GASTON
BACHELARD
LAUTRÉAMONT
(traducción de Angelina Martín del Campo)
SEPTUAGESIMOSEGUNDA ENTREGA
CONCLUSIÓN
IV (1)
Si se aceptan estas
perspectivas, se dará uno cuenta de que las metamorfosis brutales o fogosas de
Lautréamont no han resuelto el problema central de la poesía, pues esas
metamorfosis han debido tomar la causalidad eficiente de los gestos naturales.
Pero las metamorfosis ducassianas han tenido la ventaja de desaferrar un tipo
de poesía que se echaba a perder en una tarea de descripción. Ahora hay que
aprovechar, en nuestra opinión, la vida devuelta a las potencias de
metamorfosis para tener acceso a una especie de no-lautréamontismo que en todos sentidos desborde los Cantos de Maldoror. Empleamos siempre el
término no-lautréamontismo, dándole la misma función no-euclidiana que la
geometría euclidiana generaliza. No se trata pues de ninguna manera de una oposición al lautréamontismo, sino de
despertar dialécticas a nivel de los principios ducassianos más fecundos.
Es en una reintegración
de lo humano a la vida ardiente donde vemos este primer paso de ese
no-lautréamontismo. La cuestión que habría pues que plantearse es la siguiente:
¿Cómo provocar metamorfosis verdaderamente humanas, verdaderamente
anagenéticas, verdaderamente abiertas?
La vía del esfuerzo humano directo no es más que una pobre prolongación del
esfuerzo animal. Es en el sueño de la
acción donde residen las dichas verdaderamente humanas de la acción. Hacer
actuar sin actuar; dejar el tiempo atado por el tiempo libre, el tiempo de la
ejecución por el tiempo de la decisión, el tiempo pesadamente continuado de las
funciones por el tiempo espejeante de instantes de proyectos; reemplazar la
filosofía de la acción, que muy a menudo es una filosofía de la agitación, por
una filosofía del reposo; después por una filosofía de la conciencia del
reposo, de la conciencia de la soledad, de la conciencia de la fuerza en
reserva, tales son las tareas preliminares para una pedagogía de la
imaginación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario