Capítulo 41
Los Tiempos de Crisis son Tiempos
Dorados
Amado Osho,
A medida que la presión social sobre la mente de la gente
empieza a desintegrarse en tiempos de crisis social como estos, parece haber
una tendencia a que la gente caiga por debajo del nivel mental y se vuelva
loca. Al mismo tiempo, ¿es cierto que esto tiene un paralelo en la tendencia de
la gente a buscar la posibilidad de ir más allá de la mente, hacia la iluminación?
Los momentos
de crisis son al mismo tiempo peligrosos e inmensamente importantes, peligrosos
para los que no tienen el valor de explorar las nuevas dimensiones de la vida.
Están obligados a desintegrarse en diversos tipos de locura, porque su
mentalidad fue creada por la sociedad. Ahora que la sociedad se está
desintegrando, la mentalidad no puede permanecer: sus raíces están en la
sociedad. La mente se nutre constantemente de la sociedad y ahora ese alimento
está desapareciendo.
Como la
sociedad se está desintegrando, en los individuos surgirá una gran sospecha,
una duda que nunca antes había estado presente. Y si sólo son gente obediente,
gentes que nunca han traspasado ningún límite impuesto por la sociedad, que
siempre han sido ciudadanos honrados y respetables -en otras palabras,
mediocres-, inmediatamente se volverán locos.
Empezarán a
suicidarse, empezarán a saltar de edificios altos... y aunque sigan con vida,
ya no contarán con una mentalidad que les ayude a resolver las situaciones de
su vida. Se quedarán retrasados, estúpidos, idiotas, puede que acaben
esquizofrénicos, que se separen en dos personas, o quizá en una multitud.
En momentos de crisis, el peligro se presenta para los que
han disfrutado de los tiempos en los que la sociedad estaba asentada, cuando
no había problemas, todo era fácil, y ellos eran honrados y respetados. Estas
son las personas que han disfrutado de la obediencia mental y ahora serán los
sufridores. Se trata de una aritmética simple. Se volverán sicóticos, se
volverán neuróticos; y entre estas dos palabras no hay mucha diferencia.
Recuerdo una
definición que oí. Le preguntaron a un psicoanalista:
«¿Cuál es la diferencia entre psicosis y neurosis?»
Y el
psicoanalista dijo: «La persona psicótica cree que dos y dos son cinco. Y la
persona neurótica sabe que dos y dos son cuatro, pero no se siente cómoda con
ese hecho.» Por eso la diferencia es muy fina. Ambos tienen problemas.
Pero los
tiempos de crisis son tremendamente significativos, para las almas atrevidas a
las que nunca les ha preocupado la respetabilidad social ni los honores
sociales; para los que nunca se han preocupado por lo que los demás piensen de
ellos, y sólo han hecho lo que les parecía justo hacer, los que de alguna forma
han sido rebeldes; individualistas. Para estas personas, los tiempos de crisis
son tiempos dorados, porque la sociedad se está desintegrando. Ya no puede
condenar a nadie, ella misma está siendo condenada, maldecida. No puedo decir
que los demás se equivocan. Se está demostrando que ella misma se equivoca; se
está demostrando que toda su sabiduría es estúpida, supersticiosa.
El individuo atrevido puede utilizar esta oportunidad para ir más allá
de la mente, porque ahora la sociedad no puede impedírselo, no puede ponerle
trabas. Ahora es libre.
Es casi como la situación en una cárcel...; se han abierto las puertas
y los guardas han desaparecido, el carcelero no está por ninguna parte. La
gente que tiene algún sentido, alguna inteligencia, utilizará la situación
para liberarse. Pero los que están tan esclavizados que no pueden pensar en la
libertad -la prisión se ha convertido en su hogar-, simplemente sentirán
pánico: «¿Qué va a ocurrir hoy? ¿No hay guardas? ¿No está el carcelero? ¡Las
puertas están abiertas! ¿Quién cuidará de nosotros? ¿Quién nos dará de comer?»
Hay gente a la que la esclavitud le ha penetrado en el alma; esta gente
se volverá loca. Pero la gente que siempre ha estado esperando el momento de
escapar de la cárcel se sentirá inmensamente feliz. Éste es el momento que han
estado esperando y por el que tanto han rezado. Escaparán de la prisión al
cielo abierto. Ir más allá de la mente es ir a un cielo abierto, lleno de
estrellas, la luna, el sol, la inmensidad de todo ello... Se vuelve tuyo; toda
la existencia se vuelve tuya.
La mente es
una pequeña jaula.
Por eso los
momentos de crisis son ambas cosas..., y esto es lo que está pasando en todo el
mundo. Nunca ha habido una búsqueda tan intensa del crecimiento espiritual, de
la meditación. Pero nunca ha habido tanta locura tampoco. Ambas cosas están
ocurriendo porque el estatus quo ya no es tan poderoso; ha perdido el control.
Cuando
Galileo descubrió que la Tierra
giraba alrededor del Sol, y no al revés como afirma la Biblia , el
papa le pidió que se presentara ante su tribunal. Aquel día ocurrieron muchas
cosas, y una de ellas es muy importante. Galileo preguntó: «¿Qué importa si se
prueba que una afirmación de la
Biblia está equivocada? Eso no prueba que toda la Biblia esté
equivocada. Yo soy un cristiano devoto, soy practicante, y no veo que el
hecho de que una de sus afirmaciones esté equivocada marque ninguna
diferencia.»
Pero el papa
dijo: «No lo entiendes»; y el papa tenía razón. Dijo: «Si se prueba que una
afirmación está equivocada, entonces surgirán miles de problemas. El primero es
que Dios puede equivocarse. Y si se equivoca en una cosa, ¿qué certeza queda
de las demás afirmaciones?» Si retiras un solo ladrillo, todo el palacio podría
venirse abajo.
El papa
dijo: «No puedo permitir que ninguna afirmación bíblica esté equivocada.»
Su argumento
es significativo. Actualmente no es sólo una afirmación de la vieja mente, de
la vieja sociedad, la que está equivocada; hay tantas cosas equivocadas que
hace falta un idiota absoluto para creérselas. Siendo un poco inteligente es
imposible ser parte de la vieja mentalidad. Ha perdido credibilidad, y no en
un lugar, sino en todo el mundo. Hay distintos tipos de tradiciones antiguas,
pero todas ellas han llegado al punto en el que se ha probado científicamente
que muchas cosas están equivocadas.
Te
sorprenderá saber que... Vino a verme un monje jaina; había reunido miles de
rupias para hacer un laboratorio en el que demostraría que el hombre no ha
llegado a la Luna. Quería
mi apoyo, quería que yo fuera el director de su laboratorio. Él me
proporcionaría la financiación necesaria, pero yo debía probar que el hombre no
ha pisado la Luna.
Yo dije: «¿Por
qué te preocupa tanto ese hecho?»
Él
respondió: «No lo entiendes. En el jainismo, la Luna es dios, no un planeta. No puedes caminar
sobre un dios. Y no sólo han caminado sobre un dios, han traído piedras y otros
objetos de la Luna
para que sean estudiados en la
Tierra. Debe probarse que están engañando a todo el
mundo, que tomaron esas cosas de la
Tierra y han vuelto con ellas...
Nadie ha
estado en la Luna ;
nadie puede haber estado allí, de otro modo todo el sistema jaina colapsa.» Yo
pregunté: «¿Por una sola cosa, como que la Luna sea un planeta y no un dios...?»
Él dijo: «Si
una cosa está equivocada, entonces todo es sospechoso.
No podemos permitirnos que nada esté equivocado.»
Yo le dije: «iLlegas demasiado tarde! Ya hay muchas cosas
que, según se ha demostrado, estaban equivocadas. No estás al día en conocimientos.
Simplemente has estado leyendo los periódicos y como el aterrizaje en la Luna es un suceso relativamente
reciente, en trescientos años la ciencia ha destruido gran parte de lo que las
religiones han creído durante siglos.»
Aquel hombre
estaba realmente muy angustiado. ¡Le dije: «Para ti, que eres un monje, no
debería importar si las cosas son correctas o están equivocadas; vas en busca
de la verdad, de la paz, del silencio. Y estás tan disgustado. Tu propia
angustia muestra que tienen la mente hecha pedazos. No es algo que tenga que
ver con las escrituras jainas, con la tradición jaina, sino con tu mente.
»Estás
reuniendo todo este dinero no por las escrituras jainas; sino por tu propia
salud; si no te volverías loco. Has sacrificado toda tu vida y ahora descubres
que los dioses que has estado adorando no son dioses sino planetas, tan
ordinarios como la Tierra ,
y muy pobres: sin agua, ni plantas, ni vida. Tu mente es la que está
destrozada. ¿Cómo vas a poder explicarte lo que has estado haciendo toda tu
vida...?»
Esta es la situación de muchas personas inteligentes. O se
están volviendo locas...; puedes verlo: la psicoterapia y las escuelas de
terapia en general están creciendo a toda marcha. Son la gente mejor pagada.
Las personas acuden al psicoanalista durante años y años. De hecho, algunos
empiezan a alardear... Puede oírse en los clubes de mujeres que una mujer diga:
«¿Cuántos años has estado haciendo psicoanálisis? ¿Sólo siete? Yo he estado
psicoanalizándome durante quince años.» Se ha convertido en un motivo de
orgullo. Pero psicoanalizarse sólo significa que uno no está sano; si no,
¿para qué ponerse en tratamiento? Y es algo que se está extendiendo.
La gente más inteligente está corriendo hacia Oriente para
encontrar un camino, un método, una meditación: Yoga, Zen, Sufismo,
Hassidismo. Alguien, en alguna parte, debe saber cómo superar este estadio
crítico, cómo ir más allá de la mente tradicional y permanecer centrado, sano e
inteligente. Miles de personas se están desplazando hacia Oriente.
