CON YAYO HERRERO, REFERENTE MUNDIAL DEL
MOVIMIENTO ECOFEMINISTA
por Elisa Romego
(Hoy
Canelones / 13-7-2017)
“En el ecofeminismo dialogan las
perspectivas de la corriente ecologista con las del Movimiento Feminista.
Cuando analizamos las raíces culturales, económicas y políticas que hay debajo
de la subordinación de las mujeres en las sociedades patriarcales, encontramos
raíces comunes que explican por qué la naturaleza se degrada y se destruye en
nuestras sociedades, fundamentalmente capitalistas”, sostiene Yayo Herrero, una
referente del Ecofeminismo, en diálogo con HOY CANELONES.
Yayo Herrero, de nacionalidad española, es
una antropóloga, ingeniera, educadora social, profesora, activista y referente
en el ámbito ecofeminista a nivel mundial. Estos días se encuentra de visita en
Uruguay para participar como invitada especial en el IV Debate Feminista en
Montevideo organizado por Cotidiano Mujer. En esta nota, Herrero explicó las
bases principales del Ecofeminismo, un movimiento que, además de hacer una
crítica radical del modelo económico capitalista actual, propone alternativas
sustentables para transitar hacia otro modo de vida más justo.
Perspectiva ecofeminista
El Ecofeminismo es un movimiento social
de una corriente de pensamiento que nace en los años 70, a la vez que nace el
movimiento ecologista. Uno de los puntos fundamentales para comprender el
movimiento, es que la vida humana tiene dos características básicas: es
totalmente ecodependiente e interdependiente. La vida humana es ecodependiente
porque como seres humanos no podemos vivir al margen de la naturaleza. “Somos
naturaleza y todo lo que necesitamos para sostener la vida física, pero también
para que se pueda sostener la economía, sale de la naturaleza. El agua, los
recursos naturales, las materias primas, la capacidad de mantener y renovar los
recursos naturales, son una función de la naturaleza que no es fabricada por
los seres humanos ni construida por la tecnología”, afirmó Herrero.
Al mismo tiempo somos seres
interdependientes, señala, porque “un ser humano en solitario no podría
sobrevivir. Para poder sobrevivir, en algunos momentos del ciclo vital (pero
sobre todo en la primera infancia, en la vejez, o toda la vida en los casos de
personas con discapacidad), hace falta que haya personas que dediquen un montón
de tiempo al cuidado de los cuerpos”.
En esta línea, Herrero se refirió a que
en la mayoría de las sociedades del mundo en la historia de la humanidad,
quienes se han ocupado mayoritariamente del cuidado del cuerpo de las personas
han sido mujeres, y que a su vez lo hacen en espacios “invisibles” a la
economía y a la política.
Herrero añadió que es un trabajo “que
no se puede dejar de hacer si queremos que exista la sociedad y la vida”. Desde
el Ecofeminismo se define como un trabajo subordinado que las mujeres hacen
casi en solitario, “no porque estén dotadas genéticamente para hacerlo sino
porque vivimos en sociedades patriarcales y mayoritariamente los hombres y el
conjunto de la sociedad se desresponsabiliza de esa tarea”.
Diálogo permanente
Para el Ecofeminismo, naturaleza y
feminismo dialogan permanentemente. Por un lado, porque se ha conformado una
economía que no es consciente de las relaciones con la naturaleza, así como
tampoco de su degradación. En el modelo actual tampoco se reconocen los aportes
de las mujeres a la sociedad y no hay consciencia de que las dificultades son
cada vez mayores. “El modelo social donde vivimos no pone como prioridad el
mantenimiento y cuidado de las personas, como sí lo hace con los beneficios y
el lucro”, sostuvo. “De ese diálogo nosotras encontramos una sinergia muy
interesante para repensar el modelo económico y social, y así recomponer una
relación con la naturaleza y entre las personas que en este momento
consideramos que están rotas”, reivindicó Herrero.
