EL ARTE Y LA REVOLUCIÓN
(primera edición: Lima, 1973)
DECIMOQUINTA ENTREGA
REGLA
GRAMATICAL
La gramática, como norma
colectiva en poesía, carece de razón de ser.
Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su
ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los
fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la
estructura literal y fonética de una misma palabra, según los casos. Y esto,
den vez de restringir el alcance socialista y universal de la poesía, como
pudiera creerse, lo dilata al infinito. Sabido es que cuanto más personal
(repito, no digo individual) es la sensibilidad del artista, su obra es más
universal y colectiva.
MI
RETRATO A LA LUZ DEL MATERIALISMO HISTÓRICO
Un retrato ha de contener
en esencia a una vida, es decir, la personalidad infinita, la figura pasada,
presente y futura, en fin, el rol integral de una vida. El artista hurgará el
misterio de esa vida, descubrirá su sentido permanente y cambiante de belleza y
lo hará sensible en líneas, colores, planos, movimientos, masas, direcciones.
Un retrato es, pues, la revelación de una vida, de principio a fin de
trayectoria. Un retrato es dato de oráculo, cifra de adivinación, explicación
del misterio, excavación de la fábula. Todo esto es el carácter de un retrato.
Pero la creación del
retrato, como todas las creaciones, tiene su heroicidad. Esta heroicidad radica
en una lucha entre el infinito de un ser o sea su carácter, que es descubierto y revelado por el artista, y la
ubicación de ese ser en un espacio y tiempo circunstanciales. Esta ubicación,
este finito, es el parecido. El
artista dosificará las partes del conflicto según su emoción. Las
circunstancias del espacio y de tiempo, dentro de las cuales es sorprendido el
infinito de su vida, no han de ser subordinadas al punto de no ser ya posible a
la persona en el retrato. De un cierto equilibrio misterioso entre lo visible e
invisible de un retrato, entre lo circunstancial y permanente de él, o, lo que
es igual, entre el parecido y el carácter, depende la grandeza de la creación.
Carácter y parecido son
valores en lucha en el retrato y por eso se armonizan y se integran. En ambos
reside, como en un compás, la emoción de plenitud del retrato. Constituyen la tesis
y antítesis del movimiento dialéctico de este arte.
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