Es muy
divertido porque miles de personas están viniendo de Oriente a Occidente a
estudiar ciencia, medicina, ingeniería, electrónica, y la gente que sabe de
todo esto está yendo a Oriente para aprender a sentarse en silencio sin hacer
nada.
Es un tiempo
precioso. La sujeción social se ha soltado. Sí, los mediocres sufrirán, pero de
todos modos no estaban disfrutando, no estaban viviendo verdaderamente;
simplemente eran unos hipócritas. Al estar locos por lo menos serán reales,
auténticos. No perderán nada, por supuesto que tampoco ganarán mucho...
Pero la gente
que vaya más allá de la mente creará al hombre nuevo, la nueva mente. Y lo
esencial que debe recordarse sobre la nueva mente es que nunca se convertirá en
una tradición, se renovará constantemente. Si se convirtiera en una tradición,
le pasaría lo mismo.
La nueva
mente tiene que renovarse constantemente, ser nueva cada día, preparada para
aceptar experiencias inesperadas, cualquier verdad inesperada...; simplemente
estar disponible, vulnerable. Será tremendamente emocionante, un gran éxtasis,
un enorme desafío.
Por eso no creo que la crisis sea mala; es buena. Unos pocos perderán
sus máscaras, y serán realmente quienes son -neuróticos, sicóticos-, pero al
menos serán verdaderos y honestos. Puede que pienses que están locos; no están
locos, simplemente están en un estado de una gran sorpresa. Han creído
demasiado en la vieja mente y ésta les ha traicionado.
Pero lo mejor de la inteligencia alcanzará alturas desconocidas con anterioridad.
Y si incluso en un mundo tradicional han sido posibles hombres como Gautama
Buda, o Chuang Tzu, o Pitágoras, podemos concebir que en el ambiente que creará
la nueva mente, será muy posible la existencia de personas mil veces más
despiertas.
Si la nueva mente
prevalece, entonces la vida podrá convertirse en un proceso iluminador. Y la
iluminación no será algo raro que le ocurre de vez en cuando a alguien muy
especial; será una experiencia humana muy ordinaria que sólo se perderá de vez
en cuando algún idiota.
Amado Osho,
He dudado mucho antes de plantearte esta pregunta porque
parece ser que va muy a fondo en mi inconsciente y me da mucho miedo.
Durante los últimos quince años he experimentado tensión
de mayor o menor intensidad en el área del corazón, tensión que no ha tenido
ninguna explicación física. Varía desde un dolor agudo que me quita la respiración
y puede durar horas, hasta una pequeña sensación de presión. Desaparece cuando
amo, me fundo, suelto, y cuando estoy en armonía con mi cuerpo. ¿Tiene algo que
ver con el nombre que me diste? ¿Estoy reteniendo?
Te estaría muy agradecido si pudieras poner luz en todo
esto.
La pregunta es
de Premda, y su nombre ciertamente tiene que ver con este problema.
No es algo físico; ciertamente tiene que ver con la relajación, con la
fusión total, con olvidarse completamente de uno mismo. Como en esos momentos desaparece,
ciertamente no es algo físico. Tienes que aprender a dar más. Éste no es un
problema que te atañe únicamente a ti; en cierta medida es un problema de todo
el mundo.
Todo el mundo quiere ser amado; ese
es un mal comienzo. Se empieza así porque el niño, el niño pequeño, no puede
amar, no puede decir nada, no puede hacer nada, no puede dar nada; sólo puede
tomar. La experiencia del amor que tiene el niño pequeño es la de tomar: toma
del padre, de la madre, de los hermanos, de las hermanas, de los invitados, de
los extraños; pero siempre tomar. Por eso la primera experiencia que se
asienta en lo profundo del inconsciente es que tiene que conseguir amor. El
problema surge porque todo el mundo ha sido niño y todo el mundo tiene el mismo
impulso de conseguir amor; nadie nace de otra manera. Por eso todo el mundo
pide: «Dame amor», y no hay nadie que lo pueda dar porque los demás han sido
educados de la misma manera.
Uno debe ser consciente y estar alerta para que un simple incidente
natal no se convierta en su estado mental constante y prevaleciente. En lugar
de pedir: «Dame amor», comienza a darlo tú. Olvídate de conseguirlo,
simplemente da; y te garantizo que recibirás mucho. Pero no tienes que pensar
en conseguirlo. No tienes que comprobar que lo estás recibiendo ni siquiera
indirectamente, lateralmente. Eso bastaría para alterarte. Simplemente da,
porque dar amor es muy hermoso y recibirlo no lo es tanto. Éste es uno de los
secretos.
Dar amor es
realmente una experiencia muy hermosa porque entonces eres un emperador.
Recibir amor es una experiencia muy pequeña, es la experiencia del mendigo. No
seas un mendigo. Al menos, en lo tocante al amor, se un emperador, porque es
una cualidad inextinguible en ti. Puedes dar todo lo que quieras. No te preocupes
de que se pueda acabar, de que un día de repente descubras: «¡Dios mío! Ya no
tengo ningún amor que dar.»
