IDEA VILARIÑO
LAS LETRAS DE TANGO
(EDITORIAL SCHAPIRE /
BUENOS AIRES, 1965)
QUINCUAGÉSIMOSEGUNDA
ENTREGA
EL AMOR (8)
Venganza (2)
El tercer caso, el del
que mata cegado por los celos, el odio, el rencor, es el de los protagonistas
de Gimiendo o de Amigazo. En ambas letras se subraya esa misma
idea de ceguera:
Una
nube de odio
mi
espíritu cegó.
Una
nube en los ojos
me
vino como un flechazo
En Honor gaucho y
en Fondín de Pedro Mendoza se repite una expresión que muestra al
impulso homicida pudiendo más que el hombre, obligándolo:
Y
ante la luz
del
desengaño impío
no
pudo más
y
en mortal desafío
mostró
el varón
ya
desnudo su facón.
No pudo más,
no pudo contenerse más; como si el hombre hubiera estado gobernándose y de
pronto fuese avasallado. A veces el hombre prevé su propio arrebato y busca que
lo traben, que se lo impidan, como en Un tropezón, donde precaviéndose
contra sí mismo pide al agente que lo lleve:
Por
favor, lléveme, agente
es
mejor que no me largue,
no
quiera Dios que me amargue
recordando
su traición
y
olvidándome de todo
a
mi corazón me entregue
y
al volverla a ver me ciegue
y
ahí nomás…
Lléveme,
será mejor.
o en Contramarca, donde
pide, por la misma razón, a la mujer que se vaya cuanto antes.
A veces el rapto criminal
se justifica como un acto fatal, una cosa del destino, como en Fondín de
Pedro Mendoza:
Diez
años son que una noche
borracho
de odio y de vino
quiso
perderme el destino
y
frente a frente
me
la encontré;
no
pude más y vencido
contra
esa puerta
yo
la maté.
Pasa también que el
hombre consigue dominar su impulso, como en Tomo y obligo, Matala, Amargura:
Mis
manos se crisparon,
mi
pecho las contuvo;
su
boca que reía
yo
no pude matar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario