HUGO GIOVANETTI VIOLA
EL
EVANGELIO SEGÚN EL TRAIDOR
(LA
MALDITA COMEDIA)
primera edición WEB
primera edición 2007: Caracol al Galope /
elMontevideano Laboratorio de Artes
TRIGESIMOTERCERA ENTREGA
33
Isabelino
Pena le pidió agua por señas al tabernero y demoró en tragar el primer sorbo
como si estuviera bridando con un cóctel de barro:
-Pero
ahora el asesor del Iscariote se quedó sin socio, porque ayer asesinaron a
Barrabás.
Sí
-vacía las dos copas Publio. -Lástima haberme roto el lomo tapando las pintadas
de los zelotas.
-Estaba
disfrazado de llorona -puso cara de detective el gordo. -Lo degollaron igual
que a tu hermano.
-Sí.
Y le pusieron REY DE LOS JUDÍOS. Lástima que no lo descubrí yo: hubiese sido un
placer encajarle la lengua de medallón.
Entonces
el ladilludo se digna mirarme:
-Lo
puede haber matado cualquier adorador del galileo que no entendió el consejo de
ofrecerle el culo al enemigo.
-Morite
-le empezó a patinar asqueadamente la lengua al hombre embutido en cuero y
bronce: -Si no entendés a Dios, morite.
-Soy
judío.
-Ustedes
son peores que las putas sin ojos. Mirá lo que le acabo de comprar en el Templo
a un mendigo, español. Una talita que fue del maestro.
Y
me muestra un pañolón idéntico al que usaba el Iscariote y sonríe como un
chiquilín:
-Me
hace acordar a España.
SARA
17: Pero antes de comprar el campo de sangre se pasaron tres horas corriendo
entre el gentío que acosó el zarandeo de Jesús entre el palacio de Anás y
Caifás y la Torre Antonia donde se instaló el pretorio con la silla curul y
Pilato recibió la noticia del sueño de su mujer y empezó a sentirse Julio César
entelarañado por Calpurnia y terminó de asquearse de Israel y del poder
ineludible que tiene la vida para rompernos los ojos a cada rato con el trenzamiento
del lobo suelto y el cordero atado: el Iscariote se camuflaban con tus velos de
viuda pero a nadie le importaba nada más más que ver chorrear al Cristo con la
sobrehumanidad fluvial y montañosamente perruna enfocada en el Templo que había
que reconstruir en tres días para que el Hombre Nuevo triunfara en el desierto
de Moisés Elías Isaías Jeremías y el Bautista: y cuando Herodes lo mandó
travestido de raso y el sol lo trianguló como si concentrara la incandescencia
de todas las galaxias Judas empezó a chuparse unas lágrimas verdes y pensaste
en la borrachera que hizo entrar a Satanás en su padre aunque lo que ni el peor
enemigo del galileo hubiese soñado nunca fue la aparición del famoso Bar-Abba y la chance de elegir un Hijo el Padre mundanal y utopista que
Esteban contempló más entusiasmado que el propio Sanedrin porque para el asesor
semiótico todavía era posible incluso la bajada de la cruz y el doble triunfo
revolucionario: y cuando el pueblo sucio y seducido por el verticalismo
ilustrado de sus dueños eligió liberar al asesino el Iscariote vomitó en la
calle y le sostuviste la frente aceptando que la chiquilina ciega y borracha de
odio que había en tu casa no se llamaba Almá.
Isabelino
Pena rozó las borlas púrpuras de la talita con un fervor de seda:
-¿Ya
empezaron a vender las cosas del maestro?
-El
mendigo me juró que acababa de encontrarla en el basural de los perros, arriba
de un cadáver.
-Cuánto
te la cobró -se rasca a dos manos y por abajo de la túnica el gordo, que no cree ni en las
ladillas.
-Un
denario.
-Te
la compro en diez.
-Dios
no se vende -empezó a besar el pañolón el legionario.
-Pero
te salió barato -se sirve de su poso reservado la bestia con tres barrigas y me
concede una guiñada.
-Mi
mujer era Dios -sonrió Publio. -Y si la hubieran tirado en un basural no se la habrían
comido ni los chacales ni las ratas ni los gusanos.
Y
de golpe me erizo y siento el chasquido vertebral del Espíritu:
-¿Dónde
estaba el mendigo?
-En
la Puerta Dorada. No te vayas, español.
-¿Te
acordás como era?
-Tenía
ojos de serpiente, pero no parecía un mentiroso. Le tenía miedo a Dios.
-Y
eso cómo lo supiste -se le euforizó la diversión al tabernero.
-Ese
Templo está muerto -vuelve a besar el trapo inmaculado Publio.
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