MARK STRAND
LA OBLIGACIÓN DE
CONTINUAR SIENDO UN POETA ES UNA FORMA DE SERVIDUMBRE
por Ezequiel Zaidenwerg
TERCERA ENTREGA
Te preguntaba
sobre tu intención de crear un mundo alternativo, con sus propias reglas… ¿Qué
sientes de los poetas que confían más en extraer de lo cotidiano una experiencia
sobre la cual hacer algún tipo de declaración?
Hay poetas a los que yo denomino metonímicos, que toman una porción de
la vida y hacen que represente toda la vida, y frecuentemente ofrecen una
moraleja, explícita o implícita, en aquello que finalmente dicen. Yo me
considero a mí mismo más un poeta metafórico, esto es que yo creo un mundo
alternativo que tiene sus propias leyes y regulaciones, a través del cual uno
puede ser capaz de percibir elementos de nuestro mundo, y así el mundo que yo
creo no termina siendo absolutamente extraño.
Así que ese
mundo también nos habla de este mundo.
Habla de este mundo, pero su validez no proviene de lo que sucede en él.
Verás, el poeta metonímico tiene que asegurarse de que el pequeño mundo que ha sacado
de un pedazo del mundo real, al cual representa, sea fiel a ese mundo real de
la experiencia. Yo no siento en modo alguno esta obligación. Yo
simplemente quiero ser fiel a mis propias nociones de lo que funciona bien en
un poema, no a lo que el mundo percibirá como una actitud realista o correcta.
Lo que vale para mí es la integridad del mundo que creo, y no aquello que pueda
revelar del mundo que los demás perciben.
¿Por qué usas
tan poca cantidad de palabras? ¿Es algo deliberado?
Ya sabes, no soy muy brillante… [risas].
No, no, no
decía eso.
Sé lo que significan y tengo control sobre ellas…
Siento que
eso tiene que ver con ese mundo alternativo que estás creando.
Sí, esas son las palabras que pueblan y animan el mundo que he
creado.
¿Pero fue una
decisión consciente la de restringirte a un pequeño repertorio de palabras?
No, yo siempre he creído en la simplicidad, creo en la ley de la
parsimonia cuando se trata del lenguaje, lo que se puede decir de manera
directa y simple es mejor no hacerlo con perífrasis o elaboradamente. Voy a
decir que mis oraciones se han vuelto mucho más elaboradas de lo que eran
antes, el lenguaje mismo es simple pero la sintaxis es a veces muy complicada,
prefiero una sintaxis elaborada y un vocabulario simple a un vocabulario muy
difícil y una sintaxis infantil.
He notado por
ejemplo que casi no hay palabras latinas en tus poemas, pero sí muchas palabras
anglo-sajonas…
Me restrinjo a lo anglo-sajón principalmente porque estas palabras
parecen tener más cuerpo, ser más esenciales al inglés, lo que es cierto.
¿Piensas que
la poesía requiere de un proceso de lectura diferente? ¿Si es así, de qué modo?
Sí. Pienso que cuando se lee ficción, se sigue el desarrollo de unos
personajes, el progreso de una trama… Es decir, en algunos poemas hay
personajes, y en algunos poemas, poemas narrativos, puede haber una trama, pero
la mayoría de poemas dependen de la voz del poeta, esa es la identidad de un
poeta… Robert Frost suena diferente a Wallace Stevens, quien suena distinto de
William Carlos Williams, y nosotros leemos a los poetas por la manera como
suenan, realmente no por otra cosa. No por el tema, sino por el carácter
emocional de lo que escriben. Esta es la diferencia entre tema y contenido, no
leemos poemas por el tema de que tratan, sino por el contenido, que es el grado
en el cual están revestidos de la personalidad o el temperamento del poeta o
artista. La personalidad del novelista no es importante cuando lees una novela,
es el mundo que él está creando en lo que, como lector, estás sumergido, pero
es un mundo en el que hay gente actuando como personas de nuestro mundo, y
lugares que nos recuerdan a los lugares donde vivimos o hemos estado de alguna
u otra forma también en nuestro mundo. Un poema no necesita ser algo así, no
nos apoyamos en la familiaridad, en un poema de hecho buscamos lo que carezca
de esa familiaridad, pero estamos guiados por la mano segura de poeta, y la
simple atracción que sentimos por su voz, y por su voz lo que quiero decir es
el lenguaje que él o ella usa, lo que caracteriza la personalidad del poema es
aquello que nos atrae.