El amor no
es una cantidad; es una cualidad, y una cualidad de cierta categoría, que
crece cuando la das y muere si la retienes. Si eres mísero con él, se muere.
Por eso, sé generoso. No te preocupes de con quién, esta misma idea es propia
de una mente avarienta: daré mi amor a ciertas personas que tengan ciertas
cualidades.
No entiendes
que tienes tanto...; eres una nube de lluvia. A la nube de lluvia no le
preocupa dónde tiene que descargar -sobre las rocas, en los jardines, en el
mar-, no importa. Quiere descargar. Y esa descarga es un alivio tremendo.
Por tanto,
el primer secreto es: no lo pidas y no estés esperando y pensando que lo darás
cuando alguien lo pida. ¡Dalo!
La fundadora
del movimiento teosófico, la señora Blavatsky, tuvo un extraño hábito durante
toda su vida. Y vivió mucho tiempo, viajó por todo el mundo y creó un
movimiento mundial... De hecho no ha habido otra mujer tan poderosa en toda la
historia humana, ni con tanta influencia a nivel mundial. Solía llevar con ella
muchas bolsas llenas de semillas de flores. Todo su equipaje no era otra cosa
que semillas de flores. ¡Mientras iba sentada en el tren, junto a una ventana,
derramaba las semillas por la ventana, y la gente le preguntaba: «¿Qué estás
haciendo?» Llevas mucho equipaje innecesario y después vas tirando semillas
por la ventana, durante miles de kilómetros.»
Ella dijo:
«Estas son semillas de flores, flores preciosas. Cuando acabe el verano y
vengan las lluvias, las semillas se harán plantas. Pronto habrá millones de
flores. Nunca volveré a pasar por esta ruta y no podré verlas, pero miles de
personas las verán y disfrutarán de su fragancia.»
En realidad
llenó de flores casi todas las vías de ferrocarril de India, y la gente decía:
«Si no vas a volver a verlas, ¿a qué viene tu alegría?»
Ella dijo:
«Mi alegría es que muchas personas se sentirán alegres. No soy avara. Haré todo
lo que pueda para hacer feliz a la gente; es parte de mi amor.» Verdaderamente
amaba a la humanidad e hizo todo lo que sentía que era correcto.
Da tu amor a
cualquiera, al extraño. No se trata de dar algo valioso, basta con echar una
mano. Si haces todo con amor las veinticuatro horas del día, todo tu dolor
desaparecerá.
Y como amarás tanto, la gente te amará a ti. Es una ley natural. Recibes
lo que das. De hecho, recibes más que lo que das.
Aprende a dar y descubrirás que mucha gente que ni te miraba se muestra
amorosa contigo.
El problema
es que tienes un corazón lleno de amor pero has sido avaro; el amor, se ha
convertido en una carga para tu corazón. En lugar de hacer florecer tu corazón,
has estado acaparándolo, por eso, de vez en cuando; cuando sientes un momento
de amor, sientes que el dolor desaparece. ¿Pero por qué ha de ser sólo un
momento? ¿Por qué no a cada momento? Ni siquiera ha de tratarse de un ser vivo.
Puedes tocar esta silla con una mano amorosa. Es algo que depende de ti, no del
objeto.
Entonces descubrirás una gran relajación y una gran desaparición de tu yo -que es una carga-, y la fusión con el todo.
Tu situación
es ciertamente incómoda, en el sentido literal de la palabra: es una incomodidad.
No es una enfermedad, por eso el médico no puede ayudarte.
Simplemente es un estado de tensión de tu corazón que quiere dar más y
más. Quizá tengas más amor que los demás, quizás seas más afortunado y estás
haciendo de tu fortuna una gran miseria. Comparte tu amor, sin preocuparte de a
quién se lo estás dando. Simplemente da, y encontrarás una paz y un silencio
tremendos. Esto se convertirá en tu meditación. Uno puede llegar a la
meditación por diversas vías; quizá ésta sea la tuya.
Amado Osho,
Lo que me deja más perplejo de Tu infancia es que a
diferencia de la mayoría de nosotros, pareces tener una comprensión intrínseca
e innegable de que la interpretación que Tus padres hacían de la realidad y Tu
experiencia de la realidad a menudo eran dos cosas distintas. Insistes en que
no eres diferente de nosotros, y sin embargo, esta simple faceta de Tu infancia
es una prueba más que evidente de que albergas una inteligencia única.
Te agradecería un comentario.
Cada niño comprende que
él ve el mundo de manera diferente que sus padres. En lo que se refiere a cómo
ven el mundo, esto es absolutamente cierto. Sus valores son diferentes. El
niño puede estar coleccionando conchas en la arena y los padres dirán:
«Tíralas. ¿Por qué pierdes el tiempo?» Y para él eran tan hermosas. Puede ver
la diferencia; puede ver que sus valores son diferentes. Los padres van en
busca del dinero, él quiere coger mariposas. No puede ver por qué a sus padres
les interesa tanto el dinero; ¿qué van a hacer con él? Sus padres tampoco saben
para qué quiere las mariposas, o unas flores.
