HILARY MANTEL
“ANA BOLENA FUE UNA VÍCTIMA DE LA
MISOGINIA DE SU TIEMPO”
por Carlos Fresneda
(El Mundo)
Es la "reina" indiscutible de la novela histórica, doble
ganadora del Booker y autora del momento en el Reino Unido. Atrás quedó
aquella época en que se amontonaban "las buenas críticas y los pocos
lectores"... A sus 60 años, Hilary Mantel ha alcanzado al mismo tiempo el
máximo reconocimiento y la insidiosa fama, como pudimos comprobar durante
nuestro encuentro en su casa de la costa de Dover.
Los 'parazzi' la siguen acosando por sus tergiversadas declaraciones
sobre Kate Middleton. Ella prefiere defender su lejanía de la actualidad
diaria. Estamos aquí para hablar de 'Una reina en el estrado' (Destino), la
segunda entrega de su celebrada trilogía de los Tudor, con Ana Bolena tomando
el trágico relevo a Catalina de Aragón...
¿Fue Ana Bolena una adelantada a su tiempo? ¿Acaso la primera feminista?
He tenido que hacer un gran esfuerzo por ver más allá del mito. Yo no
creo que fuera la primera feminista, ni siquiera una adelantada a su tiempo.
Fue una mujer de su época. Eso sí, una mujer poderosa y determinada, que vivió
con la espada y murió con la espada... En todo caso la veo como una víctima de
la misoginia de su tiempo.
En su novela hay pasajes muy reveladores sobre el contraste entre Ana
Bolena y Catalina de Aragón...
Es curioso cómo las dos han pasado a la historia como dos personajes
universales y antiéticos. Por un lado, la esposa rechazada que acaba purgando
sus penas en soledad. Por otro, la amante encumbrada que acaba también pagando
por sus 'pecados'. Catalina se ganó el desdén de Enrique VIII y el respeto del
pueblo. Ana llegó al trono como la 'puta' del Rey y alcanzó la categoría de
mito tras su ejecución... Pero a pesar del contraste, las dos reinas
'sacrificadas' hacen que el Rey parezca débil.
Y entre una y otra, la tercera en discordia, Juana Seymour...
Ahí la vemos tan calladita, sin que nadie sepa muy bien lo que el Rey ve
en ella. Enrique VIII estaba obsesionado con tener un heredero varón, porque
creía que garantizar su sucesión era la clave para mantener la paz en su país.
Hay algo profundamente patológico en su conducta y en su tratamiento monstruoso
a sus seis mujeres, pero sus intereses personales fueron a la par que los
intereses nacionales. Desecha a sus esposas cuando le dejan de ser 'útiles'
para su fin político. Sus esposas son poco menos que vaginas 'reales'. Pero hay
que entenderlo en su contexto histórico.
¿Es cierto que la chispa de la trilogía saltó durante una visita a
España?
Sí, es cierto. Fue un día en que nevó mucho en Madrid y los trenes no
funcionaban. Me habían invitado a un seminario en la Universidad de Alcalá,
pero sólo aparecieron dos alumnos... Acabamos haciendo una visita turística con
un profesor, que nos llevó hasta la torre donde nació Catalina de Aragón. Al
ver mi curiosidad, me dijo: "¿Qué tuvo Catalina que sigue poniendo en
estado de alerta a los ingleses?". Esa pregunta se quedó resonando durante
un tiempo. La novela nació de ahí y fue creciendo hasta convertirse en el
principio de una trilogía. Todos los libros son las sumas de extrañas
coincidencias...
Pero usted llevaba ya tiempo maquinando la manera de hincarle el diente
al auténtico protagonista de esta historia, Thomas Cromwell...
Siempre tuve claro que quería ser una novelista histórica, y es verdad
que Thomas Cromwell era un personaje muy tentador. Pero cuando escribí mi
primera novela, 'La sombra de la guillotina', yo era joven y estaba fascinada
por el siglo XVIII y la revolución francesa. Tardé por cierto 15 años en ver
publicado ese libro, y entre tanto cultivé la novela contemporánea. En el fondo
me vino bien dejar a Cromwell a la espera. Necesitaba llegar a una cierta edad
y a tener más experiencia. Creo que ha merecido la pena el esfuerzo. Desde la
primera página de 'En la corte del lobo' supe que estaba escribiendo mi mejor
trabajo.
