28/10/18





EL ARTE Y LA REVOLUCIÓN


(primera edición: Lima, 1973)


VIGESIMOSEXTA ENTREGA



EL DUELO ENTRE DOS LITERATURAS (2)



De la misma manera que el proletariado va cobrando rápidamente el primer puesto en la organización y dirección del proceso económico mundial, así también va él creándose una conciencia de clase universal y, con esta, una propia sensibilidad, capaz de crear y consumir una literatura suya, es decir, proletaria. Esta nueva literatura está naciendo y desarrollándose en una proporción correlativa y paralela -en extensión y hondura- a la población obrera internacional y a su grado de conciencia clasista. Y como esta población abraza hoy las nueve décimas partes de la humanidad y como, de otro lado, la conciencia proletaria gana en estos momentos casi la mitad de los trabajadores del mundo, resulta que la literatura obrera está dominando casi por entero la producción intelectual mundial. “Algo tenemos ya que oponer -dice modestamente el escritor proletario alemán, Johannes Becher- en el dominio de la poesía, de la novela y hasta del teatro a las obras maestras de la literatura burguesa”. Pero, con más justeza, Béla Illés dice: “La literatura proletaria se halla ya, en muchos países capitalistas (especialmente en Alemania), en condiciones de rivalizar con la literatura burguesa”.


¿Cuáles son los más saltantes signos de la surgente literatura proletaria? El signo más importante está en que ella devuelve a las palabras su contenido social universal, llenándolas de un substractum colectivo nuevo, más exuberante y más puro y dotándolas de una expresión y de una elocuencia más diáfanas y humanas. El obrero, al revés del patrón, aspira al entendimiento social de todos, a la universal comprensión de seres e intereses. Su literatura habla, por eso, un lenguaje que quiere ser común a todos los hombres. A la confusión de lenguas del mundo capitalista, quiere el trabajador sustituir el esperanto de la coordinación y justicia sociales, la lengua de las lenguas. ¿Logrará la literatura proletaria este renacimiento y esta depuración del verbo, forma suprema esta y la más fecunda del instinto de solidaridad de los hombres?


Sí. Lo logrará. Ya lo está logrando. No exageramos tal vez al afirmar que la producción literaria obrera de hoy contiene ya valores artísticos y humanos superiores, en muchos aspectos, a los de la producción burguesa. Digo producción obrera, englobando en esta denominación a todas las obras en que dominan, de una u otra manera, el espíritu y los intereses proletarios: por el tema, por su contextura psicológica o por la sensibilidad del escritor. Así es como figuran dentro de la literatura proletaria autores de diversa procedencia clasista, tales como Upton Sinclair, Gladkov, Selvinsky, Kirchon, Pasternak, O’Flaherty y otros, pero cuyas obras están, sin embargo, selladas por una interpretación sincera y definida del mundo de los trabajadores.


De otra parte, son muy significativos a este respecto la atención y respeto que la literatura proletaria despierta en los mejores escritores burgueses, atención y respeto que se traducen por la frecuencia con que tratan -aunque sólo episódicamente- en su reciente producción, de la vida, las luchas y los derroteros revolucionarios de las masas trabajadoras. Esta actitud revela dos cosas: unas veces, el “snobismo”, propio de las “inteligencias” bizantinas y, otras, la inestabilidad y vacilaciones características de una ideología moribunda.


En suma, todas estas consideraciones atestiguan, de un lado, el advenimiento y la ofensiva arrolladora de la literatura proletaria y, de otro lado, la derrota y desbandada de la literatura capitalista.


La encrucijada de la historia está, como se ve, zanjada en este terreno.

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