Todo niño lo
sabe, sabe que hay diferencias. La cuestión está en que tiene miedo de
afirmar que tiene razón. Al niño le deberían dejar en paz. Sólo le hace falta
un poco de coraje, algo que no falta en los niños. Pero toda la sociedad
está gestionada de tal manera que incluso una cualidad preciosa, como el coraje
del niño, será condenada.
Yo no estaba
dispuesto a postrarme ante la estatua de piedra del templo. Dije a mis familiares:
«Si queréis, podéis forzarme. Tenéis más fuerza física que yo. Soy pequeño;
podéis forzarme, pero recordad que estáis haciendo un acto despreciable. No
será una oración, incluso destruirá vuestra plegaria, porque estáis
violentando a un niño pequeño que no puede resistirse físicamente.»
Un día,
mientras estaban dentro rezando en el templo, me subí al tejado, lo que era
bastante peligroso. Sólo el pintor solía subir allí una vez al año, pero yo
había visto cómo lo hacía. Había clavado unos clavos en la parte de atrás que
hacían de escalones. Yo los seguí y me senté en el tejado. Pero cuando salieron
y me vieron sentado allí, me dijeron: «¿Qué estás haciendo ahí? ¿Quieres suicidarte
o qué?»
Yo dije: «No,
simplemente quiero demostraros que si me obligáis, yo puedo hacer cualquier
cosa que esté en mi poder. Ésta es mi respuesta para que recordéis que no
podéis obligarme a hacer nada.»
Me rogaron:
«Quédate tranquilo. Vamos a traer a alguien que pueda bajarte.»
Yo dije: «No
os preocupéis. Si he podido subir, también puedo bajar.» No tenían ni idea de
la existencia de aquellos clavos. Yo había estado observando al pintor y cómo
se las ingeniaba para que todo el mundo se quedara maravillado: este pintor es
realmente genial. Pintaba todos los templos.»
Bajé y me dijeron: «Nunca te obligaremos a hacer nada, ipero nohagas
estas cosas! Te podrías haber matado.»
Yo les dije: «La responsabilidad habría sido vuestra.»
La cuestión no es que los niños no sean inteligentes, sino que no utilizan
su asertividad porque todo el mundo la condena. Toda mi familia me condenaba
porque había subido al tejado del templo, había subido por encima de su dios.
Aquello era un insulto para su dios. Y yo dije: «Si un pintor puede subir... ¿Y
sabéis que el pintor es musulmán? Yo todavía no soy musulmán.»
Mi padre dijo: «¿Qué quieres decir con que todavía no eres musulmán?»
Yo respondí: «Exactamente lo que he dicho. Si me torturáis mucho puedo
hacerme musulmán.»
Incluso
había preguntado al malvi de una mezquita cercana: «¿Estás dispuesto a
iniciarme al Islam?».
Él dijo:
«¿Quieres ser iniciado? Tus padres... Habrá problemas en la ciudad.»
Pero yo
insistí: «No te preocupes porque no me estás obligando. Soy yo el que estoy aceptando
el Islam. Me pondré delante de la mezquita y diré a mis padres y a todo el
pueblo que no he sido obligado.»
Él respondió: «Esto es peligroso. Puede crearse una reyerta en la ciudad
en la que muera gente.»
Yo añadí: «No te preocupes, no voy a ser musulmán. Simplemente recuerda que si mi padre te pregunta, le dices: "Sí, ha venido, y
si quiere hacerse musulmán no podemos negamos. " Yo no voy a venir más, pero
tienes que decirle esto.»
Mi padre le preguntó: «¿Ha venido a verte?»
Y él dijo: «Ha venido e insiste mucho.»
Mi padre dijo: «¡Más vale dejarle en paz!»
Tuvieron una reunión familiar: «Hay que dejarle en paz, es muy peligroso.
Si se hace musulmán seremos condenados por toda la ciudad. Realmente ha ido a la mezquita e insiste: "Si
volvéis a forzarme de alguna manera, entonces cambiaré de religión.”»
iEsa fue la última vez...! Se quedaron en silencio; nunca
volvieron a decirme que fuera al templo. Nunca fui. Lentamente fueron aprendiendo
una cosa: que no era peligroso, pero no debían ponerme contra la pared.
Cada niño tiene que ser asertivo, eso es todo. ¿Qué puede
perder?
Pero los niños son tan dependientes...; y yo no veo que tengan que serlo.
Me dijeron
muchas veces: «Vamos a dejar de darte de comer.»
Yo les
decía: «Hacedlo. Puedo empezar a mendigar, en esta misma ciudad. Tendré que
sobrevivir, tendré que hacer algo. Podéis dejar de darme de comer, pero no
podéis impedirme mendigar. Mendigar es un derecho de nacimiento que tiene todo
el mundo.
