21/12/21

HOFMANN (80)

 

 

ALBERT HOFMANN

 

LSD: CÓMO DESCUBRÍ EL ÁCIDO Y QUÉ PASÓ DESPUÉS EN EL MUNDO

 

Título original: LSD – Mein Sorgenkind

Ernst Klett, Stuttgart, 1979

 

Traducido por Roberto Bein

Editorial Gedisa, Barcelona, 1980 / Segunda edición, 1991

 

OCTAGÉSIMA ENTREGA

 

12

 

Encuentro con Aldous Huxley (1)

 

Hacia mediados de la década de los cincuenta se publicaron dos libros de Aldous Huxley, The Doors of Perceptions (“Las puertas de la percepción”) y Heaven and Hell (“Cielo e infierno”), en los que se ocupa sobre todo en el estado de embriaguez provocado por las drogas alucinógenas. Allí se describen magistralmente los cambios en las percepciones sensoriales y en la conciencia, que el autor experimentó en un autoensayo con mescalina. Para Huxley el experimento con mescalina se convirtió en una experiencia visionaria. Vio las cosas desde otro punto de mira: le revelaron su ser propio e intemporal, que queda oculto a las miradas cotidianas.

 

Ambos libros contienen consideraciones fundamentales sobre la naturaleza de la experiencia visionaria y la importancia de este tipo de captación del mundo en la historia de la cultura, en la formación de los mitos y las religiones en el proceso artístico-creador. Huxley ve el valor de las drogas alucinógenas en el hecho de que permiten que personas que no posean el don de la contemplación visionaria espontánea, propia de los místicos, los santos y los grandes artistas, puedan experimentar ellos mismos estos extraordinarios estados de la conciencia. Eso, opina Huxley, llevaría a una comprensión más profunda de los contenidos religiosos o místicos y a una experiencia novedosa de las grandes obras de arte. Estas drogas son para él las llaves que permiten abrir nuevas puertas de la percepción, llaves químicas que coexisten con otros “abridores de puertas” consagrados pero más laboriosos, como la meditación, el aislamiento y el ayuno, o como ciertos ejercicios de yoga.

 

En aquel entonces yo ya conocía la obra anterior de este importante escritor. Dicho sea de paso, ya en su novela Brave New World, publicada en 1932, cumplía un papel importante una droga psicotrópica que coloca a las personas en un estado eufórico y a la que llama “soma”. En los dos nuevos escritos del autor hallé una interpretación significativa de la experiencia inducida por drogas y obtuve así una introspección más profunda de mis propios ensayos con LSD.

 

Por eso me vi agradablemente sorprendido al recibir en una mañana de agosto de 1961 en el laboratorio una llamada telefónica de Aldous Huxley. Estaba de paso en Zurich con su esposa. Nos invitó a mí y a mi esposa para un lunch en el Hotel Sonnenberg.

 

Un gentleman, con una fresia amarilla en el ojal, un personaje alto, noble, que irradiaba bondad -así lo recuerdo en nuestro primer encuentro-. La conversación giró sobre todo en torno al problema de las drogas mágicas. Tanto Huxley como su esposa, Laura Huxley Archera, habían tenido experiencias con LSD y con psilocybina. Huxley habría preferido no llamar “drogas” (drugs) a estas sustancias y a la mescalina, porque en el uso lingüístico inglés, igual que en el alemán, la palabra “droga” está desacreditada y porque era importante diferenciar también en el terreno de la lengua a este tipo de sustancias activas de las otras drogas. Creía que en la actual fase del desarrollo de la humanidad, a los agentes que producen una experiencia visionaria les cabe una gran importancia. No le parecía que tuvieran mucho sentido los ensayos en condiciones de laboratorio, porque, con la receptividad y sensibilidad tan aumentadas para las impresiones externas, el ambiente tendría una importancia decisiva. Al hablar de la tierra natal de mi esposa, la zona montañosa de Bünder, le recomendó ingerir LSD en una pradera de los Alpes y mirar luego dentro del cáliz azul de una genciana para contemplar allí el milagro de la creación.

 

Al despedirnos, Huxley me dejó como recuerdo una copia en cinta de su conferencia “Visionary Experience”, que había dado una semana antes en un congreso internacional para psicología aplicada en Copenhague. En esta conferencia habló sobre la naturaleza y la significación de la experiencia visionaria, contraponiendo este tipo de visión del mundo a la captación verbal e intelectual de la realidad como su complemento necesario.

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