C. G. JUNG
CARTA ENVIADA A JAMES JOYCE DESPUÉS DE LEER EL ULISES
“He metido allí
tantos enigmas y acertijos que mantendrá a profesores ocupados por siglos
discutiendo lo que quise decir”, decía James Joyce de su Ulises, que lo convirtió en un ser inmortal. Uno de estos profesores que se
perdió (y encontró, también) en el laberinto del Ulises fue Carl
Jung, quien en 1932 escribió un entretenidísimo ensayo sobre el libro, maldiciéndolo y
por momentos odiándolo, pero siempre con tintes de veneración. Su artículo
concluye describiendo el libro como: “un ejercicio espiritual, una disciplina
estética, un ritual agonizante, un procedimiento arcano, 18 alambiques
alquímicos apilados uno encima del otro […] un mundo se ha desvanecido y se ha
vuelto nuevo.”
Pero Jung no sólo
escribió uno de los ensayos más personales y honestos acerca del Ulises;
también le envió una copia a Joyce junto con la carta transcrita abajo. En
ese momento Jung era un “perfecto extraño” para el irlandés, pero dos años
después Joyce requeriría de su ayuda para tratar la esquizofrenia de su hija
Lucía.
Querido señor,
Su Ulises le
ha presentado al mundo un problema psicológico tan pesaroso que he sido llamado
repetidamente como una supuesta autoridad en materias psicológicas.
Ulises probó ser una
nuez excesivamente dura de roer y ha forzado a mi mente no sólo a los esfuerzos
más inusuales, sino también a peregrinaciones más bien extravagantes (hablando
desde el punto de vista de un científico). Su libro como un todo no me ha dado
descanso de dificultades y lo estuve revisando por tres años hasta que logré
sumergirme en él. Pero debo decirle que le estoy profundamente agradecido a
usted al igual que a su gigante opus, porque aprendí muchísimo de él.
Seguramente nunca estaré muy seguro si lo disfruté, porque significó demasiado
estrujamiento de nervios y de materia gris. Tampoco sé si usted disfrutará lo
que yo he escrito acerca del Ulises porque no pude evitar
decirle al mundo cuánto me aburrió, cuánto refunfuñé, cómo maldije y cómo
admiré. Las 40 páginas de texto corrido del final es un hilo de verdaderos
duraznos psicológicos. Supongo que la abuela del diablo sabe tanto así de la
psicología real de la mujer, yo no lo sabía.
Bien, sólo trato de
recomendar a usted mi pequeño ensayo, como un intento divertido de un perfecto
extraño que perdió su rumbo en el laberinto de su Ulises y por
pura buena suerte logró salir de él. En todo caso, en mi ensayo usted podrá
darse cuenta de lo que Ulises le hizo a un psicólogo supuestamente
balanceado.
Con la expresión de
mi agradecimiento más profundo, quedo, querido Señor,
Sinceramente suyo,
C. G. Jung
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