DEMIAN
DÍAZ TORRES
EL
ARTE CONSTRUCTIVO DE JOAQUÍN TORRES GARCÍA DESDE UNA PERSPECTIVA
SIMBÓLICO-ARQUETÍPICA
Cuando Torres García
dio una conferencia sobre el arte neolítico y el constructivismo remató
diciendo: Toda la verdad está en estas
dos líneas, una vertical y una horizontal.
Hoy en día lo que fue un misterio para el auditorio ya no lo es.
Se sabe que la vertical es lo espiritual, y la horizontal es la naturaleza. En la intersección de ambas está el hombre.
Hoy en día lo que fue un misterio para el auditorio ya no lo es.
Se sabe que la vertical es lo espiritual, y la horizontal es la naturaleza. En la intersección de ambas está el hombre.
Así ya podemos decir que Torres creía que el arte se amasaba en base a dos
dinamismos, un principio espiritual y un principio de la naturaleza, y que el
hombre es quien expresa a través de sí mismo y del arte estos dos
principios.
Pensamos que estos principios son arquetípicos, es decir universales, sin tiempo, y que están en el inconsciente colectivo de la raza humana. En estas condiciones, el arte es universal y de todos los tiempos, y expresa siempre el mismo misterio, el de la existencia, el del ser eterno.
Pensamos que estos principios son arquetípicos, es decir universales, sin tiempo, y que están en el inconsciente colectivo de la raza humana. En estas condiciones, el arte es universal y de todos los tiempos, y expresa siempre el mismo misterio, el de la existencia, el del ser eterno.
Pasamos ahora a analizar un cuadro tipo, llamado Constructivo con Máscara y Triángulos,
de 1932. En este cuadro el observador puede ver diversas clases de
símbolos.
Si empezamos por la
parte inferior del cuadro, vemos símbolos como el animal, el ancla, a la que
podemos relacionar con el agua, y la tierra sobre la que se asientan los
pilares del templo. Estos son los símbolos que relacionan al hombre con el
mundo de la naturaleza.
Entonces es aquí donde
encontramos la línea horizontal de la cruz que Torres traza con un movimiento de
la mano en su conferencia. Esto es de gran importancia y es justo en la parte
baja del cuadro porque es la base, la materia prima de la composición del
hombre. En otras civilizaciones el elemento naturaleza está básicamente
integrado al ser humano.
En Occidente estuvo
excluido conceptualmente del mismo. La Naturaleza representada en el hombre
como el cuerpo, era repudiada, vista como un mal necesario y en oposición a la
otra dimensión, la Espiritual. Por eso el cuerpo, aún en la era Victoriana era
fuente de repudio, lo cual dio origen a que Freud pensara que era la sexualidad
reprimida la causa de la neurosis. Hoy en día se está recuperando el amor al
cuerpo y a la naturaleza, pero en los tiempos de Torres esto todavía no había
ocurrido.
Si por otro lado observamos la parte alta del cuadro, veremos los símbolos del
espíritu. Estos son símbolos elaborados por el hombre desde tiempos remotos
para expresar lo metafísico, lo mental, lo conceptual, y en la figura del
triángulo con un 1 tenemos un símbolo de la totalidad, que abarca unidad de
espíritu y naturaleza, unidad de todos los seres, etc.
Nótese así mismo que a la izquierda hay una A y a la derecha una Z. Eso es una totalidad, un cierre de un círculo, el recorrer y completar un
proceso. En la zona del medio del cuadro tenemos lo más importante. Por un lado
al hombre y a la mujer, pues es el ser humano al fin y al cabo el que elabora
los símbolos y expresa a través de ellos la Realidad tal como la percibe.
Recordemos que es el punto de intersección de las líneas de la cruz. Pero hay
algo más. Hay un corazón con un punto. Eso sugiere que el corazón es el
verdadero centro del universo humano, el lugar donde el sentir es puro y
sustentador de todo lo creado. Algo así como el amor que crea y sustenta el universo.
Y por encima del corazón encontramos la máscara que titula el cuadro, que no es
una máscara sino la cara de un Dios antiguo, la expresión de una divinidad que
preside el todo. Esa divinidad es el Ser profundo dentro del hombre, que Jung
ha llamado el Sí Mismo. Concepto profundo y misterioso porque es lo Divino en
el hombre, que se expresa a través del hombre mismo.
No es algo tangible directamente, es algo que organiza y preside el desarrollo
del hombre mismo. Pero necesita ser expresado por el hombre, por su totalidad
especialmente.
Entonces llegamos así a
la unión de los dos principios básicos, Espíritu y Naturaleza, expresando un
sentido que no puede ni debe justificarse a sí mismo. El sentido, el motor, el
principio y el fin de ser hombre. Creo que esta breve revisión de algunos de
los símbolos que pone Torres en su cuadro es suficiente para revelar el sentido
que él le daba al arte, mucho más que lo estético o decorativo. Era, a mi
parecer, una verdadera búsqueda de la verdad dentro de sí mismo.
Y no se crea que es una especulación mental, sino el resultado de la expresión
de las imágenes primordiales de su propio inconsciente colectivo (y por eso
universal) que, trasportadas a la tela se convierten en obras de arte. Y es
esto lo que hace el artista, transferir esas imágenes, dándoles con su oficio y
su talento una forma accesible a todo ojo que las sepa ver.
2004
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