ANTONIN
ARTAUD
EL
TEATRO Y SU DOBLE
Traducción de Enrique Alonso y Francisco Abelenda
DECIMOCUARTA ENTREGA
1
EL
TEATRO Y LA PESTE (10)
Marchamos con ellos de
exceso en exceso y de reivindicación en reivindicación. Annabella es apresada,
convicta de adulterio, de incesto; pisoteada, insultada, arrastrada por los
cabellos, y descubrimos estupefactos que en vez de intentar escapar provoca
todavía más a su verdugo y canta con una suerte de heroísmo obstinado. Es lo
absoluto de la rebelión, es el amor ejemplar y sin tregua, y nosotros, los
espectadores, jadeamos de angustia ante la idea de que nada podrá detenerla.
Si deseamos un ejemplo
de libertad absoluta en rebelión, la Annabella de Ford nos ofrece ese poético
ejemplo, ligado a la imagen del peligro absoluto.
Y cuando creemos haber
llegado al paroxismo del horror, de la sangre, de las leyes escarnecidas, de la
poesía consagrada a la rebelión, nos vemos obligados a ir todavía más lejos en
un vértigo interminable.
Pero al fin, nos
decimos, llegará la venganza y la muerte por tanta audacia y un crimen tan
irresistible.
Y bien, no. Giovanni,
el amante, inspirado por la pasión de un gran poeta, se pondrá por encima de la
venganza, por encima del crimen con otro crimen, indescriptible y apasionado;
por encima de la amenaza, por encima del horror, con un horror todavía mayor
que confunde a la vez a las leyes, la moral y a quienes se atreven a erigirse
en justicieros.
Urden astutamente una trampa,
un gran banquete; entre los huéspedes se esconderán esbirros y espadachines,
listos para precipitarse sobre él a la primera señal. Pero este héroe cansado,
perdido, a quien el amor sostiene, no va a permitir que nadie enjuicie ese
amor.
Queréis, parece decir,
la carne y la sangre de mi amor, y seré yo quien os arroje este amor a la cara,
quien os salpique con la sangre de este amor a cuya altura no sois capaces de
elevaros.
Y mata a su amante y le
arranca el corazón como para comérselo en medio de un banquete donde era él
mismo a quien los convidados esperaban quizá devorar.
Y antes de ser
ejecutado, mata también a su rival, el marido de su hermana, que osó
interponerse entre él y su amor, y lo ultima en un combate final que es como su
propio espasmo de agonía.
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