ANÓNIMO
INGLÉS DEL SIGLO XIV
LA
NUBE DEL NO-SABER
Franciscus hanc editionem fecit
DECIMONOVENA
ENTREGA
13 / De la naturaleza de la
humildad; cuándo es perfecta y cuándo es imperfecta
Consideremos,
pues, la virtud de la humildad de forma que puedas entender por qué es perfecta
cuando Dios solo es su fuente y por qué es imperfecta cuando surge de otra
fuente aun cuando Dios pudiera ser la principal. Trataré de explicar primero lo
que es la humildad en sí misma y después será más fácil captar la diferencia.
Un
hombre es humilde cuando permanece en la verdad con un conocimiento y
apreciación de sí mismo tal cual es. Y de hecho, cualquiera que se vea y
experimente tal como real y verdaderamente es, no tendrá dificultad alguna en
ser humilde, pues dos cosas le aparecerán muy claras. En primer lugar, verá
claramente la degradación, miseria y flaqueza de la condición humana, fruto del
pecado original. De estos efectos del pecado original el hombre nunca se verá
totalmente libre en esta vida, por santo que llegue a ser. En segundo lugar,
tendrá que reconocer la bondad trascendente de Dios tal como es en sí mismo y
en su rebosante y superabundante amor hacia el hombre. Ante tan gran bondad y
amor la naturaleza tiembla, los sabios tartamudean como locos, y los ángeles y
santos quedan cegados por su gloria. Tan abrumadora es la revelación de la
naturaleza de Dios, que si su poder no los sostuviera, no me atrevo a pensar
qué sucedería.
La
humildad engendrada por este conocimiento experimental de la bondad y del amor
de Dios la llamo perfecta, porque es una actitud que el hombre mantendrá
incluso en la eternidad. Pero la humildad que surge de una comprensión realista
de la condición humana la considero imperfecta, porque no sólo desaparecerá en
la muerte juntamente con su causa, sino que en esta misma vida no siempre será
operativa. Pues a veces las personas muy avanzadas en la vida contemplativa
pueden recibir de Dios tal gracia que de repente se sienten fuera de sí mismas
y sin pensar o preocuparse por si son santas o pecadoras. Los contemplativos ya
adelantados pueden experimentar esto con mayor o menor frecuencia, según la
sabiduría de Dios, pero en cualquier caso, a mi juicio, es un fenómeno
pasajero. Durante este tiempo, sin embargo, aunque pueden perder todo interés o
preocupación por sus pecados o virtudes, no pierden el sentido del inmenso amor
y bondad de Dios y por tanto, tienen humildad perfecta. Por otra parte, si el
primer motivo es operativo, aunque sea de modo secundario, sólo tienen humildad
imperfecta. No estoy sugiriendo, sin embargo, que se dé de lado el primer
motivo. No quiera Dios que me entiendas mal, pues estoy convencido de que las
dos cosas son provechosas y necesarias en esta vida.
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