UN PROYECTO DE VIDA: VIRGINIA
WOOLF Y EL TERRORISMO MACHISTA
por Amparo Rubiales
(Diario de Sevilla / Tribuna / 12-7-2017)
En el ensayo de Virginia Woolf Un cuarto propio (traducción
de Borges), publicado en 1929, escribe sobre la mujer y la novela: "Para
escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio, y eso, como
ustedes verán deja sin resolver el problema de la verdadera naturaleza de la
mujer y la verdadera naturaleza de la novela", pero desde aquellos
años, Un cuarto propio se ha convertido en una reivindicación
del feminismo que reclama un espacio propio vital para las mujeres. La vigencia
del ensayo de Woolf, escrito hace casi un siglo, nos sirve todavía, porque las
mujeres, pese a lo mucho conquistado, seguimos sin poder tener un proyecto de
vida propio, porque el patriarcado subsiste, y el machismo que genera, se
incrementa; la subordinación y el sometimiento siguen considerándose algo
normal por demasiadas personas: "Ha ocurrido así siempre, ¿de qué os
quejáis?".
Diariamente nos echamos las manos a la cabeza ante la lectura de
comentarios, anuncios, chistes, actos o declaraciones, de los que, en muchas
ocasiones, sus autores dicen que "no tienen mala intención", pero lo
más terrible es el continuo e imparable crecimiento del terrorismo machista.
¿Cómo es posible que la sociedad siga impasible ante los asesinatos machistas
que se producen casi a diario? Tres en veinticuatro horas y aquí seguimos, unas
notas en prensa y un minuto de silencio, cuando lo hay, minoritario, convocado
por alguna asociación de mujeres. No podemos seguir así, hay que hacer algo más
contundente y eficaz.
En lo que va de año, que sepamos, casi 30 mujeres han sido asesinadas
por la violencia machista, lo que supone un incremento de un 47% respecto al
mismo periodo del año pasado, sin contar la vida de seis niños, bebé incluido,
también asesinados, que quintuplica a la del año anterior. Miguel Lorente, el
que más sabe de violencia de género, escribe que "cuando el corazón ya se
ha hecho insensible a los golpes y a la amenaza de cada amanecer, el
maltratador utiliza a los hijos e hijas para conseguir su objetivo"; sin
mencionar la violencia estructural contra las mujeres que crece de muchas
maneras, también entre los jóvenes. Una violencia no sólo física, sino
psicológica, de lenguaje, de relaciones de poder, que siempre ha sido
masculino.
La solución, se dice, es un pacto de Estado contra la violencia de
género, y en tal sentido están trabajando en una Subcomisión, con expertos, en
el Congreso de los Diputados (denominación que también excluye a las mujeres) y
espero que, más pronto que tarde, facilite un informe que sirva para poner
remedio a esta tragedia, casi cotidiana, pero me preocupa que pongamos todas
nuestras esperanzas en ese pacto de Estado, como si fuera la panacea que va a
acabar con esta plaga. ¿Qué pasará al día siguiente de firmar el pacto si hay
otro asesinato, y otro y otro, como puede ocurrir? El pacto de Estado es una
condición necesaria, pero no suficiente.
Además, hace falta un pacto social contra el machismo, como ha escrito
con reiteración Miguel Lorente, porque la violencia es un producto del machismo
y no se puede ser neutral frente al mismo como, dice otro hombre feminista,
Octavio Salazar, a quien también me gusta citar, porque los hombres feministas
cada vez son más; junto a grandes mujeres, que se ocupan y preocupan del tema,
que hay muchas, muchas, que ahora no puedo citar. El feminismo no es algo
exclusivo de nosotras, como algún "machito marchito" me ha dicho,
sino que es "una ética y una forma de vida" (Octavio Salazar).
Las mujeres quedaron excluidas de lo público basándose en que su
naturaleza les impide formar parte de la comunidad civil y política; la médula
de la sociedad patriarcal no se ha roto y, o acabamos con ella, o las seguirán
asesinando. Pediría, por ejemplo, en la Subcomisión del Congreso, que va a
sentar las bases para la aprobación del pacto de Estado, incluir también la
derogación del artículo 84 de la Lomce, que tiene visos de inconstitucional, y
que va a permitir, según reciente sentencia del TS, que se financie con fondos
públicos la educación segregada por sexos. Si no nos educan en igualdad, si nos
separan desde la infancia, luego, cuando la vida nos una, seguiremos sin
entendernos. ¿Quién arregla después el estropicio? ¡No con mis impuestos! Que
se lo paguen ellos, y ya estoy siendo generosa, porque no estoy segura de que
la educación segregada no vaya siempre en contra del artículo 14 de la
Constitución, que consagra el principio de igualdad entre los sexos. Sin
"coeducación no hay igualdad", y sin esta no hay democracia; "la
coeducación es parte ineludible del modelo educativo que cabe deducir de la
Constitución española", según rezan los tratados internacionales,
suscritos por España, el Derecho Comunitario, así como la jurisprudencia del
TC, o la ley de protección integral contra la violencia de género que contiene
el principio de igualdad en la interpretación de las normas, o la asunción de
transversalidad de dicho principio, el cual debe ser asumido por todas las
administraciones públicas, así como la ley para la igualdad efectiva entre
mujeres y hombres, como tan bien explica Octavio Salazar en su artículo Faldas
a la izquierda, pantalones a la derecha.
Queremos, necesitamos, no sólo un cuarto propio, sino una vida propia, sin
temores, ni acosos, ni venganzas, ni celos ni asesinatos. "Un día
despertó / Y ya no tenía miedo / La valiente vencía al cobarde / La maltratada
vencía al maltratador" (Ana I Bernal). Ese día ya tuvo una vida
propia.
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