ANÓNIMO
INGLÉS DEL SIGLO XIV
LIBRO
DE LA ORIENTACIÓN PARTICULAR
Franciscus hanc editionem fecit
NONAGESIMOCTAVA ENTREGA
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En la vida de Cristo tenemos una
poderosa ilustración de todo cuanto he intentado decir. Aunque no hubiera
habido mayor perfección en esta vida que verle y amarle en su humanidad, no
creo que hubiera ascendido a los cielos mientras perdurase este siglo, ni que
retirara su presencia física de sus amigos de la tierra que tanto le amaban.
Pero una más alta perfección era posible al hombre en esta vida: la experiencia
puramente espiritual de amarle en su Divinidad. Por esta razón dijo a sus
discípulos que estaban poco dispuestos a dejar su presencia física (lo mismo que
tú estás poco dispuesto a dejar las reflexiones especulativas de tus sutiles y
sabias facultades), que para su propio bien debía apartar su presencia física
de ellos. Les dijo: “Es necesario que yo me vaya”, dando a entender: “Es
necesario para vosotros que yo me separe físicamente de vosotros”. El santo
doctor de la Iglesia, san Agustín, comentando estas palabras dice: “Si la forma
de su humanidad no se hubiera quitado de sus ojos, el amor hacia Él en su
Divinidad nunca hubiera penetrado en sus ojos espirituales”. Y por eso te digo
que en cierto momento es necesario abandonar la meditación discursiva y
aprender a gustar algo de esa profunda y espiritual experiencia del amor de
Dios.
Abandonado a la gracia de Dios que te
conducirá y te guiará, podrás llegar a esta honda experiencia de su amor
siguiendo la senda que he trazado ante ti en estas páginas. Ello exige que tú
te esfuerces siempre más y más por llegar a la conciencia desnuda de tu yo,
ofreciendo constantemente tu ser a Dios como tu más preciado don. Pero te
recuerdo una vez más: fíjate en que esté desnudo, no sea que caigas en el
error. Cuanto más desnuda sea esta conciencia, más terriblemente doloroso te
será al principio permanecer en ella cualquier duración de tiempo, ya que, como
he explicado, tus facultades no encontrarán en ella alimento para sí mismas.
Pero no hay daño en esto; de hecho, estoy complacido realmente. Sigue adelante.
Déjalas que ayunen un poco de su natural deleite en conocer. Con razón se ha
dicho que el hombre, por naturaleza, desea conocer. Pero, al mismo tiempo, es
también verdad que ningún conocimiento natural o adquirido le llevará a gustar
la experiencia espiritual de Dios, pues es un puro don de la gracia. Por eso te
insto, en pos de la experiencia más que del conocimiento. Con respecto al
orgullo, el conocimiento puede engañarte con frecuencia, pero este afecto delicado
y dulce no te engañará. El conocimiento tiende a fomentar el engreimiento, pero
el amor construye. El conocimiento está lleno de trabajo, pero el amor es
quietud.
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