Cromwell tiene también fama de haber sido el Corleone de su época,
¿hasta qué punto es atinada esa imagen mafiosa?
Se le puede comparar, sí, perfectamente. Cromwell pasó un tiempo en
Italia y tuvo 'El Príncipe', de Maquiavelo, como uno de sus libros de cabecera.
Su tipo encaja efectivamente en el del 'boss' mafioso. En la parte interior hay
una calma engañosa y una sensación de control. En la parte exterior hay sin
embargo un mundo peligroso que él mismo percibe como una amenaza constante.
¿Hasta qué punto se olía Cromwell su cruel destino?
Digamos que jugaba con fuego y sabía sus riesgos. Yo creo que su sueño
era sobrevivir a Enrique VIII y convertirse en el hombre clave en la
transición, cuando llegara el heredero... Pero sabía que en cualquier momento
podía perder el favor del Rey, como le ocurrió a Tomás Moro o al cardenal
Wolsey. En 'Una reina en el estrado' hay precisamente una escena de un
repentino ataque de ira del Rey que sorprende al propio Cromwell y que hace
presagiar su final... Pero eso lo dejamos para la última entrega de la trilogía
que aún no he empezado a escribir. Quiero arrancar este verano, cuando remita
un poco todo este ruido y la fiebre de los premios.
¿Hasta qué punto cambió su idea de Cromwell antes, durante y después de
sus novelas?
La historia popular había trasmitido una visión de él muy cercana a la
caricatura, como el malo de la película y poco más. Los historiadores
académicos recalcaron siempre su proximidad al Rey, aunque me resultó muy
difícil indagar en su psicología. Digamos que opté por perspectiva distinta a
la que puede espera la mayoría de la gente. Siempre me ha gustado defender los
intereses de las minorías (risas). Además, los novelistas tenemos la suerte de
poder ir un poco más allá que los historiadores. Yo necesito saber incluso más
que ellos, para poder escribir desde las grietas de la historia.
¿Hasta qué punto escribir ha sido su vía de escape? Casi toda su carrera
ha estado marcada por su lucha personal contra el dolor por la endometriosis
(crecimiento exterior del tejido del útero)...
Escribir me ha dado un propósito en la vida y me ha ayudado a superar
las etapas difíciles. He sido en todo caso menos productiva de lo que me
hubiera gustado. Entre los dos primeros libros de la trilogía sufrí una
intervención y tuve que estar mucho tiempo sin escribir. Pero ahora me siento
mucho mejor; tengo la sensación de que la vida empieza de nuevo.
¿Qué hay de cierto del asalto de las mujeres a la literatura británica?
A mí no me sorprende que las mujeres triunfen. Antes, como mucho,
quedábamos finalistas. Ahora ganamos premios y vendemos libros. Creo que la
cosa empezó a cambiar en los años 80 y ahora estamos recogiendo por fin los
frutos.
¿Y cómo lleva esta fama repentina, compartiendo la portada del 'Daily
Mail' junto a Kate Middleton?
A estas alturas de mi vida nada me va a sorprender ni a intimidar, pero
sinceramente era lo último que me esperaba. Ha sido la típica historia
manipulada para vender periódicos. Extraen unas frases de una conferencia, las
sacan por completo del contexto y me hacen figurar como la enemiga número uno
de la Duquesa de Cambridge... Lo que pretendía era precisamente alertar contra
los clichés de los medios, y la facilidad con la que pasamos de la curiosidad a
la crueldad. Hay una línea muy fina entre la adoración y el odio a la realeza,
eso es lo que pretendía decir.
Al final, usted misma ha sido la "víctima"...
Así son las cosas. Nunca llegué a imaginar el asedio de los 'paparazzi'
por un asunto así. Yo misma pedía a la prensa que no hicieran con Kate lo que
hicieron con Diana, pero le dieron la vuelta a la historia… A veces me da por
pensar: "Si he salido en la portada del 'Daily Mail', ¿qué estoy haciendo
mal?".
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