LA COMPASIÓN PODRÍA SER LA FRECUENCIA MÁS ALTA DE LA MENTE
(Cultura Inquieta / 19-10-2016)
Una serie de importantes estudios
científicos que han medido a monjes budistas meditando sugieren que la
compasión produce las frecuencias mentales más altas y podría ayudar a combatir
la depresión.
Puede que resulte paradójico pero la
mejor forma de asegurar tu felicidad es pensar en la felicidad de los demás.
Esto es el fundamento del budismo mahayana -del camino del bodhisattva-, que se
basa en la compasión y el altruismo como método para alcanzar la iluminación,
pero recientemente también está siendo comprobado por la ciencia (no la
iluminación pero si el bienestar del cuerpo-mente).
Hace algunos años el neurocientífico
Richard Davidson visitó al Dalái Lama en Nepal. En una de sus conversaciones el
Dalái Lama le sugirió que, si bien la neurociencia había dedicado mucho tiempo
a estudiar la depresión y la ansiedad, menos sabía de la compasión y la
felicidad, por qué no intentar medir sus efectos en el cerebro.
Davidson, quien tiene un laboratorio
en la la Universidad de Wisconsin-Madison, echó andar un importante estudio
para medir las ondas cerebrales y las diferentes activaciones que se producen
en el cerebro cuando personas meditan.
Para el estudio en cuestión volaron a
ocho monjes budistas de Asia, a los cuales conectaron a más de 128 sensores de
un electroencefalograma.
A partir de estos experimentos, el
monje budista Matthieu Ricard obtuvo el apodo del "hombre más feliz del
mundo", particularmente por la gran cantidad de ondas gamma que producía
su cerebro cuando hacía una meditación de compasión (una técnica muy común en
el budismo tibetano).
Esta firma nueral fue asociada por
los científicos con un mayor bienestar. Recientemente entrevistado por la
revista GQ, Ricard, explica que este apodo es erróneo, ya que en el experimento
hubieron personas que superaron sus picos de ondas gama. "Hubo un monje
que sacamos de una cueva en Nepal. Él fue el que más fuertes ondas registró,
fue algo nunca visto", explica Ricard quien también tiene una formación
científica.
Davidson y su equipo notaron también
que el grupo de monjes registró una menor reactividad que el grupo de control
de meditadores. Esto fue medido disparando el sonido de una explosión por unos
audífonos y midiendo la reacción en su cerebro. Se les dijo a los participantes
que debían de neutralizar su reacción.
En inglés se llama a esto
"startle response" (respuesta de sobresalto) y está asociada con
emociones negativas, ya que si se exagera la respuesta o la mente merodea en
ella, puede producir estrés y emociones negativas. En el caso de los monjes se
presentó una repuesta mínima, que mostró su capacidad de desapego -esto sugiere
que los meditadores tienen una mayor tolerancia y una menor tendencia a
frustrarse por eventos.
No era que los monjes no
reaccionaran, sino que liberaban su respuesta rápidamente.
Este mismo estudio notó que la
respuesta más notable en las imágenes neurales ocurría cuando se meditaba sobre
la compasión.
Picos de ondas gamma de alta simetría
se producían en estos casos; ya que las ondas gamas son las de más alta
frecuencia, uno puede conjeturar que realmente el amor o la compasión, como
mantiene la sabiduría popular, son realmente los estados de más alta conciencia
o vibración a los que accede el cerebro humano.
Richard Davidson explica además que
estos estados de alta amplitud "indican plasticidad", es decir que el
cerebro se modifica cuando se presentan, así que no son pirotecnia de poca
consecuencia, sino que son fuegos constructivos que pueden moldear poco a poco
nuestra estructura neural.
Las imágenes de resonancia magnética
mostraron actividad notable en la ínsula anterior. Davidson apunta que esta
región es la que coordina mucho de la relación cerebro-cuerpo: "los
sistemas en el cerebro que dan soporte a nuestro bienestar están íntimamente
conectados con diferentes órganos y con el sistema endócrino e inmune."
Las resonancias revelaron que "la compasión es un estado que involucra al
cuerpo de manera integral".
En otro estudio Davidson descubrió
que la meditación mejora la respuesta inmune a la vacuna de la influenza
(inclusive cuando los meditadores no eran monjes budistas o meditadores
"profesionales").
Davidson concluye que la mejor forma
de activar los circuitos de emoción positiva del cerebro es través de la
generosidad.
Su colega, el profesor Lutz, señala
que cultivar la compasión puede ayudar a prevenir la depresión, entre otras
cosas. Ambos resaltan la importancia de que la compasión no es algo que dependa
de ciertas cualidades innatas, sino que se puede aprender a desarrollar.
La compasión es la piedra angular de
diferentes tradiciones religiosas y filosóficas e incluso ha sido considerada
como una forma de alquimia emocional, generando lo que los budistas llaman
bodhicitta, la mente del despertar.
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