CLARISSA PINKOLA ESTÉS
MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS
SEPTUAGESIMOSEXTA
ENTREGA
CAPÍTULO 8
El instinto de
conservación:
La identificación de
las trampas, las jaulas y los cebos envenenados
La mujer fiera (5)
Las trampas
Trampa 7: La
simulación, el intento de ser buena, la normalización de lo anormal (1)
A medida que se desarrolla el cuento, la niña es castigada por el hecho
de ir a la iglesia calzada con zapatos rojos. Contempla los zapatos rojos del
estante, pero no los toca. Hasta ahora ha intentado prescindir de la vida del
alma, pero no le ha dado resultado. Después ha intentado llevar una doble vida,
pero tampoco ha podido. Ahora, como último recurso, "procura ser
buena".
El problema del "ser buena" al máximo consiste en que no
resuelve la cuestión subyacente de la sombra, por cuyo motivo surgirá de nuevo
como un tsunami, una ola gigante, o un torrente desbordado, destruyendo todo lo
que encuentre a su paso. Cuando "es buena", la mujer cierra los ojos
a todo lo que, a su alrededor, es inflexible, deformado o perjudicial y se
limita a "ir aguantando". Sus intentos de aceptar este estado anormal
dañan ulteriormente sus instintos de reaccionar, señalar, cambiar y producir un
impacto en lo que no está bien, lo que no es justo.
Anne Sexton escribió un poema acerca de "Las zapatillas rojas"
titulado precisamente "Las zapatillas rojas":
Estoy en el centro
de una ciudad muerta
y me anudo las
zapatillas rojas...
No son mías.
Son de mi madre.
Y de su madre.
Transmitidas como
una herencia,
pero escondidas como
cartas vergonzosas.
La casa y la calle
que les corresponden
están escondidas y
todas las mujeres también
están escondidas...
El hecho de ser buena, ordenada y obediente en presencia del peligro
interior o exterior o con el fin de ocultar una grave situación de la psique o
de la vida real priva a una mujer de su alma. La aísla de su sabiduría y de su
capacidad de actuar. Como la niña del cuento que no protesta demasiado, que
intenta disimular su hambre y aparentar que no arde nada en su interior, las
mujeres modernas padecen el mismo trastorno consistente en normalizar lo
anormal. Se trata de un trastorno que está a la orden del día en muchas
culturas. El hecho de normalizar lo anormal hace que el espíritu, que en
condiciones normales se apresuraría a corregir la situación, se hunda en el
tedio, la complacencia y, en último extremo, en la ceguera, tal como le ocurre
a la anciana.
Se ha llevado a cabo un importante estudio que explica los efectos de la
pérdida del instinto de protección en las mujeres. A principios de los años
sesenta, unos científicos (16) llevaron a cabo unos experimentos con animales
para averiguar algo acerca del "instinto de fuga" de los seres
humanos. En uno de los experimentos conectaron unos cables eléctricos a una
mitad del fondo de una jaula de grandes dimensiones de tal manera que un perro
introducido en la jaula recibía una descarga cada vez que pisaba el lado
derecho de la jaula. El perro aprendió rápidamente a permanecer en el lado
izquierdo de la jaula.
Después se conectaron unos cables eléctricos al lado izquierdo de la
jaula y se desconectó el lado derecho. A continuación se conectaron cables a
todo el suelo de la jaula para que se produjeran descargas al azar de tal forma
que, dondequiera que se tendiera o permaneciera de pie, el perro pudiera
recibir una descarga.
En un primer tiempo, el perro se mostró confuso y, en un segundo, se
aterrorizó. Finalmente, el perro se "dio por vencido" y se tendió, recibiendo
las descargas tal como venían sin tratar de escapar ni de esquivarlas.
Pero el experimento aún no había terminado. Después se abrió la puerta
de la jaula. Los científicos esperaban que el perro saliera corriendo, pero
éste no lo hizo. A pesar de que habría podido abandonar la jaula a voluntad, el
aterrorizado perro permaneció tendido. De lo cual los científicos dedujeron
que, cuando una criatura se expone a la violencia, tiende a adaptarse a esta
perturbación de tal forma que, cuando cesa la violencia o se le concede la
libertad, el saludable instinto de huir queda notablemente mermado y, en su
lugar, la criatura se queda quieta (17).
Esta normalización de la violencia en la naturaleza salvaje de las
mujeres y eso que los científicos han denominado posteriormente el
"desvalimiento aprendido" son lo que induce a las mujeres no sólo a
permanecer al lado de sus parejas borrachas, sus patronos explotadores y los
grupos que las hostigan y se aprovechan de ellas sino también a sentirse
incapaces de reaccionar para defender las cosas en las que creen con todo su
corazón: su arte, sus amores, sus estilos de vida y su política.
Notas
(16) El psicólogo experimental doctor Martin
Seligman y otros han llevado a cabo estudios acerca de la normalización de la
violencia y la impotencia aprendida.
(17) En los años setenta, en su obra fundamental acerca
de las mujeres maltratadas (The Battered Woman [Nueva York, Harper &
Row, edición 1980]), Lenore E. Walker aplicó este principio al misterio del por
qué las mujeres permanecían al lado de los hombres que tan duramente las
maltrataban.
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