No hay diferencias de inteligencia, pero hay diferencias de asertividad
porque se honra a los niños obedientes.
En mi
familia, cuando venía alguna visita se llamaba a mis herma-nos y se llamaba a
mis tíos: «Éste es un muchacho de primera, ha hecho esto y lo otro...
Y yo me
presentaba a mí mismo diciendo: «Yo no he hecho nada y esta gente está perdida,
no saben qué hacer conmigo. No querían presentarme a ti, ¡por eso he pensado
que debía presentarme yo mismo!»
Esto ocurrió... Un miembro del parlamento vino de visita a
casa, era amigo de mi padre. Estaban presentándole a todo el mundo y a mí no me
llamaron; simplemente me ignoraron. Cuando entré y me presenté a él,
dijo: «Qué raro. Nadie te ha llamado.»
Yo dije: «No es nada raro. Éstas son personas obedientes; yo soy
desobediente y pronto podrás comprobado.»
Mi padre dijo:
«Déjale en paz. ¿Por qué va a comprobarlo?»
Yo respondí:
«Va a hablar en mi escuela» -yo estaba en noveno grado-; «se va a dirigir a mi
escuela y yo le voy a crear problemas. Le estoy informando previamente de que
le voy a plantear preguntas, y no debe pensar que por ser un orador y un parlamentario
me deja impresionado. No hay nada que me impresione.»
Mi padre le
dijo: «Ten cuidado con él. Te preguntará algo, algo a lo que no podrás
responder, porque nos está acosando constantemente. Nunca te preguntará nada
que puedas responder, y tiene mucha capacidad para encontrar...; no se cómo lo
hace. Plantea preguntas que no puedes responder, y en una reunión pública en la
que te estás dirigiendo a cientos de personas puede hacer que parezcas un
estúpido.»
Al hombre le
entró mucho miedo. Entonces me pidió: «Estaría bien que vinieras conmigo, en mi
coche», quería persuadirme para que no le creara ningún problema.
Yo respondí:
«Eso no te va a ayudar. Puedo ir en tu coche, eso impresionará al director, a
los profesores, a toda la escuela. Pero no hay forma de sobornarme.»
Él dijo:
«Pareces tan fuerte..., a tu edad.»
Yo dije: «No
soy fuerte, simplemente planteo preguntas simples y quiero respuestas. Si vienes
a hablar a la escuela tengo todo el derecho a preguntar algunas cosas. Tú estás
preguntando, constantemente en el parlamento: veo tu nombre en el periódico todos
los días -preguntas al primer ministro, a este ministro, al otro ministro-; no
deberías tener tanto miedo de un niño pequeño. ¿Qué te podría yo preguntar?»
Pero él dijo: «Tu padre tiene tanto miedo, y hemos sido compañeros,
hemos estudiado juntos; confío en su juicio. Tienes un aspecto peligroso.»
Fuimos a la
escuela. Cuando empezó a hablar, me puse de pie y le hice una pregunta: «Sé
honesto y di a todo el mundo por qué me has traído en tu coche. ¡Sé sincero!».
Él dijo: «Tu padre tenía razón. Haces preguntas que no pueden ser respondidas.»
Yo añadí: «Ésta
es un pregunta muy simple. Si tú no puedes responderla, yo sí, que puedo. Tú
conoces la respuesta, yo conozco la respuesta, y quiero que todos los demás
también la sepan.»
El director
trató de resolver el tema diciendo: «Siéntate. Es nuestro invitado y gran parte
del tema de las becas depende de él, y esto...»
Yo respondí:
«Eso no me importa. No soy el director de la escuela, sólo soy un estudiante. Y
no estoy haciendo una pregunta complicada, ni peligrosa para la seguridad
nacional, ni nada parecido Sólo le estoy preguntando por qué me ha traído en su
coche. Si acepta sinceramente responder a ella, no le haré ninguna otra
pregunta.»
Él dijo: «Lo
siento, pero es verdad. Lo que está diciendo es correcto, era un soborno.
Pensé que si venía en mi coche se sentiría bien conmigo y no me
acosaría.» Parecía muy avergonzado a pesar de decir cosas tan simples. Cuando
volví, mi padre me preguntó: «¿Le has creado algún problema?»
Y respondí:
«No he creado ningún problema, él mismo se lo ha creado. Me pidió que fuera en
su coche. Yo iba a ir caminando. Él creó el problema.»
Si sus padres le ayudan a ser valiente, cada niño tiene la inteligencia
para dejar claro que sus valores son diferentes, sus percepciones son
diferentes. Pero nadie le apoya, todo el mundo trata de reprimir al niño. La
única diferencia que puedes marcar es que... Para mí todo lo represor era un
desafío. Me sentía provocado a hacer algo, y ellos tenían que aprender la
lección.
En la siguiente
ocasión fui avisado el primero para ser presentado, porque sabían que
vendría por mí mismo y la cosa se pondría más difícil. Era mejor presentarme.
