ELISABETH
KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER
CIENTODÉCIMA
ENTREGA
14 / LA LECCIÓN DE LA FELICIDAD (2)
EKR (2)
Algo cambia acerca del
significado de la vida cuando de verdad nos damos cuenta de que no durará para
siempre. Lo contrario también es cierto: no es infrecuente oír decir a las
personas que se han curado que eran más felices cuando creían que sus días
estaban contados. Cuando, como Terry, comprendemos de verdad que el tiempo que
nos queda es limitado y que tenemos que conseguir que sea significativo, nos
volcamos mucho más en ser felices.
La mayoría de nosotros
piensa en la felicidad como en una reacción a un suceso, pero de hecho se trata
de un estado de ánimo que tiene poco que ver con lo que ocurre a nuestro
alrededor. Muchas personas han creído que serían felices de verdad cuando
consiguieran o hicieran algo, pero cuando el gran acontecimiento ocurre, se
sienten infelices. Una y otra vez comprobamos que la felicidad duradera no se
encuentra en el hecho de ganar la lotería, tener un cuerpo hermoso o quitarnos
las arrugas. Todas estas cosas proporcionan alegría, pero el entusiasmo pasa
pronto y entonces nos sentimos tan felices o infelices como lo éramos antes.
La parte positiva es que
disponemos de todo lo que necesitamos para sentirnos felices. La negativa es
que con frecuencia no sabemos utilizarlo. Nuestra mente, nuestro corazón y
nuestra alma han sido programados para que seamos felices; todas las conexiones
están hechas. Todo el mundo puede encontrar la felicidad y lo único que tenemos
que hacer es buscarla en el lugar correcto.
Aunque la felicidad es
nuestro estado natural, hemos sido educados para sentirnos más cómodos con la
infelicidad. Aunque resulte extraño, no estamos acostumbrados a la felicidad.
Muchas veces no sólo nos parece poco natural, sino inmerecida. Esta es la razón
de que, a menudo, pensemos lo peor de los demás o de las situaciones. Debemos
esforzarnos en sentirnos bien respecto a ser felices y comprometernos a
encontrar la felicidad.
Parte de nuestra tarea
consiste en aceptar la creencia de que encontrar la felicidad es, en primera instancia,
el propósito de la vida. Muchas personas rechazan esta idea y la consideran
egoísta y desconsiderada. Pero ¿cuál es la causa de este rechazo?
Cuando somos felices nos
sentimos culpables y nos preguntamos por qué hemos de buscar la felicidad
cuando hay tantas personas que somos menos afortunadas que nosotros. O, como lo
dijo alguien de un modo terminante: “¿Por qué habríamos de ser felices?”.
La respuesta es que somos
los hijos amados de Dios, y que fuimos creados para disfrutar de todas las
maravillas que nos rodean. Recordemos que cuando somos felices podemos dar más
a los demás, a los que sufren. Cuando tenemos lo suficiente y estamos
satisfechos, no actuamos desde la necesidad o porque nos falta algo. Sentimos
que tenemos suficiente y de sobra para dar a los demás, que podemos compartir
algo más de nuestro tiempo, dinero y felicidad.
En realidad, las personas
felices son las menos egocéntricas. Suelen compartir su tiempo de forma
voluntaria y hacen servicios. Con frecuencia son más amables y cariñosas que
las personas desdichadas, y perdonan y se preocupan más por los demás que aquellas.
La infelicidad conduce a un comportamiento egoísta, mientras que la felicidad
aumenta nuestra capacidad de dar.
La verdadera felicidad no
es el resultado de un suceso ni depende de las circunstancias. Nosotros, y no
lo que ocurre a nuestro alrededor, determinamos nuestra felicidad.
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