COLORÍN
Y COLORADO
(segundo
cuento para peques de Fede Rodrigo)
Una abuela cavernícola
contó por primera vez un cuento hace miles de años. Dicen que fue ahí cuando
Colorín y Colorado se vieron por primera vez. Pero no les alcanzó para conocerse
porque cuando estuvieron en la misma página Colorín y Colorado: “este cuento se
había terminado”.
Fue por esto que
decidieron encontrarse en otro cuento, uno donde un niño cavernícola se hacía
amigo de un perezoso prehistórico. Pero por alguna inexplicable razón, cuando
se juntaron Colorín y Colorado: “este cuento se había terminado”.
Esto les siguió pasando
en los cuentos que contaban los egipcios sobre las mágicas arenas del desierto,
en los que contaban los griegos sobre sus grandes héroes, en los que contaban
en la Edad Media sobre castillos y caballeros. Incluso en los cuentos que has
leído antes que este, cada vez que se juntan Colorín y Colorado: “este cuento
se ha terminado”.
Colorín es muy
divertido, se pasa la mayoría del tiempo contando chistes y haciendo caras
graciosas. Colorado, en cambio, pasa su tiempo leyendo comics y riendo con la
risa más contagiosa que jamás se ha escuchado en un cuento. Todos saben que si
pudieran conocerse más, serían el equipo perfecto. Pero, por alguna misteriosa
razón, cada vez que se juntan Colorín y Colorado: “este cuento se ha
terminado”.
Incluso esta situación
les ha traído problemas con otros personajes (ya ni quieren hablarles). Por
ejemplo, el otro día Colorín se quiso meter y contar sus chistes en un cuento
sobre un piyama party de caballos al que se colaba una cebra. Pero no lo
dejaron, porque si llegaba a pasar por ahí Colorado “este cuento se hubiera acabado”.
Cada personaje que se
cruzaba con Colorín le hablaba de lo divertida que era la risa de Colorado.
Cada personaje que se cruzaba con Colorado le contaba alguno de los
graciosísimos chistes de Colorín. Pero ellos no se podían conocer. Se mandaban
mensajes a través de los personajes, se contaban historias, chistes y
preocupaciones: pero no se podían conocer.
Fue entonces que Colorín
decidió ir al Polo Sur: ahí el día y la noche duran seis meses. De seguro los
cuentos deben durar horas (o hasta días). Fue por eso que se tomó un buque
rompe hielos, se instaló en una cabaña y le mandó un mensaje a Colorado con una
pingüina mensajera: “venite al cuento más
largo y congelado que existe. Acá seguro nos vamos a poder conocer”.
Colorado se entusiasmó y enseguida se
tomó una Ballena Austral. Viajó por dos días, caminó hasta la cabaña pero justo
cuando cruzó la puerta y estuvieron juntos Colorín y Colorado: “este cuento se
ha terminado”.
Colorado tuvo entonces
la idea de ir al único cuento en el que seguro no terminaría cuando se
encontraran con Colorín: “El cuento del
mundo al revés”. Ese mundo donde se camina con las manos y se chocan los
cinco con los pies. Ni bien cruzó las puertas al revés de este increíble mundo
sintió que ya no le gustaban los comics. Luego, uno de los habitantes le contó
un chiste al revés y cuando se rio, su risa fue la más aburrida que jamás se
escuchó en un cuento. El mundo era tan al revés, que cuando finalmente se
conocieran Colorín y Colorado “este cuento hubiera empezado”. Pero no se iban a
conocer en realidad, iban a conocerse al revés y eso seguro iba a ser muy
aburrido.
Probaron de todo: ir a
cuentos cíclicos (que no empiezan ni terminan), cuentos para desvelarse (donde
no te podés dormir), cuentos del otro lado del mundo (donde escriben de derecha
a izquierda o hasta de arriba para abajo). Pero nada funcionaba, en todos los
cuentos cuando estaban juntos Colorín y Colorado: “este cuento se ha acabado”.
Pero este cuento es
diferente. Nosotros vamos a darles una oportunidad y de ninguna manera vamos a
dejar que les pase lo mismo de siempre. Ahí viene Colorín contando un chiste
muy divertido. Y allá viene Colorado llenando de carcajadas el cuento. Y aunque
estén juntos vas a ver que se van a poder conocer: este cuento es diferente y
no me digas que “Colorín y Colorado” (Noooooo) “¡Este cuento se ha acabado!”.
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