Acabas de
mencionar que a veces lo que buscamos en la poesía es el misterio…
Creo que sí. No buscamos la solución a los misterios, pienso que lo que
hacemos es, nos gusta que nos presenten el misterio, o nos gusta que nos
arrastren cerca del misterio, es decir, no hay forma de… si un misterio es
misterio no va a resolverse o desnudarse a través de un poema. Pienso que el
disfrute de la poesía se halla en que nos sentimos próximos a lo misterioso,
puesto que el misterio una vez resuelto se queda sin encanto, y el misterio
desaparece. Queremos que se perpetúe el misterio, y eso significa acercarse,
pero sin penetrar, el misterio.
El misterio
está presente en muchos, muchos de tus poemas. Muchos de ellos terminan con una
pregunta o en alguna parte del poema aparece un acertijo…
Es decir, son misteriosos, creo, no por un designio de mi parte, es sólo
la forma en que mi mente funciona. Encuentro a la vida misteriosa, a mi
presencia en la tierra misteriosa, a cualquier idea que me veo inclinado a
concebir ciertamente misteriosa, al hecho de cenar misterioso. Pienso que es el
misterio lo que nos arrastra a la poesía y con frecuencia termino un poema y no
estoy totalmente seguro… Por lo general estoy seguro de lo que he dicho, pero
hay siempre un elemento que es inexplicable. Creo que en los poemas me veo arrastrado
una y otra vez por otros, soy siempre arrastrado de vuelta por causa de ese
elemento inexplicable en ellos. Me encuentro a la vez familiarizado con el
poema y, al mismo tiempo, perplejo. Creo que la presencia de estos dos
elementos es esencial para la poesía.
Olvidé
preguntarte sobre esto antes, cuando hablabas de tus ritos para escribir:
¿revisas mucho tus poemas?
Reescribo. Bueno, las piezas en prosa no mucho. Pero cuando escribo
poemas, cuando escribía poemas, hacía sinnúmero de borradores.
¿Cuántos?
A veces cinco, a veces veinte, a veces treinta, a veces cuarenta.
¿Los digitas
a máquina y luego los corriges?
Los escribo a mano, muchos borradores, y luego los paso a máquina para
ver como se ven. Trato de dilatar la tarea de pasarlos a máquina lo más
posible. Realmente no quiero leer mis poemas tanto como escucharlos, y mientras
los conserve a mano permanezco bajo la ilusión de que los estoy oyendo. Así
que, efectivamente, en algún momento los paso a máquina, y luego escribo en los
márgenes, y empiezo a escribirlos a mano nuevamente, y luego los paso a máquina
otra vez para ver qué he hecho. En la computadora resulta más rápido, por su
puesto. Pero tengo aún máquinas de escribir que he conservado…
¿Las sigues
usando?
Bueno, ya no. Me he acostumbrado a la computadora, a pesar de que me
resistí por buen tiempo. Tuve unas máquinas de escribir suizas muy buenas, una
Hermes 3000, una Baby Hermes, una Hermes Rocket, una Olivetti, sencillamente
conservaba estas máquinas, las cintas, fui muy reacio a las computadoras.
Sí, y hay
además una dimensión de sonido más rítmica en las máquinas de escribir.
Sí, es una cosa mucho más física, uno golpea, click, click, es más
lento. Las computadoras son demasiado rápidas. Yo pienso de manera lenta, y la
escritura a mano me parece que mantiene el ritmo de mi forma de pensar. Hay
algo en las computadoras que resulta demasiado rápido.
¿Tienes
lectores o personas a quienes muestras tus poemas?
No, lo hacía cuando era más
joven. Bueno, tengo amigos que de vez en cuando, cuando vienen a visitarme, me
preguntan: “¿qué has estado haciendo?” y, ya sabes, les traigo un poema, les
leo un ensayo… “Bueno, tengo esto, te lo voy a leer”…, pero no estoy buscando
una opinión crítica… Pero esto es algo poco frecuente, usualmente no muestro…
¿No los
muestras a nadie?
No, se los leo a mi chica, mi pareja. Sólo sin son graciosos.
¿Es ella
escritora?
No, ella es marchante de arte. Es española.
Oh, es por
eso que te mudaste a España.
Claro.
¿Y hablan entre
ustedes en inglés?
A veces hablamos en español. Mi español no es muy bueno.
Pero puedes
comunicarte bien en español.
Sí, puedo entenderlo.
¿Relees
mucho tus libros favoritos?
¿De otros autores? Trato. Es decir, hace dos años me puse a releer un
montón de novelas de Dickens que no había leído en años, releí Don
Quijote en una nueva traducción el verano antepasado, lo había leído
hace cuarenta o treinta años… Tú sabes, releo los libros grandes, los grandes
libros. Releo a los rusos. Cuando me retire de la enseñanza, podré leer cuando
quiera, ahora leo… Es decir, ahora que estoy en España leo más en español…
Estoy comenzado a leer más literatura en español.
¿Como qué?
Bueno, una gran novela de Antonio Muñoz Molina que se llama Sefarad,
fue simplemente una sorpresa, me pareció una gran novela, totalmente brillante,
y luego está una novela de Javier Marías que a mí me gusta mucho y se
llama A Heart So White [Corazón tan blanco].
¿Los lees en
español?
No. Leo algunas cosas… Es decir, puedo leer poesía… Ángel González es un
buen poeta, lo puedo leer en español. No tengo paciencia, si hay una traducción
disponible, la leo, pero la poesía, pienso que le debo al poeta el tratar al
menos de leerlo en español. En la prosa pienso que se da esa misma
diferencia. Quizá.
Tradujiste
poemas de Alberti y de Drummond de Andrade, y creo que los tradujiste para esta
antología de poesía mejicana.
Claro, claro. Traduje algunos poemas.
¿Cómo fue esa
experiencia para ti?
No recuerdo. Quiero decir, fue penoso porque estaba muy inseguro de mis
habilidades como traductor. Pienso que soy un mal traductor, no creo que mis
traducciones sean muy buenas, a excepción de algunas de Carlos Drummond de
Andrade. Pero lo hice para mejorar mi propia poesía, es decir, tenía como
veinte años, ya sabes, treinta y pocos, es decir, las traducciones de Alberti
las hice a mis veintitantos, tomó su tiempo el publicarlas, las tenía allí
guardadas, en un cajón.
¿De qué forma
piensas que traducir ayuda a un poeta a mejorar?
Creo que lo que hace es concretizar o externalizar muchas de las
elecciones sobre versificación o sintaxis que hacemos inconscientemente cuando
estamos escribiendo nuestros propios poemas, así que es muy útil. Te fuerza a
pensar conscientemente acerca de lo que estás haciendo en lugar de escribir
inconscientemente. Es decir, al escribir nuestros poemas tomamos muchas
decisiones sobre las que no reflexionamos o que no consideramos dos veces, es
decir, eventualmente podemos hacerlo, pero, otra vez, pienso que traducir ha
hecho de mí un mejor re-escritor de mis propios poemas, porque me volví mucho
más consciente de la sintaxis y la versificación y el carácter múltiple de una sola
palabra, cuál de ellas usar, entre muchas, si tengo que escoger entre distintas
palabras para traducir el significado de una sola palabra en español, realmente
tenía que ponerme a pensar en ello, mientas que en inglés, las palabras en
realidad no… Muchas veces buscas palabras, pero con frecuencia ellas vienen a
ti automáticamente.
¿Y crees que
traducir te ha ayudado a aprender procedimientos y técnicas de otros
escritores?
No he traducido a tantos escritores y Alberti es un poeta muy distinto
de mí. Es un escritor más intuitivo. Y Drummond de Andrade es un poeta
encantador, cuenta grandes historias en sus poemas que son como pequeñas
viñetas… Pienso que he aprendido más de Drummond de Andrade, a pesar de que no
hay en mis poemas nada que… mis poemas no se parecen en nada a los suyos. Mis
poemas no tienen parecido alguno a los de Alberti. Sólo estaba estudiando a
Alberti cuando traduje sus poemas. Nunca fue mi intención ser influenciado por
él.
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