Pero no tenían nada que decir respecto a mí, ¿qué podían decir de mí?
Por eso les
dije: «Podéis decir exactamente la verdad: "Es desobediente; es un
problema. Crea problemas constantemente a toda la familia, al vecindario, a
toda la ciudad, profesores, estudiantes. Estamos cansados de oír todo el día
las quejas que nos llegan..." Simplemente podéis presentarme tal como soy.
¿Por qué tenéis miedo si yo no lo tengo? Esa es la verdad.»
Se creó una
situación en la que en lugar de ser yo el que sintiera miedo, toda mi familia
tenía miedo de mí. Y cada niño puede hacer lo mismo..., con un poco de coraje. Un
día mi padre dijo: «Tienes que volver a casa antes de las nueve de la noche.»
Yo dije: «Y
si no vengo, ¿qué?»
Él dijo:
«Las puertas estarán cerradas.»
Yo añadí: «Muy bien, que se queden cerradas. Ni siquiera llamaré a la
puerta, y no vendré antes de las nueve. ¡Me sentaré fuera y se lo diré a todo
el mundo! Cualquiera que pase me preguntará, ¿por qué estás sentado aquí fuera
en una noche tan fría? Y yo les responderé: "Esta es la
situación..."»
Él dijo: «Eso
significa que me vas a crear problemas.»
Yo dije: «Yo no los estoy creando. Tú me estás dando una orden. Ni
siquiera lo había pensado, pero cuando dices: "El límite son las
nueve", ya no puedo venir a la hora. Es algo que va en contra de mi
inteligencia. No haré nada; simplemente me quedaré sentado fuera. Si alguien
pregunta: "¿Por qué estás sentado...?". Y cualquiera que pase
preguntará. Si estás sentado en la calle, cualquiera que pase pregunta:
"¿Por qué estás sentado aquí fuera con este frío?" Entonces trataré
de explicarles: "Esta es la situación... "»
Él dijo:
«Olvídate del límite. Ven cuando quieras.»
Y yo dije: «No llamaré. Las puertas deben quedarse abiertas. ¿Porqué
cerrarlas?, ¿para molestarme? No hay razón para cerrarlas.» En la parte de
India donde yo vivía, la gente está despierta hasta las doce de la noche,
porque hace tanto calor que sólo comienza a refrescar a partir de las doce. La
gente se queda despierta y sigue trabajando. Hace tanto calor durante el día
que suelen descansar de día y trabajar de noche. Yo dije: «No hay razón para
cerrar las puertas mientras estáis trabajando dentro. Dejad las puertas
abiertas. ¿Por qué debería llamar?»
Él dijo: «De
acuerdo, las puertas estarán abiertas. Ha sido un error mío decirte "ven
antes de las nueve", porque todo el mundo viene antes de las nueve.»
Yo respondí:
«Yo no soy todo el mundo. Si a ellos les encaja venir antes de las nueve, que
lo hagan. Si a mí me encaja, vendré. Pero no cortes mi libertad, no destruyas
mi individualidad. Déjame ser yo mismo.»
Es una
simple cuestión de afirmarse ante los que tienen el poder. Tienes poderes
sutiles que puedes utilizar contra ellos. Por ejemplo, al decir: «Simplemente
me sentaré en la calle», también estaba usando mi poder. Al sentarme en el
tejado del templo, también estaba usando mi poder. Si ellos podían amenazarme,
yo también podía amenazarles. Pero los niños simplemente se acoplan para ser
respetables, para ser obedientes, para estar en el camino correcto. Y el camino
correcto es el que sus padres les muestran.
Tienes
razón, yo era un poco diferente. Pero yo no creo que fuera superior, sólo era
una pequeña diferencia. Y una vez que aprendí el arte, lo refiné. Una vez que
aprendí a luchar con los poderosos -yo no lo era, refiné ese arte, y me fue
muy bien. Siempre encontré una vía de salida. Y ellos siempre se quedaban
sorprendidos porque pensaban: «No va a poder hacer nada contra esto»; siempre
pensaban racionalmente.
Yo no soy un
devoto de la razón. Mi devoción básica es por la libertad.
No me importa de qué medios disponga para conseguirla. Todos los medios
son buenos si te dan la libertad, la individualidad, y no te sientes esclavo.
Los niños simplemente no suelen tener esta idea, piensan que todo lo que hacen
sus padres es bueno para ellos.
Yo siempre
les dejé claro: «No sospecho de vuestras intenciones y espero que tampoco
sospechéis de las mías. Pero hay cosas en las que no estamos de acuerdo. ¿Queréis
que esté de acuerdo con vosotros en todo? ¿Tengáis razón o no? ¿Estáis
absolutamente seguros de tener razón? Si no estáis tan seguros, entonces dadme
libertad de decidir por mí mismo. Al menos tendré el placer de equivocarme
siguiendo mi propia decisión, y no os haré responsables ni tendréis que
sentiros culpables.»
Hay que
darse cuenta de una cosa: los padres pueden decir cualquier cosa, pero no
pueden hacerlo. No pueden hacerte daño, no pueden matarte, sólo pueden
amenazarte. Una vez que sabes que sólo pueden amenazarte, sus amenazas no
suponen ninguna diferencia; tú también puedes amenazarlos. Y puedes amenazarlos
de tal manera que tendrán que aceptar tu derecho a elegir lo que quieres hacer.
Yo se lo
dejé muy claro: «Si podéis convencerme de que tenéis razón en lo que decís lo
haré. Pero si no podéis convencerme, entonces por favor no me impongáis nada.
Porque me estáis enseñando a ser un fascista; no me estáis ayudando a ser un
hombre liberado, sino aprisionado.»
Por tanto hay
diferencias, pero nada que sea especial o superior. Y a los niños también se
les puede enseñar; todos los niños pueden hacerlo, lo se porque yo solía enseñarles,
incluso en mi infancia. Los estudiantes se quedaban confundidos: yo
cuestionaba a los profesores, al director, y tampoco podían hacer nada contra
mí. Eran ellos los que acababan haciendo algo mal y metiéndose en
problemas. Empezaron a preguntarme: «¿Cuál es el secreto?»
Yo les dije:
«No hay secreto. Tienes que tener claro que estás en lo correcto y que tienes
una razón en la que apoyarte. Entonces cualquiera que esté contra ti podrá
verlo. No importa que sea un profesor o el mismo director.»
Uno de mis
profesores entró sumamente furioso en la oficina del director y me impuso una
multa de diez rupias por mi mal comportamiento. Yo le seguí y mientras me
multaba, me quedé de pie a su lado. Cuando se apartó, con el mismo bolígrafo,
yo le impuse una multa de veinte rupias por su mal comportamiento.
Él dijo:
«¿Qué estás haciendo? Ese registro es para los profesores que quieren multar a
los estudiantes.»
Yo le
pregunté: «¿Dónde está escrito? En el registro no se dice en ninguna parte que
sólo los profesores puedan multar a los estudiantes. Yo creo que es para multar
a cualquiera que se porte mal. Si está escrito en alguna otra parte, me
gustaría verlo.»
Entretanto
entró el director y preguntó: «¿Cuál es e! problema?»
Y el profesor dijo: «Ha arruinado el registro. Me ha impuesto
una multa de veinte rupias por mi mal comportamiento.»
El director dijo: «Eso no está bien.»
Yo respondí: «¿Hay algún documento escrito que diga que los estudiantes
no pueden multar a los profesores que se porten mal?
El director
dijo: «Esta cuestión es difícil. No tenemos ningún documento, el hecho de que
los profesores son los únicos castigan sólo es una convención.»
Entonces
dije: «Hay que cambiarla. Los castigos son perfectamente justos, pero no
deberían ser unilaterales. Sólo pagaré las diez rupias si este hombre paga
veinte.» Como el director no podía pedirle veinte rupias al profesor, tampoco
podía pedirme diez a mí, ¡y la multa aún sigue allí! Cuando visité la escuela
unos años después, me dijo: «Tu multa todavía está aquí.»
Yo dije: «Déjala ahí para que otros estudiantes lo sepan.»
¡Uno sólo
tiene que encontrar formas...!
Entonces, debe haber alguna diferencia, pero no de superioridad. Sólo
es cuestión de usar tu coraje, tu inteligencia, y arriesgarte. ¿Qué peligro
corres? ¿Qué es lo que los profesores podrían haber destruido en mí? Como mucho
podrían haberme suspendido en su asignatura -y era algo que temían porque
volverían a tenerme en clase el año siguiente- por eso la situación me era muy
favorable. Querían librarse de mí cuanto antes. Ese era el único poder que
estaba en manos de los profesores, suspender a un estudiante.
Tuve que
dejar algo claro a todos los profesores: «Puedes suspenderme, no importa. No
me importa aprobar en dos años o en tres. La vida es tan inútil...; en algún
lugar tengo que pasarla. Puedo pasarme toda la vida en esta escuela, pero haré
de vuestra vida un infierno, porque si no tengo miedo a suspender, puedo hacer
cualquier cosa.» Incluso los profesores que estaban contra mí me daban más
créditos para ayudarme a pasar de curso y que ya no fuera una carga para ellos.
Si los
padres realmente aman a los niños, les ayudarán a ser valientes, valientes
incluso frente a ellos mismos. Les ayudarán a ser valientes frente a los
profesores, frente a la sociedad, frente a cualquiera que intente destruir su
individualidad.
Y eso es a
lo que me refiero: la nueva mente tendrá estas cualidades. Los niños que nazcan
bajo la nueva mente y los nuevos hombres no serán tratados como lo han sido a lo
largo de los siglos. Se les animará a ser ellos mismos, a ser asertivos, a
tener respeto por sí mismos. Y eso cambiará la calidad de la vida, que será más
brillante, más viva y más jugosa.
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