Radical
Los modos de producción y la noción
actual de trabajo se encuentran entre las principales críticas que el
Ecofeminismo hace el sistema económico capitalista. “Hoy consideramos que
producir es lo que se hace en el mercado que genera crecimiento económico,
independientemente de qué se produzca, para quién, cómo se reparte esa
producción y a costa de qué”, señaló. En esta línea, resaltó que se habla de
producción como lo que genera crecimiento económico, a costa de agotar la
naturaleza, que es lo que permite que haya vida. Del mismo modo, comentó que
“no se considera producción el trabajo que mayoritariamente realizan las
mujeres en los hogares, a pesar de que sin ese trabajo no podría haber
producción en términos capitalistas y mercantiles”
También se le hace una fuerte crítica a
la noción de trabajo como es concebida hoy. “Solo se habla de trabajo como lo
que genera salario y las aportaciones que se hacen en la comunidad o en los
hogares, no se consideran trabajo. Entonces, a un ama de casa que ha estado
disponible siete días por semana, 24 horas, los 365 días del año, las encuestas
de población activa la consideran como población inactiva, como si no estuviera
produciendo bienes y servicios imprescindibles para la sociedad”, enfatizó
Herrero.
Alternativas sustentables
La clave, desde el Ecofeminismo, está
en hacer tres preguntas a la economía: ¿Cuáles son las necesidades que hay que
satisfacer para todas las personas?; ¿Qué es lo que hace falta producir?;
¿Cuáles son los trabajos socialmente necesarios? Herrero explicó que en primer
lugar resulta necesario detenerse en el concepto de demanda tal como se habla
en el sistema capitalista y, en tal sentido, es importante diferenciar qué
demanda quien tiene solvencia para hacerlo, pero necesidades tienen todas las
personas. “Cuando pensamos en qué sectores sociales hay que alentar desde el
punto de vista de las necesidades, nos damos cuenta de que producir alimentos
cercanos que no envenenen ni a la tierra ni a las personas es una producción y
un trabajo socialmente necesario”, resaltó.
Por otro lado, se plantea pensar en el
modelo urbano “que actualmente es altamente insostenible. Podríamos pensar en
un modelo de transporte que priorice caminar, la bicicleta y luego el
transporte público y desincentivar el transporte motorizado o individual porque
no lo podemos permitir a nivel planetario. SI tuviéramos que extender el
transporte individual a todo el planeta, no habría ni minerales ni energía para
poder sostenerlo”.
También se considera la transición a
las energías renovables, “donde habría que realizar importantes inversiones y
desarrollar un montón de puestos de trabajo”. Al mismo tiempo, se propone
pensar en todos los trabajos relacionales, que son “trabajos más que necesarios
para poder cuidar de las personas más vulnerables, en un momento en que la
pirámide demográfica está invertida, que tenemos una población sumamente
envejecida y en el que las tasas de natalidad decaen, podríamos pensar en cómo
poder realizar un trabajo digno que no fuera precario y mal pago”.
Revolución cultural
Pensar en estas alternativas vuelve
indispensable considerar una redistribución radical de la riqueza. “Es
imposible que en un planeta con límites físicos, se quiera que la economía
crezca más y más, a costa de la extracción de materiales finitos y que eso, a
su vez, le alcance a todo el mundo”, señaló. Pero también, además de una
redistribución de la riqueza, el Ecofeminismo considera necesario una
distribución en las obligaciones que recaen en las mujeres por el sistema
patriarcal.
Desde el movimiento se propone un
cambio cultural importante. “Debemos repensar en las categorías que han entrado
a nuestras cabezas y se han quedado ahí”, señaló. Por ejemplo, “pensar que
vivir mejor es tener cada vez más para sí mismo, en vez de pensar en que haya
lo necesario para todos”. “Es una pequeña revolución sobre todo cultural, se
vienen desarrollando propuestas practicas desde hace muchísimo tiempo. Pero
necesitamos, ante todo, una ciudadanía que quiera y esté dispuesta a luchar por
esos cambios”, concluyó Herrero.
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