vocabulario

quedan rémoras de un lóbrego poniente

sobre el corazón del día;

queda el rubro amargo urdido

en la pradera como un vejamen.

 

A la sombra, porque el sol

labró su blanco lagrimal

sobre el fuste negro de los cuchillos.

Igual que un perro.


 

 

XIV

 

 

Es de blanco promisorio mi rezo.

Ya me ves, enrejado en el negro de unos versos

con olor a cadáver de perro.

Y tengo hambre blanca hacia dos, un espíritu más adentro,

un universo hacia abajo, más arriba.

Es de blanco el azul de mi costilla

de este martes de mi muerte.

 


XV

 

 

Trafique el perfume de las fábulas
de caravanas blancas;
de lirios y flamencos blancos
para evadirme lívido de todo negro.

Allí, en los umbrales de lo leve y de lo altivo
donde moran las uvas leves;
las liebres rubias y las lubinas
que luciérnagan los ríos

Lejos de las lunas lancinas del día

 

 

XVI

 

 

Doblan campanas en el blanco transitivo

hacia la última misa de los huesos.

 

De blanco donde curva la sangre

hacia los arpegios del dorar.

 

Puro blanco en boda hacia el eterno.

 

 

XVII

 

 

Eterno

no es el halo en vela del vuelo de las moscas,

ni el zumbido de los cuchillos,

ni diciembre y su calavera en vórtice del ocaso.

 

No son eternos los gallos -ni su cresta caruncular-

en el recuerdo, ascua del asco, acaso.

 

El rezo es inoperante en la lengua del perro,

en sus achuras de insectos, en las úlceras

de los pies del hombre. La culpa también;

es apenas la cicatriz del espanto

donde el sol labró su lágrima.

 

El perro es vocabulario; juntura de huesos ahuecados.

Sólo el blanco de su espina, espergesia de células,

curva los arpegios del durar.

 

Blanco erigiéndose en los últimos latidos del crepúsculo.

Resplandor del puntal. Resumen de la rosa primera.

Campana arcana de blanco. 

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