¿SERÍA WOODY
GUTHRIE UN INDIGNADO DE CIEN AÑOS?
Por Javier Rada
SEGUNDA ENTREGA
7. Escucha e
imitación. Durante sus años texanos Woody aprendió a tocar la guitarra. Le
enseñó Jeff Guthrie, medio hermano de su padre y gran intérprete de violín, que
no daba crédito al talento natural del chico y lo rápido que aprendía, deseando
imitar el finger picking de Maybelle
Carter, de la Carter Family. Con Jeff y con
otros grupos locales, Woody tocó en fiestas granjeras, celebraciones públicas y
bodas. Nunca aprendió solfeo ni técnicas de notación: tocó por imitación hasta
que desarrolló su propio estilo.
8. “Pensábamos en
cómo respirar”. El 28 de octubre de 1933 Woody Guthrie se casó con Mary Jennings,
de 17 años, una chica de campo tímida y seducida por el don de la palabra y la
invención que atesoraba aquel músico sin futuro. La primera hija, Gwendolyn,
nació en 1935. Luego llegarían Sue (1937) y Bill (1939) [los dos primeros
heredaron la enfermedad de Huntington y murieron prematuramente, a los 41 años;
Bill falleció en un accidente automovilístico a los 23]. Eran malos tiempos
para sostener a una familia: la Gran Depresión que se inició
con el crack de la bolsa de 1929 y la quiebra posterior del
sistema bancario configuró un paisaje de pobreza, hambre y desempleo (25%)
desconocido en los EE UU. Para empeorar las cosas, la Great Dust Bowl (gran tormenta de
polvo) arruinó 400.000 kilómetros cuadrados de tierras de cultivo entre
1931 y 1937 en el sur del país. “No pensábamos en qué comer, pensábamos en cómo
respirar”, escribió Guthrie.
9. “Lector
sicológico”. Woody se dejó llevar por la aflicción y se entregó a la bebida.
Paseaba por las calles descalzo, con la ropa rota y sucia, hasta que amanecía,
regresaba a casa y se echaba a dormir la mona. Lo sacó del arroyo su madrastra,
Betty Jean McPherson, con la que se había casado Charley Guthrie en 1931. La
mujer, una convencida espiritualista y teosofista, hizo leer a Woody algunos panfletos de Robert Collier, precursor de la
autoayuda mediante el pensamiento postivo y el desarrollo de la voluntad. Woody
se tomó el asunto tan en serio que durante unos meses, aprovechando su
desenvoltura y labias naturales, montó una consulta en su casa a la que llamaba
The Guthrie Institute for Psychical Research. Atendía él mismo a los
pacientes bajo el heterónimo de Alonzo M. Zilch, “psychological reader”
(lector sicológico). Bajo esa misma identidad registró sus
primeras canciones. Durante esta época leía con fruición El
profeta, el libro del místico libanés Jalil Gibran.
10. Canciones por
un plato de sopa. En 1937, como otros cientos de miles de desesperados y arruinados
sin nada por perder, Woody decidió poner rumbo al oeste. No llevaba ni un dólar
en el bolsillo. Durante el camino hacia California, su destino, montó como
polizón en trenes, hizo jornadas a pie, trabajó lavando platos y fregando
suelos, cambió un plato de sopa por unas cuantas canciones, conoció a mucha
gente y anotó sus historias. En California se encontró con el racismo
anti okie —por originario de Oklahoma, como se llamaba
despectivamente a todos los desplazados por la pobreza— y tuvo que trabajar
como obrero, pero un golpe de suerte le llevó a entrar en la emisora populista
de Los Ángeles KFVD, donde conducía el
show musical Woody and Lefty Lou con la
cantante Maxine Crissman. A los pocos meses de llegar trajo a Mary y los niños.
Hasta 1940 trabajó como locutor-cantante y se convirtió en el portavoz de
los okies y otros outsiders en el sur de California.
Estrenó en antena muchas de las canciones que había compuesto en el camino,
desoladoras crónicas de carencia y pobreza que luego se reunieron en su primer
álbum, Dust Bowl Ballads (1940) [Dust Bowl Blues, Tom Joad, Dust Bowl Refugee, Dust Can’t Kill Me, Blowin’ Down This
Road, Dust Pneumonia Blues…]
11. Copyleft en
los años treinta. Durante los shows en la radio —que continuó transmitiendo desde
la border blaster ubicada en
Tijuana (Méxixo) XELO, cuya señal llegaba hasta Canadá—, Woody repartía entre los
asistentes copias de las letras de las canciones y los acordes. Las octavillas
culminaban con esta declaración precursora del procomún que algunos creen un
producto derivado de la cultura geek del siglo XXI: “Esta
canción está registrada en los EE UU bajo copyright por un periodo de 28 años y
cualquiera que la cante sin nuestro permiso será considerado un buen amigo,
porque nos importa un comino. Publícala. Escríbela. Cántala. Muévela. Nosotros
la escribimos, eso es todo lo que queríamos hacer”.
12. “Soy un rojo”. En California
hizo buenas migas con un par de militantes del Partido Comunista de los EE UU,
el periodista Ed Robin y el actor Will Geer, actuó en actos del grupo político y firmó entre
1939 y 1940 la columna de opinión Woody Sez (Woody dice)
en el semanario oficial de los comunistas, The Daily Worker. Opinaba sobre la
actualidad pero escribía con faltas de ortografía que imitaban el
acento hillbilly e incluía un dibujo
o cómic. También redactó para una revista socialista una serie de reportajes de
denuncia sobre las indignas condiciones de vida en los hoovervilles —por el
presidente Herbert Hoover—, los campamentos
donde los okies eran obligados a instalarse cuando llegaban a
California. Aunque Guthrie fue espiado por el FBI durante la
caza de brujas como presunto militante comunista, el cantautor nunca llegó a
formalizar su afiliación al partido, aunque tampoco desdijo que era un
fiel compañero de viaje. “No soy un comunista, pero sí un rojo”,
contestó cuando le preguntaron.
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